Te escribí una carta que jamás leerás, con sentimientos que jamás sabrás.

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28 de diciembre.

Irish.
Pasar casi dos meses en casa de mi madre se sentía como volver a tener diecisiete y pensar que forrar mis paredes con todos los posters de One Direction y Taylor Swift era una buena idea.
Sinceramente, si creo que haya mejorado desde aquel nueve de noviembre en el cual mi mejor amiga me obligó a volver a casa; Retomé la terapia, volví a la medicación para la ansiedad y soporté las quince preguntas diarias de mi madre acerca de si quería llamar a mi hermano mayor, que seguía teniendo aquel puesto...Doy gracias a día de hoy que Ash no se separase de mí.
Ahora tocaba volver a la realidad.

— ¿Crees que es lo correcto? —Pregunta Emily con tranquilidad.

—Creo que es una oportunidad que no puedo rechazar. —Me encojo de hombros. —Es la oportunidad de mi vida, Emily, lo sabes. —Frunzo los labios y ella me sonríe.

—Lo sé. Pero también sé que te vas a marchar sin cerrar vínculos...—Ladea la cabeza desde su asiento y yo aparto la mirada.

—Estoy mucho mejor con ese tema. Escribir me ha ayudado...—Asiento.

—Y, a Londres... ¿No quieres volver?


— ¿Enserio? ¿Vas a volverte? —Ash me mira cabreada desde la esquina de mi cama.

—Solo será un día. Recojo lo que queda en el piso y duermo con Liv...—Continúo agarrando cosas del armario.

—Y, ¿no vas a verlo? —Compartimos una mirada.

—No. —Me encojo de hombros, convencida. —Voy a ver a mi mejor amiga. —Finalizo.

—Ya...—Se levanta de la cama para alcanzar las galletas del escritorio. — ¿Y que le piensas decir a mamá? —Se vuelve a recostar.

—Bueno...—Le sonrío con inocencia y ella me cala al instante.

—No. —Se niega al momento.

—Porfa...—Suplico.

—Tengo quince años, no puedo cargar con tanta responsabilidad. —Se escaquea.

—Tienes quince cuando te interesa...—Le miro mal. —Solo tienes que decirle que vuelvo a Londres. Solo eso.

—Que no. Que va a empezar con sus preguntas y me va a pillar. —Habla con la boca llena.

—Bueno, pero mejor que te pille a ti que a mí. Que es capaz de no dejarme montar en el avión. —Digo y consigo que dude. —Venga, y te paso lo último que tengo escrito de ya sabes qué. —Sonrío con inocencia.

—Eso es jugar sucio...—Me mira mal. —Pero acepto. —Añade al instante.

— ¿Estás segura de esto, Irish? —Vuelve a preguntar Liv desde el marco de la puerta principal.

—No creo que pueda volver. —Me encojo de hombros.

—Lo sé, pero a lo mejor deberías esperar a verlo y....No sé, decidir con la cabeza fría.

—No, no necesito verle. —Me niego al instante. —He pasado página...—Suspiro y alzo la cabeza para mirarle. —Me voy. —Finalizo la conversación.

—Bien. —Asiente a pesar de no estar de acuerdo con la decisión tomada. Yo le sonrío con un mohín y coloco el cartel de "Se alquila" en aquel balcón que tantos momentos nos había dado. —Venga ahora ayúdame con las cajas...

Pierdo la cuenta de las cajas que he bajado por la escalera, quiero un descanso hasta que salgo del maletero del coche de Liv y la veo apoyada sobre el capó.

— ¿Qué haces? Quedan más arriba. —Me acerco a ella con los brazos en jarra, casi jadeando por la pelea que acababa de tener con el arenero de Almendra para guardarlo. Ella señala con la cabeza hacia detrás mia con desgana y yo me giro con el ceño fruncido.

El amor verdadero es caprichoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora