Y si sale mal, serán anécdotas.

1.1K 125 113
                                    

4 de octubre.

Irish.
El frio de Londres aun siendo octubre, es increíble. A estas alturas en mi pueblo, aun podías ir con una camiseta de manga larga fina... ¿Pero aquí? ¡Imposible!
Esta mañana he ido a por mí café favorito y a comprar unas cosas que me hacían falta para casa y casi muero en el intento. Cuando me he despertado, he visto el sol por la ventana y he caído en su trampa...El viento soplaba con demasiada fuerza y casi pierdo el paraguas unas tres veces.
Recordatorio para no fiarme nunca del clima de Londres.

Nada mas llegar a casa, salgo corriendo, directa a mi pijama calentito y me lo comienzo a poner con demasiada prisa.

— ¡Voy, un momento! —Contesto cuando tocan al timbre y aun tenia la pierna a medio entrar en el pantalón rosa. Camino hasta la puerta peleándome contra las mangas. Abro la puerta, pero aun así me distraigo un minuto con ellas.

—Hola...—Oigo su voz y le miro por encima de mis gafas.

—Oh, hola...—Sonrío al verle ante a mí.

—Bonito outfit, ¿A dónde vamos? —Me mira divertido.

—Acabo de llegar de la calle, he salido con una simple sudadera y casi me quedo congelada en la acera...—Me abrazo a mí misma para entrar en calor.

—Algo me dice que no eres londinense...—Levanta una de sus comisuras.

—No, no lo soy... ¿Tanto se nota? —Hago un mohín, medio divertida. Él deja salir la sonrisa que contenía y mira al suelo.

—Bueno, venía mas que nada a saber si la cena de mañana sigue en pie...—Se rasca la nuca.

— ¡Claro! —Respondo alegre y me mira atento. —¿Vendréis los dos? —Señale a su compañero de piso, que se asoma por la puerta con el móvil.

—Eh...—Sigue mi mirada. —No. —La devuelve a mi con una sonrisa. —Vendré solo yo, Dylan trabaja...—Hace un gesto bajo para restarle importancia.

—Oh, si queréis la cambiamos de día para que pueda venir...—Ofrezco.

—No, no, tranquila...Ha dicho que no le importa. —Sonríe.

—Pero podéis guardarme un poco de postre...—Añade Dylan con una sonrisa inocente.

—Claro, haré brownie. —Le sonrío. Estoy demasiado feliz por llevarme bien con mis vecinos, era algo que me atormentaba en el pueblo.

— ¿Brownie mágico? —Dylan alza las cejas, interesado.

— ¿Eh? —Le miro sin entender de que habla.

—Brownie, pero con un toque especial. —Dylan se acerca y veo por el rabillo del ojo como Jake rueda los ojos.

—Oh, no, no....—Niego con la cabeza. —No lleva frutos secos, mi madre es alérgica y ya me he acostumbrado. —Les sonrío.

—Se refiere a otro tipo de ingrediente...—Aclara Jake, suspirando cansado de su amigo.

— ¿María? ¿Te suena? —Dylan me mira con las cejas levantadas. Frunzo el ceño.

— ¿Marihuana? —Hablo demasiado alto y la vecina se gira a vernos raro. Dylan chasquea los dedos y me señala.

—Ahí le has dado. —Sonríe sin hacerle caso a la señora que seguía mirándonos mientras abría la puerta de su casa.

—Pues...Yo no tengo en casa, pero si...—Me encojo de hombros.

—No le hagas ni caso, el brownie clásico estará bien. —Jake me para.

El amor verdadero es caprichoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora