Relato #03: En El Bosque.

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Existen variadas leyendas sobre las montañas y bosques de este pueblo, unas más aterradoras que otras. Muchas de estas leyendas, claro está, vienen de boca en boca desde tiempos remotos, ya olvidados.

Todavía recuerdo esas historias que me relataba mi abuelo, algunas incluso vividas en carne propia. Me encantaba escucharlo, y quizá por ese motivo estoy haciendo esto. Necesitaba algunas cosas más para la exploración que haría y estaría lista para desentrañar los misterios de aquél bosque.

—¡Valerie! —escuché que gritaban mi nombre desde las afueras de la casa. Reconocí inmediatamente aquella voz, era Lucius, mi novio. Dios, lo amaba tanto, de verdad. La primera vez que me habló fue directo al grano y me invitó a salir, y después de eso..., bueno, ahora somos novios. Había sido tan irreal todo eso. Me asomé por la ventana y sonreí al verlo de pie frente al jardín—. ¡Baja, que me van a crecer raíces!

Bufé ante su comentario y metí las demás cosas en la mochila. Lucius traería lo que faltaba, así que no me preocupaba. Nuestro plan era simple: ir a la montaña más alta del pueblo y dar caza a lo que se esconde allí, una criatura que mi abuelo solía llamar «El Alto». Bueno, más que dar caza, lo correcto sería tener pruebas de su existencia.

—¿Trajiste todo? —pregunté después de besarlo. Él asintió y me mostró su mochila, llena de sogas y algunas cámaras desechables y muchas otras cosas—. Sé que crees que estoy loca, pero me encanta que me apoyes en esto.

—A mí me gusta que me metas en tus locuras —murmuró a mi oído y luego volvió a besarme—. Por cierto, Jack no vendrá. Está ocupado.

Jack era su mejor amigo, se suponía que vendría con nosotros porque él conoce el bosque incluso mejor que yo. Provenía de una familia de cazadores, así que gran parte de su infancia la pasó allí.

Después de eso, nos subimos a su auto y él comenzó a conducir. No era la gran cosa, en realidad lo había heredado de su padre, pero era funcional y eso era lo que importaba. La gran montaña de Autrain no estaba tan lejos como parecía, incluso tenía entendido que había una pareja viviendo ahí, y aunque muy pocas veces se les veía por el pueblo, los lugareños decían que eran personas muy amigables.

Lucius me miró, pensativo, aunque aún tenía esa sonrisa en su rostro.

—¿Qué? —le pregunté devolviéndole la mirada.

—¿Y si no encuentras nada que te sea útil? —preguntó.

—No seas tan pesimista, lo encontraremos, lo sé. Hay demasiadas historias de gente que entró a ese bosque y que les sucedieron cosas para que sean mentira, es imposible.

—Sólo digo que, puede que esto no termine bien —murmuró dirigiendo su mirada al camino.

No tardamos en llegar a la entrada del bosque. El lugar tenía un aspecto bastante abandonado y hasta un poco tétrico, pero no me asustaba, todo lo contrario, hacía que me gustara todavía más. Las viejas rejas oxidadas y destruidas, volcadas a un lado del camino, los frondosos e imponentes árboles cuyas hojas bailaban al compás del viento y aquella niebla tan característica de nuestro pueblo, que a ojos de extranjeros parecía estar maldita. Quizá lo estaba, pero nosotros ya estábamos acostumbrados a eso.

Entramos y comenzamos a caminar con dirección al norte. A pesar de que aún era de día, el bosque estaba un poco oscuro, debido a las copas de los árboles y la niebla que nos rodeaba, aunque espesa, no nos limitaba tanto la visión como podrían llegar a pensar.

—Tengo frío —murmuré cerrando mi abrigo—. Soy yo, ¿o este bosque es más aterrador de lo que pensaba?

—Bueno, por algo hay tantas historias, ¿no?

Welcome to Autrain | Colección de Historias Cortas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora