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– Sí....sí....me encanta....¡Sí!

– Eres....eres – trataba de articular palabra – Fantástico.

– Dedos no...te quiero a ti...¡ah!

– Sí...así...me encanta, tan bueno, tan mío. 

Tan mío

Tan mío

Mío.

– ¿Señor Lee? ¿Señor Lee? ¿Llamo a un doctor? ¡Señor Lee!

– ¿Ah?

– ¿Se siente bien?

Parpadeé volviendo en mí y logré captar a Jessi parada en la puerta de mi oficina.

– ¿Qué sucede, Jessi?

– Bueno, en parte venía para recordarle que pasado mañana me voy ¿el permiso que me dió sigue en pie?

– Claro que sí, Jessi. ¿Conseguiste algún vacante temporal?

– No, aún no. 

– Entiendo. ¿Algo más?

– El Señor Bang quiere verlo, aguarda afuera con otro chico.

Alcé mi vista hacia ella.

– Déjalos pasar y que nadie me interrumpo – asintió.

–Como ordene – salió.

Segundos después Chan y I.N entraron por la puerta de mi oficina.

El último silbó cuando entró.

– Mira nada más ¿esto es tuyo?

– Lamentablemente, sí.

– Pues para mí no es nada lamentable ¡esto es un paraíso!

– Supongo – me recargué en el respaldo de mi silla.

I.N posó sus brazos en su cadera y me miró regalándome una mirada evaluadora. Se acercó caminando hasta colocarse detrás de mí. Sentí sus manos en mis hombros masajeando mis trapecios, cerré mis ojos.

– No mames, estás bien tenso. 

– Yo siempre le digo que muchas horas de trabajo le hacen daño, pero aquí el masoquista sigue – habló Chan desde una de las sillas que estaban enfrente de mi escritorio.

– ¿No tienes personal que te ayude?

– Sí, es solo que prefiero hacerlo por mi cuenta, aparte mi secretaria personal me pidió un tiempo de descanso, dijo algo así de que habían hospitalizado a su mamá y obviamente le di el permiso.

– ¿Y ahora tienes más trabajo? – dejó de masajearme y se sentó junto a Chan en la otra silla.

– No tanto, pero sí – me reacomodé en mi asiento mientras dejaba salir un suspiro. 

– ¿Tanto como para salir con nosotros? – puso un puchero en sus labios que en él se veía completamente divertido mientras que yo viraba mis ojos mientras sonreía. 

 – No lo creo – respondí finalmente.

– Ay –cruzó sus brazos.

– Te lo dije, ahora paga – habló Chan y los miré a ambos confundido.

Jeongin maldijo bajo y le extendió un billete a Chan.

– Muchas gracias, Min, me hiciste perder dinero a lo pendejo.

A través de la máscara | Adaptación MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora