✨ 27. Sonrisa mágica

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Alana

—¿Qué?

La pregunta salió en un jadeo al mismo tiempo que Jayden. Giré mi cabeza para verlo, este no le quitaba la vista a su padre y prácticamente podía ver su pulso acelerarse en la vena de su cuello.

—¿Cómo es eso posible? Se supone que los genios no pueden procrear —cuestioné.

—Jovencita, no deberías creer todo lo que te dice un ser que se la ha pasado una eternidad manipulando los deseos de los demás. — El señor Parker me miró con curiosidad y sonrió con ironía —. Pero supongo que, es demasiado tarde para ti.

Se me aceleró el corazón, y no de emoción, sino de ansiedad. No confiaba en el padre de Jayden, pero si existía la remota posibilidad de que Geb me hubiese engañado...

Y nosotros...

Me llevé una mano al estómago al tiempo que sentía la bilis subiendo por mi garganta.

—¿Qué significa...? ¿Es cierto? ¿Yo soy... qué? ¿Por eso se cumple lo que deseo? ¿Qué es...?

Jayden soltaba preguntas atoradas, ahogándose entre palabras.

—Tranquilízate hijo. Eres tan humano como yo. Solo que la magia te brinda un... no sé, digamos que un carisma natural. Y no, no puedes cumplir deseos, eso solo lo pueden hacer los Ifrits.

—¿Entonces cómo...? ¿Cómo lo que deseo...?

—No tengo la menor idea.

Jayden se levantó de golpe frotándose la cara con las manos rodeando el sofá, daba vueltas por el lugar intentando liberar algo de la ansiedad que lo carcomía. Lo seguí con la mirada, viendo como empezaba a agitarse con cada pensamiento que cruzaba su mente. Volví a mirar al señor Parker, este me observaba con una sonrisa maliciosa.

—Necesito que me expliques, papá —dijo Jayden—. Necesito que me digas todo.

—¿Estás seguro de que quieres hablarlo ahora? ¿En frente de...?

—¡TODO, JODER!

Pegué un respingo en mi asiento. Jamás creí ver a Jayden tan descontrolado como ahora.

Tenía que reconocer que no lo conocía en absoluto. Lo único que sabía de él, era lo poco que habíamos convivido las últimas semanas desde que nos conocimos y todo lo que creé en mi mente después de años de verlo en la televisión y portadas de revistas.

—No te alteres — sonrió el señor Parker —. Los Djinn viven en el mismo mundo que nosotros, pero en una dimensión paralela. Son invisibles a nuestros ojos la mayor parte del tiempo, pero pueden dejarse ver cuando quieren. Y sí, señorita Heller, pueden reproducirse entre ellos o con humanos, aunque no es muy común.

—¿Y en qué me afecta esto? —insistió Jayden acercándose nuevamente al sofá, pero sin tomar asiento.

—En nada relevante. Las personas se sentirán atraídas hacia ti por la fuerza de esa magia. Pero nada más. No tienes poderes, no cumples deseos, ni nada parecido. Solo eres un chico normal con un atractivo mágico.

Eso explicaba la obsesión que sentía por Jayden. Solo era la magia atrayéndome.

Al igual que me había ocurrido con Geb.

Nada era real. Solo magia.

Jayden pareció pensar lo mismo que yo y me observó un momento, analizando mi rostro.

—¿Qué paso con mi madre?

—Ya te lo dije. Desapareció —dijo su padre cruzándose de brazos. Parecía que hablar de la mujer que amó alguna vez no le afectaba en absoluto—. Aunque podría estar aquí en este momento, y no lo sabríamos. Solo se hacen visibles cuando ellos quieren.

[#1] La promesa de un deseo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora