No nos dejemos ir, no quiero encontrar a nadie más.

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3 de enero.

Irish.
Mis pensamientos son confusos casi la mayoría del tiempo.
Pero, tras esa frase: Ahora eran el doble.

—Jake...—Niego al instante y bajo la mirada.

—Sé que no entraba en nuestros planes mudarnos juntos y que puede que sea muy temprano, pero Irish, nos hemos pasado dos meses sin contacto...Lo siento, pero ahora no quiero perderme más tiempo de tu vida. —Su voz suena convencida y mis ojos se relajan ante los suyos.

—Estás loco. —No puedo ni parpadear.

—Puede, pero si el estarlo me permite vivir a tu lado algo tan importante...Me da igual serlo. De hecho, me da igual todo. —Suelta una risa nerviosa y yo no puedo ni moverme.

—No tienes que hacerlo. —Es lo único que sale de mis cuerdas vocales.

—Lo sé.

— ¿Pero quieres hacerlo?

—Irish, si necesitas que te lo diga quince veces, lo haré. Pero la respuesta seguirá siendo la misma...—Niega con la cabeza.

—Te cansarás de mí, soy pésima compañera de piso. —Trago saliva con dificultad y me remuevo en el asiento como si hubiese vuelto a la vida. —No lavo los platos después de comer, ni limpio el polvo semanalmente...—Me levanto de la silla por la repentina necesidad de crear espacio entre nuestras opiniones.

—Irish. —Intenta frenarme.

—Y mi habitación es una leonera, y si estoy con la regla ya ni te cuento. —Suelto una risa nerviosa y rasco mi frente con desespero.

—Irish, para. —Sujeta mi mano. —Sé que ahora estás asustada, pero no vuelvas a decir que me cansaré de ti porque nunca lo haría. —Asegura y mi respiración hace saltar mi pecho. —Relájate, piensa y lo que decidas haremos. —Se encoje de hombros y recoge un mechón perdido para colocarlo tras mi oreja. —Solo quería que supieses mi opinión. —Sostiene mi cabeza para besar mi cabello y vuelve a dejarme sola en la habitación. O con mis pensamientos que es peor.

Tras más de quince minutos de meditarlo y estar en completo silencio y soledad, Dylan abre la puerta de la habitación casi aplastándome.

— ¿Pero tú que haces ahí? —Se asoma por el canto de la puerta y yo le miro desde el suelo sin decir nada. — ¿Qué ha pasado? Cuéntaselo al tío Dylan...—Se sienta a mi lado terminando de masticar lo que llevase en la boca.

— ¿Cómo una persona puede estar tan seguro de todo lo que siente? —Apoyo la barbilla en mi brazo que descansaba en mis rodillas alzadas.

— ¿Lo dices por Jake? —Señala hacia el salón y yo asiento. —Ese no tiene ni puñetera idea de nada, te quiere, eso es obvio, pero incluso él mismo sigue sin comprenderlo.

—Me ha dicho de irnos a Nueva York juntos. —Suelto y su mirada se desvía a la nada. — ¿Qué? —Observo su cara en busca de respuestas.

—Nada, nada...—Su voz es baja y eso es raro en él.

—Dylan, dime lo que sea que sepas, me pones de los nervios. —Me giro a verle.

—No me presiones, es complicado. —Se levanta y yo le sigo. — ¿Por qué siempre estaré en estas situaciones? —Habla consigo mismo.

— ¿Qué situaciones? —Le persigo por la habitación.

—Es raro que no se lo haya dicho...—Se lleva la mano a los labios y muerde con desespero una de sus uñas.

— ¿Puedes dejar de ser tan rarito y decirme que es lo que pasa? —Agarro su brazo con ambas manos y se gira a mí.

—Jake trabaja para uno de los mejores canales periodísticos de Londres. —Suelta y yo le miro con atención. —Lo consiguió poco después de que tu te fueras, así que supongo que por eso no te lo dijo. —Ralentiza sus palabras al ver como suelto su brazo con lentitud y tengo que sentarme en la cama para digerirlo todo.

—Pero...No tiene sentido, ¿Por qué dejaría su trabajo soñado para mudarse a Nueva York?

—Porque es tonto, y te quiere. —Se encoje de hombros. —Y te seguiría al final del mundo si se lo pides.

—No puedo dejar que pierda su trabajo por vivir conmigo...—Le miro con desespero.

Tras que Dylan huyese como el cagado que es y desapareciese del piso, salgo en busca del imbécil que pensaba dejarlo todo solo por mí.

—Jake, cielo...—Le llamo desde el sofá, ya que él limpiaba los platos en la cocina.

—Dime. —Se seca las manos con un trapo y camina hacia mí.

—Antes de nada...—Trago saliva. —Necesito que sepas que pase lo que pase estoy muy agradecida por todo, ¿Vale?

—No quieres que vaya contigo. —Deduce y no consigo descifrar sus expresiones.

—Sé que estás cubriendo las noticias del canal siete. —Muerdo el interior del labio.

—Irish, si es por eso...—Niega con la cabeza.

—Pues claro que es por eso, Jake. —Suelto una risa sarcástica. —Sé que me seguirías a cualquier lado con tal de verme feliz, pero no puedo permitir que dejes el trabajo de tu vida por ello. Y tu tampoco deberías.

—Irish, puedo conseguir otro trabajo allí...—Le quita importancia y yo sujeto su cara entre mis manos.

—Jake, cielo, no quiero que consigas otro trabajo. —Le sonrío, aunque él me mire con los ojos entornados.

— ¿Entonces...?

—Entonces tú te quedas, y cuidas del idiota de Dylan. —Bromeo para quitarle hierro a la conversación. —Y yo vendré siempre que pueda, hablaremos por Skype o por donde haga falta, pero tu vas a convertirte en un gran periodista. —Aseguro y él suspira antes de sostener mis manos en las suyas.

—Te quiero. —Confiesa y mi corazón da un vuelco.

—Yo también te quiero, Jake. —Coincido tras luchar con el nudo de mi garganta. Jake sonríe y corta el espacio entre nosotros para besarme.





— ¿Sobrevivirás sin mí? —Enlazo mis manos tras su espalda.

—Probablemente no. —Asiente con un mohín.

—Deja de acapararla, pesado. —Liv me estira de la sudadera y se abraza a mi cuello como si me estuviese yendo a la otra punta del mundo.

—Liv...—Intento separarla de mí. —Liv, mi vuelo sale en quince minutos. -Me rio.

—Me da igual. —Me sostiene aún más fuerte y mi vuelo vuelve a ser nombrado por los altavoces.

—Olivia, se tiene que ir. —Jake coincide conmigo y al fin me suelta.

—Come bien, no te duermas muy tarde hablando con este imbécil...—Señala a Jake y él rueda los ojos, ofendido. —Y, sobre todo, saca ese puñetero libro cuanto antes. O me veré obligada a trasladarme contigo. —Me abraza por última vez.

—Antes que tú, me voy yo con ella. —Jake me atrae a sus brazos y yo rio bajo él. —Llámame en cuanto llegues. —Besa mi pelo.

—Jake, serán las cuatro aquí...—Me rio, apartándome para verle.

—Bueno, pues te llamo yo. —Me arrebata un beso. —Lleva cuidado, ¿Eh? —Acaricia mi mejilla.

—Tú también, guapito.

Un escalofrío me recorre por saber que aquella mirada de ojos pecosos dejaría de brillar frente a mí. Saber que no podría recontar esas motas verdosas de sus ojos cuando yo quisiese me reventaba por dentro...Pero, menos mal, que esas cientas de virutas me esperarían al volver.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧
GENTECILLA GUAPA!! Otro capítulo más, que lo disfrutéis!💞

El amor verdadero es caprichoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora