✨ 5. Poderosa y traicionera

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Pasamos horas en el centro comercial. Visitamos demasiadas tiendas y al final del día ya estaba agotada de tanto caminar. Geb transportaba las bolsas directamente a nuestro departamento cuando se nos acumulaban demasiadas para cargarlas.

Nadie cuestionó que tres muchachos que rondaban los 20 años tuvieran tanto dinero para gastar. Yo misma no me lo creía, era una locura tener un poder así.

Regresamos al atardecer, agotados, pero la sonrisa de Abby brillaba con emoción, ansiosa por llegar y ver sus nuevas compras. Geb caminaba tras nosotras comiendo un barquillo de helado. Esta vez era de menta con pistacho. Todo el recorrido hizo lo mismo, de seguro probó todos los sabores conocidos en lo que duró la tarde.

Se había pasado todo el recorrido en silencio, invocando helados de todos los sabores mientras yo reventaba mi tarjeta comprando como una desquiciada.

—Mañana podríamos hacer otra cosa —sugirió mi amiga—. Podríamos comprar unos pasajes de avión a alguna playa paradisiaca y...

—Tenemos clases Abby. —Le recordé.

—¿Clases? ¿Vas a seguir estudiando? —cuestionó desconcertada—. Tienes un Genio que puede, literalmente, darte todo lo que quieras sin ningún esfuerzo. ¿Por qué perderías el tiempo sufriendo en unas aburridas clases cuando puedes estar en una playa del caribe con un daiquiri en tu mano?

—Te entiendo Abby, pero eso está bien para unas vacaciones. No sé si quiero que mi vida cambie tan radicalmente. —Me defendí—. Esto es el mundo real, en algún momento tendré que explicar todas estas cosas —dije levantando las pocas bolsas que llevaba en mi mano.

—¡Qué aburrida eres! Pero tienes razón —se quejó con frustración—. Debemos idear alguna manera de explicar todo esto sin que sea sospechoso.

—¿Alguna idea?

—Un negocio falso, que sirva de tapadera para explicar todo esto.

—No es tan fácil.

—¡Sí, lo es! —chilló ella—. Solo tienes que desearlo. ¡Arhg! Qué frustrante. ¿Geb? ¿Por qué no te encontré yo? Podría hacer un mejor uso de tus poderes.

Miré a Geb con curiosidad. Aunque Abby le hizo una pregunta retórica, esperaba alguna respuesta de él, pero este simplemente la ignoró.

Al doblar en la esquina de la calle donde estaba nuestro edificio, una persona sentada en la acera me sorprendió. Me detuve tan de golpe que Geb chocó tras de mí, tomándome de los hombros para no hacerme caer.

—¿Ese es...? — murmuró Abby.

—Sí...

—¿Sentado en el suelo frente a nuestro edificio?

—Sí...

—¿Vino a verte?

Me sonrojé de inmediato. Ni siquiera barajé la posibilidad de encontrarme con Jayden otra vez, y menos que fuera él, quien estuviera esperándome afuera de mi edificio.

Nos acercamos a la entrada cuando levantó la cabeza de su celular y reparó en nosotros.

—Alana, hola. —Saludó poniéndose de pie—. Te estaba esperando. Hola Abby.

—Jayden, ¿qué haces aquí?

—Necesitaba hablar contigo. Reparó en nuestro acompañante tras nosotras—. Lo siento, no sabía que estarías ocupada. No tenía como contactarte, así que vine hasta aquí... varias veces... pero no estabas.

¿Qué Jayden estuvo aquí varias veces buscándome?

Pasó sus ojos de mí a Geb que se encontraba tras mi espalda, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo.

[#1] La promesa de un deseo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora