✨ 14. Cuando los sueños se hacen realidad

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El casino permaneció cerrado durante toda la semana debido a los arreglos para la reapertura.

En la televisión no se hablaba de otra cosa. La historia que se contaba era que un grupo de hombres armados intentaron robar al casino, pero Ray desestimó esa información, ya que no faltaba absolutamente nada. Solo unas cuantas fichas —de seguro tomadas por los mismos clientes—, pero sin grandes pérdidas, además de los daños materiales al salón.

La opinión pública estaba dividida, algunos exigían el cierre total del casino, al ser un lugar que fomentaba el vicio y atentados como el que acababa de ocurrir. Mientras que otros pedían la reapertura lo antes posible, ya que era de los pocos lugares diferentes donde pasar un buen rato de diversión.

A falta de Jayden y de su padre, Ray fue el portavoz del casino, y constantemente tenía que estar evadiendo a la prensa que lo seguía a todos lados.

Debido a esto, se expandió la noticia de que Vincent Parker estaba enfermo de gravedad y que su hijo estaba a cargo del negocio. Fue información suficiente para que los periodistas persiguieran a Jayden prácticamente desde que salió de la clínica y no dejaron de hostigarlo en ningún momento.

Muchos lo culpaban a él, como un blanco fácil y vulnerable, haciéndolo responsable del ataque. Jayden parecía angustiado todo el tiempo mientras las cámaras lo enfocaban. No estaba acostumbrado a ese tipo de juicios, su imagen siempre había sido del chico encantador y atractivo.

Desde el casino nos solicitaron modificar nuestros horarios para asistir algunas horas durante el día, y apoyar en labores de inventario u otras cosas que fueran necesarias, ya que por la noche no estaría abierto. El viernes después de clases, fui inmediatamente hasta allá.

El salón ya estaba casi listo, las lámparas de araña fueron reemplazadas por completo y el lugar brillaba de limpio. Cerca de las máquinas tragamonedas, Jayden junto a Ray, daban instrucciones a los encargados de las reparaciones.

Fui directo a la barra para ayudar a reponer los tragos de alcohol y otros insumos que se necesitaban.

Estaba ordenando las cocteleras cuando alcé la mirada y vi como Jayden miraba sobre su hombro y nuestros ojos se encontraron. Amplió su sonrisa, y luego de murmurar unas cosas a Ray, caminó en mi dirección.

Llevaba un cabestrillo que le inmovilizaba el brazo. Su atuendo era bastante sencillo, y a diferencia de lo que había visto por televisión, parecía de muy buen humor.

—Alana —dijo al llegar hasta la barra. Levanté la mirada y sus ojos azules me encandilaron. Parecían más brillantes que antes—. Te estaba esperando.

—Hola, Jayden —Saludé. A pesar de todo lo que había pasado, seguía actuando de manera infantil cuando estaba en su presencia. Cuatro años de un amor platónico no se borran de un momento a otro—. ¿Para qué me necesitas?

—¿Me acompañas?

Hizo un gesto con su mano buena, invitándome a seguirlo. Solté el trapo que había tomado y me limpié las manos en mi ropa, más de nerviosismo que por otra cosa. Dejé las cocteleras guardadas y lo seguí tras la barra hasta encontrarnos al final de esta.

Entramos a los pasillos interiores, hablando del acoso de los periodistas. Según él, estaba acostumbrado y no le importaban los comentarios externos, sin embargo, algo en su mirada me decía que esta situación le estaba afectando más de lo que se atrevía a admitir.

Llegamos a su oficina y lo seguí al interior cuando abrió la puerta. Ya no me sentía tan nerviosa al entrar a este lugar, estuve tantas veces antes que lo sentía familiar, tanto como estar detrás de la barra.

[#1] La promesa de un deseo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora