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– No-no puedo – gimió ronco.

– Yo se que tú puedes – comencé a embestir rápido y duro, la cama comenzó a rechinar – Vente para mí, precioso – gimió. – Eres tan... tan hermoso, mírate, bajo de mí, mi cuerpo sobre el tuyo – embestí – Eres lo más bonito que han visto mis ojos, tu piel es tan hermosa – gimió más fuerte.

- La su-suya también... agh..es tan bueno....increíble – gimió.

- Vamos, tu puedes, bebé – jadeé – Así, sí..sí..– me estrellé en su próstata una vez más y mi vista se nubló, me vine en el condón y él una vez más sobre mi pecho.

Desperté.

Tallé mi rostro con mis manos.

Tomé mi celular y lo encendí: "2:00 pm".

– No mames – dejé el celular en la cama y me levanté. Pisé el cobertor que estaba en el suelo y resbalé cayendo el piso – Que pedo conmigo – dije para mí, me pegué en la frente con mi mano y me dirigí al baño.

20 minutos después salí con una toalla envolviendo mi cadera y con la otra secaba el cabello.

Mi celular sono y lo tomé. En el identificador estaba el nombre de Chan. Contesté.


¿Estás en la empresa? –

– Nop.

Que bueno porque voy para tu casa –

– No mames wey, me acabo de despertar.

¡Son las pinches dos de la tarde! No mames –

– Se me fue el tiempo volando, apenas salí de bañarme.

No sabía que conocías el agua –

– Idiota.

Como sea, llevo comida. Estoy en veinte. –

Colgó.





Tiré el celular a la cama y me vestí. Revisé de manera rápida algún correo en mi computador, pero no había nada, estaba vacío.

El timbre sonó y bajé a abrir.

– Hola, mugroso – saludó.

– Pasa y cállate –fuimos a la sala y comenzamos a comer.

En todo el rato en el que estábamos comiendo notaba que Chan se me quedaba viendo de una manera muy...rara. Me dediqué a ver mi celular o cualquier lugar que no fuera su cara.

Al terminar me levanté a lavar mi plato y mis manos.

Volví a sentarme donde estábamos antes, tenía una mesita en el centro de mi sala donde nos sentamos en el suelo. En cuanto me senté la pregunta de Chan me hizo bajar la mirada al suelo.

– ¿Ya me vas a decir que te pasa?

– No me pasa nada – centré mi mirada en mi celular.

– Ajá y yo soy la primera dama – quité mi mirada del celular y lo miré con el ceño fruncido – A mí no me puedes mentir, sabes que soy la única persona que puede entenderte y si estoy aquí es porque te veo raro. Desde que me dijiste ayer que te sentías confundido pensé que algo andaba mal contigo – hizo una pausa – Y creo que no fallé.

A través de la máscara | Adaptación MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora