Capítulo 23

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Serena sonreia al ver como poco a poco los cuerpos de Mars y Jupiter se congelaban a sus pies, por su lado Sailor Adhara observaba horrorizada a su madre actuar de una forma tan cruel que llego a pensar no se trataba de ella, —¿Por qué?—, con aquel pensamiento se dejo caer de rodillas al suelo mirando todo el desastre que su madre causaba. Los autos cubiertos por la nieve, los vidrios de edificios asi como los aparadores de las tiendas completamente congelados, cerro sus ojos tratando de sentir algún ser viviente y no pudo ocultar su alegría al darse cuenta que las Sailor que aun estaban en pie las mantenían protegidas gracias a la barrera que lograron levantar. Las manos de la joven de cabellos magentas se clavaron en la nieve sin importar el dolor que le causaba a sus dedos aquel frío descomunal. Quería impedir todo aquel desastre, pero simplemente le era imposible el poder moverse, no podía levantar un dedo contra la mujer que le dio vida.

La rubia observo el cielo lleno de nubes oscuras causadas por la fuerte tormenta que azotaba cada extremo de la tierra, en ese momento no sentía arrepentimiento por su forma de actuar, en un momento de su llegada quiso detener todo y dar marcha atrás, vivir su nueva vida aprendiendo a manejar aquel poder que aún no comprendía, investigar si había algún origen más allá de ser la encarnación de la princesa Serenity, conocer la verdad de su antiguo origen y  así poder entender porque sentía aquella energía y el cristal de plata no era capaz de rechazarla a pesar de pensar que eso sucedería en cualquier segundo. Día tras día, noche tras noche pensó que despertaría sin poder utilizar su cristal hasta el punto de ser una completa inútil para cualquier persona y de esa forma pasar desapercibida hasta el punto de iniciar de cero, pero cada vez que intentaba hacerlo su recuerdo no la dejaba pensar con claridad hasta acabar en aquella habitación contemplando su cuerpo inerte y fue gracias a ese hombre parecido a Seiya que pudo ver más claro, mientras se acercaba a la tierra comprendía su error, sintió la necesidad de hacer algo respecto a Haruka, quizás darle una nueva oportunidad y si su destino era regresar a ser una Sailor solo el tiempo lo diría. Sin embargo al estar frente a Hotaru miro en sus ojos dos cosas; la primera fue la duda y la segunda el resentimiento, no tuvo que ser adivina para conocer el porqué de aquel sentimiento, aunque lo que menos espero fue que usara su poder en su contra arriesgando su propia vida, aquella acción acabo exterminando a sus guardianas; Sailor Naos y Atria, ambas no fueron alcanzadas a tiempo por el cristal de plata y acabaron sucumbiendo, aquello termino por romper sus pocas esperanzas hasta el punto de no querer intentar cambiar nada.

Para ese momento solo pudo sentir una cosa referente a sus antiguas compañeras: decepción, ninguna de ellas merecía compasión ni ser consideradas para ser salvadas.

Los orbes zafiro de Serena miraron con curiosidad la puerta del tiempo frente a sus ojos, lo primero que pudo reconocer fue el felino blanco que siempre acompañaba a quién fuese su mejor amiga; Mina Aino, justo detrás de él visualizo a la rubia que considero una hermana en el pasado. Arqueo una ceja al verla completamente diferente. Aunque su cabello seguía siendo igual de largo, ahora poseía varios reflejos color platino, su traje Sailor había sido reemplazado por su vestido naranja que pocas veces uso en los actos oficiales de la corte real al ser una guardiana dela princesa de la luna y líder de las inner, entre sus manos mantenía la cadena de venus la cual se enrollaba en su cintura y brazo derecho.

—Serena...—Mina miraba con sorpresa todo lo que sucedió en su ausencia, un gemido escapó de sus labios al observar a sus amigas envueltas en el hielo—: ¡Detente Serena!

Serena levantó la mirada observando la incredulidad en sus ojos y al mismo tiempo la tristeza al encontrarse con todo aquel problema. Bajo de su trono de cristal pasando junto a Sailor Adhara, la joven se estremeció al sentir la poderosa aura de su madre comenzar aplastarla poco a poco, sentía que no podía respirar y sus fuerzas fallaban. Sentía la necesidad de dejarse caer volviéndose un ovillo en el suelo hasta llorar como una niña debido al miedo que comenzaba a sentir en cada poro de su cuerpo.

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