✨ 32. Confundiendo a la memoria

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Geb

Desperté con un dolor de cabeza, igual o peor que el que tuve antes de empezar a beber esa cerveza. Me cubrí los ojos con una mano, la luz de la ventana me molestaba de forma desesperante.

Alana no estaba a mi lado, sé que me dormí con ella anoche, pero tenía una confusión de pensamientos que no sabía que había sido real o y que no.

Me quedé mirando el techo, intentando recordar lo que ocurrió ayer. Fui a jugar al casino, gané bastante dinero, vi a Jayden en su oficina y luego... a partir de ahí todo se volvió confuso.

No pude quitarme de la mente algunas imágenes que no tenían ningún sentido en este contexto. Quizás fueron solo sueños. Aún intentaba asimilar esta idea de que los humanos soñaran y no despertarme asustado cada noche al no saber qué pasaba dentro de mi cabeza. Pero eso se sintió diferente, no era solo un sueño, era algo más.

Alana dejó un vaso con agua y unas píldoras en la mesa de noche. Tenía una sed desesperante, así que hice caso a su implícita orden.

¿Por qué a los humanos les gustaba beber y despertar en este estado? No lo entendía. 

Me levanté y salí de la habitación. Para mi sorpresa, ni Abby ni Alana se encontraban por el lugar.

Luego de pasar por la cocina, comer algo y meterme a la ducha, escuché la puerta de entrada abrirse y las risas de ambas chicas al entrar. Salí de la habitación aun con el cabello mojado para recibirlas.

—¡Vaya! Los muertos han salido de sus tumbas —bromeó Abby dejando unas bolsas en la cocina.

Alana caminó hacia mí, dándome un pequeño beso en los labios que recibí, pasmado. Pensé que estaría enfadada o algo parecido por los pocos recuerdos que tengo de ella regañándome en el casino, pero al contrario de lo que creí, estaba feliz. Tal vez solo fue un sueño.

—¿Dónde estaban?

—De compras —respondió rodeándome por la cintura. Pareció recordar algo y se separó de mí buscando algo en su bolso. Me extendió un fajo de billetes que tomé, confundido.

—¿Qué es esto? —pregunté.

—Aprovechamos de ir a cambiar tus fichas, ya que estábamos cerca del casino— respondió encogiéndose de hombros.

Fue hasta su habitación mientras yo la seguía entrando detrás de ella. Alana dejó sus cosas sobre el escritorio que siempre estaba desordenado. Por suerte, las fotos de Jayden ya no se encontraban pegadas en la pared como antes.

—¿Por qué me lo das? —cuestioné viéndola como se soltaba el cabello de la coleta que llevaba antes.

—Porque es tuyo —respondió mirándome por el espejo.

—No lo necesito, es para ustedes. Soy yo quien está aquí como un intruso.

—Geb, vives con nosotras ahora. Así que tendrás que hacerte responsable de los gastos igual que Abby y yo. No tienes que darnos todo el dinero, solo lo que te corresponde —explicó distraída.

—Pero ustedes pueden manejar este dinero mejor que-

—No era una sugerencia bebé, es mejor que empieces a hacerte responsable como lo hace todo el mundo. De seguro quieres ese dinero extra para otras cosas también.

Me dio una pequeña sonrisa a través del espejo y se la devolví de la misma forma. Todo estaba bien, Alana no estaba molesta, no había ocurrido nada relevante, pero seguía sintiéndome inquieto por algún motivo.

Esa forma de ser tan despreocupada y humilde de Alana me había obsesionado desde un principio. No entendía como alguien pudiendo tener todo lo que se le antojara, no lo deseara de inmediato.

[#1] La promesa de un deseo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora