✨ 30. No todo es maravilloso

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Alana

Tenía el estómago revuelto cuando crucé el umbral de la puerta trasera del casino Wonder Palace.

No había vuelto a ver ni hablar con Jayden desde la última vez que lo dejé plantado en el balcón de su habitación, luego de que se haya tomado tantas molestias en organizarme un hermoso cumpleaños y regalarme un bellísimo colgante que rechacé, junto con su declaración.

Por varios días, Geb había conseguido que me olvidara del mundo al confesarme todo lo que le estaba ocurriendo, dándome el mejor regalo de mi vida.

Nada me importaba. Ni la universidad, ni enfadarme con Abby por esconderme este gran secreto. Nada. Solo quería estar con él y recuperar el tiempo perdido.

Pero, lamentablemente, tenía que volver al mundo real. Por lo que allí estaba, caminando por los pasillos del casino en dirección a la oficina de Jayden para enfrentar mi destino como una adulta responsable. O lo mejor que podía ser con 19 años recién cumplidos.

Tomé aire para darme valor y golpeé 3 veces su puerta, la voz de Jayden me invitó a entrar. Abrí lentamente, asomando mi cabeza primero en caso de que no quisiese verme.

Se encontraba concentrado escribiendo en su notebook, iba vestido con un traje elegante, su cabello peinado y en general tan atractivo como siempre. Levantó la mirada cuando cerré la puerta a mi espalda y dejó de escribir de manera abrupta.

Durante un eterno segundo no ocurrió nada más que nosotros dos, mirándonos a los ojos sin decir nada que valiera la pena, una eternidad que él rompió al concentrarse en su pantalla.

—Alana —murmuró.

Mi cuerpo temblaba de pies a cabeza por el nerviosismo en ese momento. Por un instante, volví a sentirme como la chica de 14 años que se encontraba con su amor platónico de toda la vida.

Me aclaré la garganta antes de hablar.

—Jayden. Quise venir a explicarte.

—No necesitas hacerlo —interrumpió. Me callé de golpe y me detuve a medio camino entre la puerta y su escritorio—. Lo entiendo.

Continuó escribiendo sin prestarme atención. No supe que debía hacer ahora. No sabía si estaba bien, o estaba molesto conmigo. Ni siquiera estaba segura si podía seguir trabajando en el casino. Ahora que Geb tenía magia con fecha de caducidad, no podía darme en el gusto de perder un empleo tan bueno.

—Jayden —susurré. Me acerqué unos pasos y lo vi tensarse. Dejó de escribir y alzó la mirada para encontrarme—. Lo siento mucho, nunca fue mi intención herirte o...

—Alana. Está todo bien —repitió. La nuez de su garganta subió y bajó al tragar saliva. Estaba nervioso, pero intentaba aparentar que todo iba bien.

—Entiendo. —No quise insistir, me acomodé un mechón de cabello tras la oreja y esta vez fui yo quien bajó la mirada. Me sentía muy avergonzada—. Yo... necesito saber si puedo seguir trabajando aquí, si dices que no, me iré y no diré nada.

—No voy a despedirte por algo así. —Bajó la mirada y jugueteó con sus manos antes de volver a alzar su rostro y enfrentarme—. No sé qué concepto tienes de mí, pero no soy una mala persona, solo tomo decisiones equivocadas, como todo el mundo.

—Lo siento —murmuré cohibida—. No sé qué más puedo decir.

—No tienes que decir nada. —Intentó sonreír, pero el gesto fue tan falso que incluso él lo notó y se pasó la mano por el rostro—. Tal vez... me hubiese gustado que fueses sincera cuando te pregunté si tenías algo con Geb.

[#1] La promesa de un deseo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora