[#1] La promesa de un deseo©

✨ 38. El deseo prometido

Último capítulo :(
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Alana

Al abrir los ojos, todo se iluminó con una luz blanca que salió disparada directo a Iblís dándole de lleno en el pecho con una explosión.

El golpe fue tan fuerte como sorpresivo. El hombre cayó de espaldas arrastrándose varios metros por el salón lejos de mí.

Me levanté, jadeando por el esfuerzo, me miré las manos, una luz celeste las envolvía con un leve resplandor, llenándome de una energía indescriptible. Sentía como mi cuerpo se recuperaba dotándome de una adrenalina que me hacía pensar que podría luchar contra el mismísimo diablo.

Escuché unos pasos tras de mí y me giré para encontrarme con Jayden que me miraba boquiabierto.

—Dios mío, Alana... —susurró. Sacudió la cabeza y centró su atención en mí—. ¿Estás bien?

—Sí —respondí. 

Lo observé en detalle. Sus ojos azules me miraban con preocupación, ya no brillaban como hace unos minutos, pero ahora que conocía a su madre, me era imposible no verla a través de sus ojos.

Protege a Jayden.

La voz de aquella mujer se colaba en mis pensamientos, debía protegerlo a toda costa.

—¿Aún tienes el anillo? —pregunté. Él asintió en silencio—. Jayden, no importa lo que pase, jamás debes usar el poder de este anillo, ¿entiendes?

—Pero... —dudó.

—¡Jamás! —ordené.

Jayden jugueteó con el anillo que seguía en su dedo, antes de retirarlo y guardarlo en su bolsillo.

—Si salimos vivos de esto, lo dejaré en un lugar seguro donde no podrá afectar a nadie, te lo prometo.

Asentí en respuesta y nos observamos.

Por algún motivo sentí que algo en nosotros había cambiado. Ahora estábamos unidos por más que una amistad, era consciente de esto, entendía que aquella atracción obsesiva que sentía hacia él no era nada más que la magia, atrayendo la magia.

—Sabía que tenías un gran poder —masculló Iblís en su forma humana, poniéndose de pie. En un movimiento repentino, apareció junto a Geb que seguía inconsciente en el suelo y lo sujetó de la cabeza—. El cuerpo humano es tan frágil, con un solo movimiento yo podría...

—¡Déjalo en paz! —exigí. Me adelanté un paso zafándome del brazo de Jayden que intentaba detenerme—. Si quieres poder, toma el mío.

—¡Alana! ¿¡Qué haces!? —susurró Jayden, aterrado.

—Déjame, se lo que estoy haciendo.

Caminé por el salón, acercándome a Iblís, que seguía usando a Geb para amenazarme. Me miró con una sonrisa desquiciada.

—Aaaah, puedo sentirlo. Tu poder es magnífico.

Me detuve a medio camino sin dejar de mirarlo.

—Déjalo ir y aléjate de él.

—¿O qué, princesa? No tienes tanta experiencia usando la magia, es obvio que antes recibiste ayuda para doblegarme.

En ese momento, Geb abrió lentamente los ojos y sin comprender lo que ocurría, se removió en los brazos de su captor.

—Alana —jadeó.

Forcejeó con Iblís, pero este lo sujetó con más fuerza. Geb dimensionó la magnitud del peligro en el que se encontraba y se quedó quieto, pero no tranquilo.