¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
LA CABEZA DE HIKARI DOLÍA, la pelirroja podía intuir que era debido a la falta de sueño. A pesar de que había logrado dormir a las pocas horas se despertó, y para sorpresa de nadie fue por culpa de otro sueño relacionado con Disney. En el cual salían Scar y las hienas quejándose.
Por mucho que le gustara aquella película, Hikari no podía evitar maldecirla en su mente. Gracias a ello perdió completamente el sueño, pues se quedó pensando en lo que ocurriría al amanecer.
El día anterior ya habían escuchado todo el plan del pelirrojo y ahora se encontraban a la espera, preparados para desenmascarar al líder de Savanaclaw.
Y eso le causaba bastante nerviosismo.
Sus manos temblaban tanto que casi no podía sostener el teléfono móvil, dónde se aseguraba de revisar las notas que tenía apuntadas. Intentaba tranquilizarse y asegurarse de que todo iba a estar bien, pero algo le decía todo lo contrario.
Los recuerdos del overblot de Riddle seguían en su mente y no se desvanecían. Hikari tenía miedo que volviera a ocurrir lo mismo, era consciente de que era una inútil en la batalla. El anterior overblot había sido prueba de ello. Así que si Leona llegara a tal punto solo por arruinar sus planes, iban a estar jodidos. Leona se veía mucho más fuerte y peligroso que Riddle.
Aunque si Hikari se ponía a pensar, el Overblot de Riddle no fue solamente causado porque le tocaron las narices. Más bien fue porque pusieron en duda todo en lo que creía, incluso llegando a afirmar que su madre le había educado mal. Fueron por la ruta de sus traumas, lo que causó su estallido. Esta vez solo iban a arruinar los planes del líder de Savanaclaw, nada más.
Tenía que mantener su ánimo en alto, después de todo, ella había estado bastante emocionada en el proceso. Además, realmente deseaba ver el rostro de ira del moreno al ver como unos niños entrometidos estropearon sus planes.
Pero la duda seguía presente. Así fue hasta que amaneció, donde para su sorpresa alguien pareció entrar al dormitorio.
Esta vez no era un producto de su imaginación, escuchó claramente como la puerta del dormitorio se abrió y como la madera chirriaba al compás de unos pasos. La joven agarró rápidamente una zapatilla del suelo, por si a la persona se le ocurría entrar justamente a su habitación.
Hikari sentía su corazón palpitar, tenía terror de saber de quién se trataba pero rezaba porqué fuera uno de sus dos estúpidos compañeros.
Los pasos se detuvieron frente a su puerta y con ellos el corazón de la pelirroja, o eso creyó al menos. Poco después se escuchó como el intruso golpeó la puerta.
