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- Y-yo - tartamudeó nervioso, cubriendo su cuerpo de manera rápida.

Mi corazón comenzó a latir desenfrenado, parecía que se me quería salir del pecho.

Por suerte no había mirado de más, lo había encontrado saliendo del baño enredando su toalla en su cuerpo y cuando me vio, soltó la toalla asustado, pero de inmediato la subió y se tapó.

No iba a negar que mi cuerpo estaba respondiendo de manera involuntaria.

Necesitaba salir de ahí o cometería una locura.

Aparté mi rostro y di media vuelta regresando a mi habitación. Cerré su puerta y me dejé caer en mi cama esperando a que mi corazón dejará de latir tan rápido.

Miré hacia un punto fijo.

Su cuerpo brilloso por el agua se reproduce en mi cabeza.

Sus mejillas sonrojadas al verme.

No pensé volver a desear algo con la misma intensidad.

No podía negarlo.

Yo quería tenerlo en mi cama.

Bajo de mí.

No.

No haría nada que él no quisiera.

Me levanté dispuesto a salir a echar un buen polvo, necesitaba sacarme la idea de querer acostarme con mi asistente, pero me detuve al escuchar unos toques en la puerta.

Era él.

Tomé una camisa y me envolví en ella.

- Adelante.

La puerta se abrió y pude verlo una vez más, pero esta vez era tapado por un chándal envolviendo la parte de abajo de su cuerpo y una camisa holgada cubriendo lo de arriba.

Sus mejillas estaban al rojo vivo.

- Y-yo - comenzó.

- No digas nada - dije sin más - Quiero pedirte una disculpa por entrar así a tu habitación, iba a preguntarte si querías algo de cenar.

- N-no se preocupe, yo no puse el seguro en la puerta, soy muy olvidadizo - excusó.

- Dejémoslo como un accidente – asintió de acuerdo – Entonces, ¿tienes hambre? – asintió apenado – Acompáñame al restaurante del hotel, cenaremos algo, ¿te parece? Tómalo como un acuerdo de paz olvidando el mal momento.

Ofrecí mi mano para cerrar el trato, la tomó y nuestras miradas se encontraron.

Mi corazón volvió a latir frenético.

Él sonrió levemente, lo hice igual.

Solo sería un recuerdo.

Un incómodo y raro recuerdo.

Minutos después nos encontrábamos ambos sentados en una mesa esperando nuestra cena.

- Y bueno – carraspee - ¿Estás cómodo? – asintió – Yo a mis empleados los trato de una buena manera, trato de brindarles los mejores recursos y cuando hacen algo bien les doy una pequeña recompensa, no sé, un aumento o pequeños regalos.

- ¿Es considerado? – arqueé una de mis cejas – No sabía que era detallista, Señor Lee.

- Yo tampoco, Han – mi mandíbula se apretó cuando lo miré sonreír – Un día tu primo y yo estábamos en una junta privada acordando la construcción de un nuevo hotel – él asintió escuchando atentamente – Después de eso comenzamos a platicar y salió el tema de que necesitaba un asistente personal de manera temporal y él me dijo que conocía a alguien. Le dije que lo trajera a la mañana siguiente y lo hizo. Antes de que tu entraras me confesó que eras su primo, que vivían juntos, pero estaba algo....insatisfecho. Me decía que prácticamente no hacías algo productivo, que siempre estabas triste y te la pasabas solo – bajó su mirada a su plato vacío – No me quiero meter donde no me llaman, es solo que tu primo me pidió que te convirtiera en alguien de bien – solté una pequeña risa – Pero sinceramente yo no soy alguien de bien.

A través de la máscara | Adaptación MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora