Relato #05: Las Plantas de Papá

26 6 11
                                    

Mamá y yo acabábamos de mudarnos a un nuevo vecindario, habíamos terminado de mover las cajas y ya estábamos listos para comenzar una nueva vida en una nueva ciudad... creo.

—Dime, Eric, ¿te gusta? —preguntó mi madre mientras colocaba un plato de comida para Rex, nuestro perro. Miró la casa, con cierta alegría.

—Preferiría seguir en la de antes... —murmuré mientras observaba una de las cajas y me disponía a subir a mi nueva habitación—. Pero sí, supongo que está bonita —añadí para no parecer tan pesimista ante sus ojos.

Jamás quise mudarme de mi pueblo natal, Jerome, en el estado de Sandshollow, pero eso estaba fuera de mi control. Era necesario, según mi madre. Detestaba la idea de empezar desde cero en un sitio que no conocía, abandonar la vida que ya tenía y en especial, a mis amigos. Mierda, como iba a extrañar a esos idiotas. No me quedó más opción que aceptarlo como un cambio de la vida, supongo. No había nada que yo pudiera hacer.

La ciudad era silenciosa, creo. Nos habíamos mudado a la zona de los suburbios y todo era bastante lindo y calmado por aquí, al menos. Uno de los vecinos se acercó a la casa para saludar y dar la bienvenida a la ciudad y al vecindario. Eso me recordó cuando los Johnson se mudaron enfrente de nosotros y mamá y papá fueron a darles la bienvenida. Dios, qué buenos tiempos. Todos parecían amables, algo que me agradó bastante. Papá dice que había poca gente sinceramente buena en el mundo, es probable que tenga razón.

Mi habitación era bastante grande, aunque no necesitaba tanto espacio, me gustaban las cosas simples. Observé por la ventana y miré la casa de al lado: era lúgubre, tenebrosa. Estaba en buen estado, sí, pero tenía plantas creciendo por las paredes, con flores que jamás había visto. Supuse que se trataba de una flor que solo crecía en este estado o ciudad. De pronto, y para mi sorpresa, vi a un hombre bastante alto y desaliñado caminar por uno de los pasillos. Eso me sorprendió un poco, esperaba que estuviera abandonada o algo así. Supe que no era un fantasma o algo similar porque la actividad dentro de la casa continuó. Incluso salió al jardín a regar las plantas. Cuando aquél sujeto notó nuestro auto pensé que vendría a dar la bienvenida como todos los demás, pero no fue así, de hecho, sólo se dio la vuelta y regresó al interior de su casa. Supongo que no estaba interesado, no puedo culparlo.

Cuando la noche finalmente llegó, Rex comenzó a rasgar la puerta de atrás, la que no tenía puerta para perros. Mamá me ordenó lo sacara y aprovechara a sacar la basura. Clásico.

Rexy y yo salimos al patio. La atmósfera tan solitaria y silenciosa de las calles sumada a la neblina que hacía que el paisaje adquiriera un tono más aterrador me causó un completo repelús y escalofríos en todo el cuerpo. Incluso me sentía observado. Pasaron unos cuantos segundos cuando me di cuenta de que realmente así era.

—Eres el nuevo, ¿no?

Maldita. Sea.

Al principio, no sabía de dónde había venido aquella voz. Pero solo tardé unos pocos segundos para dar con el origen: el vecino. O bueno, su hijo. Estaba recargado en la cerca, mirándome como si tuviera curiosidad, con una sonrisa algo burlona en su rostro.

—Sí —respondí mientras cerraba el contenedor de basura y me volvía a verlo. A pesar de que me asustó, por suerte no di un brinco o algo así.

—Soy Matt, es un gusto. Te vi esta mañana, quise salir y darte la bienvenida a Autrain, pero... —hizo una pausa que se alargó más de lo que debía. Eso sí que me incomodó. Él miró al suelo y luego volvió a mirarme—. Papá dijo que no. Es... un poco muy ermitaño, supongo —carcajeó.

—Sí, lo noté. Soy Eric, por cierto.

—Un placer. ¿Tienes planes justo ahora?

—Sólo limpiar lo que hizo Rex y sacarlo a pasear después.

Welcome to Autrain | Colección de Historias Cortas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora