La luz es fácil de amar, muéstrame tu oscuridad.

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7 de octubre.

Irish.
Seguía repitiendo sus palabras en mi cabeza: "¿Quién te ha hecho sentir tan insuficiente?"

¿Por qué no me había atrevido a contestar? Sabia la respuesta y aun así preferí cortar la conversación y volver adentro y acostarme junto a Almendra.
El sonido del teléfono me saca del trance en el que he entrado.

—Dime, Ash...—Me paso una mano por el pelo y miro el móvil, como siempre, es videollamada.

— ¿Estabas escribiendo? —Habla con la boca llena. —Nunca me mandaste el siguiente capítulo. —Me vuelve a reprochar como si las quince veces que lo había hecho por mensaje no fueran suficientes.

—Em...—Miro la pantalla del ordenador frente a mí. —No, no....—Niego con la cabeza y miro a mi hermana de nuevo. —Estaba...—Dudo en decírselo o no.

—Suéltalo ya, pesada. —Se lleva otra galleta a la boca.

—Estoy buscando trabajo, ¿Vale? —Me encojo de hombros.

—Pero, ¿No querías dedicarte plenamente a escribir? —Se chuperretea un dedo.

—Joder, Ash, claro que quiero. —Hago un gesto vago. —Pero no es tan sencillo...—Le miro con un mohín.

— ¿Por qué no? Eres una muy buena escritora. —Frunce el ceño.

—Ya te he dicho que no me llames así, Ash. —Ruedo los ojos con pesadez.

—Sigo sin entender porque no te consideras una. —Niega con la cabeza, irónica.

—No les he enseñado a nadie más mis proyectos, solo a ti, Ash...—Sonrío con sarcasmo.

—Pero ser escritora no solo significa ser famosa, puedes ser escritora y escribir para ti misma...O para tu hermana favorita. —Añade con una sonrisa.

—Tampoco es que tengas competencia...—Me rio.

—Cállate, sabes que tengo razón. —Alza las cejas.

— ¿Con lo de ser mi hermana favorita? —Sonrío de lado.

—Con ambas cosas. —Me dedica una sonrisa inocente. —Pero, bueno, ¿De qué estás buscando trabajo?

—Pues...—Deslizo el ratón del ordenador hacia abajo. —Camarera...Dependienta de una boutique...—Hago un mohín.

—No. —Dice ella con una galleta entre los dientes.

—Un Burger...—Frunzo el ceño y sé que Ash también. —Oh...—Alzo las cejas al ver una oferta interesante.

— ¿Qué? ¿De que es? —Pregunta curiosa.

—Una librería...—Sonrío sin siquiera quererlo.

—Uhhh, ¿Te dejarían publicar algún libro? —Habla con la boca llena.

—Ash, no empieces...—Ruedo los ojos y pincho en el link del trabajo.

—Perdón, perdón... ¿Lo vas a pillar? —Me mira fijamente.

—Deberán pillarme ellos a mí, pero sí. Supongo que sí. —Sonrío al igual que mi hermana pequeña.



—Así que, estás interesada en el trabajo de bibliotecaria...—Me sonríe y deja mi taza de café frente a mí. Yo sonrío como agradecimiento.

—Sí, siempre me ha encantado el mundo de la lectura...—Agarro la taza entre mis manos y consigue calentarlas.

— ¿Y por que aquí, Irish? —Se cruza de piernas en el sillón frente a mí.

—Llevo poco tiempo viviendo en Londres...—Comento con una sonrisa de orgullo. —Y cuando me contactaste para vernos hoy mismo, me quedé impresionada al ver que era la misma librería por la que paso casi todos los días para ir al super. —Suelto una risita. —Y mentiría si no dijese que muchas veces me quedo pasmada frente la cristalera. —Ella me sonríe.

—Wow, ¿Y que me cuentas de ti? Supongo que te gustará leer o....—Deja ese otro espacio en blanco para que yo lo rellenase, pero no podía.

—Bueno, soy de un pueblo cercano a aquí...—Pienso que decir. —Tengo veintitrés años, aunque en unos días cumplo veinticuatro. —Sonrío. —Mmm, me llevo interesando desde bien pequeña por los libros...Aunque mis favoritos siempre serán los clásicos. —Asiento, perdida en mi pensamiento.

—Me alegra oír eso...—Asiente y se levanta, yo la imito sin entender bien que hacer. —Pero yo estoy aquí solo para que mi abuelo te de el visto bueno antes de trabajar contigo. —Sonríe inocente.

—Y lo tienes. —Escucho una voz y me giro, un poco perdida ante la situación. Un señor de unos setenta y pico años aparece por una puerta corredera junto a su bastón.

— ¿Qué? —Frunzo el ceño sin entender.

—Te gustan los clásicos. —Habla su nieta mientras agarraba sus cosas de la silla. —Ya le has ganado. —Se encoje de hombros.

—Tienes el trabajo, Irish. —Camina hacia nosotras.

— ¿Qué? —No podía decir nada más.

—No hagas que dude, llevo buscándole a alguien desde septiembre...—La nieta me mira e intercalo miradas entre ambos.

—Eh...Y, ¿Cuándo empezaría, señor? —Le pregunto, nerviosa.

—Primero, no me llames señor, me siento un vejestorio. —Pide mientras rebusca algo bajo el mostrador. —Y segundo, empiezas cuando tu quieras. —Se asoma con una sonrisa.

— ¿Qué? No entiendo...—Niego y suelto una risa nerviosa.

—Empiezas, acabas y cobras lo que quieras. —Dice con simplicidad.

— ¿Esto es una broma? —Miro a la nieta.

—No, cielo. Así es él. —Se encoje de hombros. —Simplemente...Intenta acostumbrarte. —Me sonríe y sale por la puerta.

Cuando ya estoy tomando una ensalada variada, con el pijama de unicornios puesto y con Almendra roncando a mi lado...Tocan a mi timbre. Con el bocado de ensalada en la boca, me levanto y camino hasta la puerta para abrirla.

—Hola...—Saludo tapándome la boca para no llenar mi nuevo felpudo de Taylor Swift de tomate y lechuga.

—Hola, perdón por las horas, pero acabo de llegar y....—Le resta importancia con un gesto vago. —El caso, que llevo pensando todo el día en pedirte disculpas. —Dice al fin y me tengo que agarrar a la puerta para no darle un abrazo. ¿Por qué no podían ser tan claros siempre?

—Jake...—Niego con la cabeza, pero no me deja hablar.

—No, enserio, Irish...Siento muchísimo si la conversación de ayer te generó incomodidad, te prometo que es lo ultimo que quería...—Me mira a los ojos.

—Tranqui, todo bien. —Le sonrío con sinceridad.

— ¿Enserio? Puedo comprarte calcetines de gatos como ofrenda, si quieres. —Sonríe de lado.

—Nunca me negaría a eso, pero sí, estamos bien. —Sonrío también y él se ríe con ironía.

—Perfecto, mañana te compro quince pares. —Se pasa una mano por el pelo. —Bueno, dejo que termines de cenar tranquila...—Me sonríe y comienza a andar hacia su apartamento.

—O, podrías pasar y escuchar como mi nuevo jefe me va a pagar mil quinientas libras al mes...—Me asomo por la puerta.

— ¿Qué? ¿Mil quinientas? —Se gira a verme con una sonrisa. — ¿De que trabajas? —Inquiere y le miro con el ceño fruncido. —Para copiarme...—Me sonríe inocente mientras entra a mi apartamento.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧
¡Gentecilla guapa! De vuelta con mis niños🤍🤎 Espero que hayáis disfrutado del capítulo <3

El amor verdadero es caprichoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora