Relato #15: En Las Profundidades.

12 1 4
                                    

Éramos tres buzos experimentados (bueno, algo así, aficionados con cierta experiencia), por lo que la marea de la playa y el agua del lago de Autrain no nos daba miedo. Habíamos visto cosas espeluznantes buceando en otras aguas, enserio, cosas de verdad terribles. Imagina bucear con total calma cuando por accidente te topas con un tipo que se metió con la mafia incorrecta. Sí, eso era jodidamente aterrador. Y ni hablar de bucear en la noche.

Mi novia, Iris, siempre decía que algún día podríamos descubrir un tesoro o algo así. Oscar era más pesimista en ese aspecto, pero igual nos acompañaba.

Habíamos decidido venir a bucear a Autrain por dos razones: los ciudadanos le tenían miedo a lo que había debajo, al menos la mayoría, bueno, generalmente los ancianos. Y sabíamos también que en 1945 un barco naufragó cerca del pueblo y ni siquiera fue investigado, sólo dejaron que todo permaneciera en las profundidades.

Oscar trajo su bote y todo el equipo necesario, por lo que sólo debíamos esperar un poco más para comenzar a navegar hasta el punto indicado y ahí, bucear y buscar todos los tesoros escondidos.

Estábamos en el muelle, esperando la hora. A Iris no le gustaba bucear antes de las 6 de la mañana por lo que debíamos esperar un poco más. Algunos pescadores comenzaban a montarse en sus botes con dirección al mar y otros al lago. Lo habíamos visto también y aunque habíamos querido bucear ahí, los lugareños nos lo impidieron y cuando preguntamos por qué, sólo respondieron:

«Nadie habla de lo que sucedió en el lago. Nunca, jamás».

Eso claramente incomodó a Iris, por lo que decidimos venir a la playa. En cualquier caso, ya faltaba poco para ir a bucear. Oscar preparaba el equipo y su hermano Wyatt se quedaría en bote para hacer sus cosas técnicas y ayudarnos a subir lo que podríamos descubrir.

—¿Ya podemos navegar, Iris? —preguntó Oscar desde el bote. Ella asintió, observando los primeros rayos del sol tocando las aguas.

No tardamos mucho en llegar al punto en el que presumiblemente el barco se hundió por lo que nos preparamos. Wyatt nos dio la típica charla que solía darnos antes de descender y después de eso, nos sumergimos en busca de tesoros.

El agua estaba jodidamente fría y aunque ya habíamos hecho esto muchas veces antes, yo no me acostumbraba. La vista subacuática era preciosa, ninguna palabra le haría justicia: la claridad de las aguas, los múltiples peces nadando y el coral lleno de color eran cosas que aunque siempre veíamos cuando hacíamos esto, nunca dejaban de sorprenderme.

—¿Cómo van, chicos? —preguntó Wyatt desde la superficie con un tono algo despreocupado—. Si van unos cuantos metros más abajo y luego a la derecha, cerca de lo que parece ser una caverna, según mis cálculos estarán cerca del lugar de reposo del barco que naufragó antes. Vuelvan con riquezas, o no vuelvan —dijo con su característico tono bromista, antes de terminar la comunicación.

Iris fue la primera en acercarse a la caverna, algo temerosa. Oscar y yo la seguimos, esperando que el barco (y los objetos valiosos) estuvieran ahí. Después de adentrarnos varios metros más y acercarnos bastante a la oscura caverna, nos sentimos bastante decepcionados al ver que los restos del barco sólo se limitaban a eso: restos. No había nada interesante más allá de madera vieja y otras cosas con nulo valor monetario. Por consejo de Wyatt, nos adentramos en la caverna, dijo que probablemente la corriente había arrastrado muchas cosas del barco al interior así que debíamos investigar.

No hace falta decir que Iris estaba algo aterrada, no puedo culparla, pero teníamos que hacerlo. Además, ¿qué rayos podría haber ahí dentro?

Nos adentramos varios metros, manteniéndonos cerca del suelo para poder ver si había algo de valor. Sin embargo, Oscar no tardó en descubrir algo un poco más arriba: algo que parecía una entrada a algún sitio, una especie de abertura hacia otra parte de la caverna (probablemente) nunca explorada. Él fue el primero en entrar. Al pasar por la grieta nos dimos cuenta de que había aire en este sitio, así que nos quitamos los respiradores y gran parte del equipo, para que fuera más fácil explorar.

—¿De verdad quieren explorar esto...? Dudo mucho que... —decía Iris antes de que Oscar la interrumpiera con un grito.

—¡Miren, rápido! —gritaba mientras señalaba algo frente a él.

Cuando nos acercamos observamos algo que sólo podía ser descrito como nuestro boleto a la fama y riqueza: oro, plata, joyas, cualquier mierda valiosa que pudieras imaginar estaba ahí. Claro, no era mucha, pero sí la suficiente para repartírnosla y tener una vida de lujos. Iris no podía creerlo. Ninguno podía. Oscar fue el primero en tomar el tesoro y acercarlo a la entrada. Cuando todo estuviera ahí, le diríamos a Wyatt que prepara el equipo de recolección y lo enviaríamos. No podía esperar a comprar una jodida mansión y vivir como lo merecía.

Después de intercambiar unas palabras con Oscar, todo comenzó a salir mal. Hubo un pequeño temblor y eso alteró mucho a Iris, tenía miedo de morir enterrada en esta cueva... Oscar se sumergió de nuevo en la grieta, decidido a ir con su hermano y traer consigo el equipo necesario para el transporte de todo esto. Pensé en acompañarlo, pero no podía dejar sola a Iris.

Entonces un extraño sonido desde la grieta se hizo presente. Iris ya estaba el límite y eso fue la gota que derramó el vaso... El agua parecía hervir y el sonido se hizo todavía más fuerte, era extraño, como un rugido o algo así, no podría describirlo a la perfección. Y todo se volvió peor: algo comenzó a emerger de la grieta, una cosa negra, viscosa y enorme. Tenía unos ligeros rasgos humanoides, pero no era nada que hubiera visto antes. El brillo en sus ojos hizo que Iris soltara un grito y se alejara de la grieta, obviamente corrí con ella, pero dudo que eso sirviera de algo.

Esa cosa engulló el tesoro y luego estiró lo que debía ser su brazo para intentar alcanzarnos. Se movía con una torpe rapidez, quizá no era muy buena andando en tierra firme, algo que debía ser una ventaja para nosotros, pero claramente no fue así: seguíamos en su territorio y esa cosa sólo pensaba en deshacerse de nosotros.

—Te-tenemos que salir de aquí —sollozó Iris mientras nos ocultábamos detrás de una gran roca—. E-eso... va a... Dios, Oscar estaba...

—Cálmate, estaremos bien, te lo prometo —susurré tomándola de las mejillas y acercando su frente a la mía—. Sólo tenemos que regresar por donde vinimos...

Miré el sitio y aquella cosa parecía haberse ido. Corrimos hacia la grieta, pero en cuento mi pie tocó el tesoro, aquella cosa cayó del techo de la cueva, aplastando a Iris con una brutalidad. Eso me agarró desprevenido y caí por la grieta, casi quedando inconsciente, pero no podía permitírmelo. Nadé lo más rápido que pude, ya que no tenía el equipo puesto, por lo que mi oxígeno era aún más limitado que antes.

Cuando salí de aquella maldita caverna todo se veía diferente: no había nada por ningún lado, sólo agua y arena. Nadé hacia la superficie lo más rápido que pude porque sentía que en cualquier momento perdería la consciencia y moriría ahogado y, cuando finalmente llegué... sólo había agua.

No estaba el bote de Oscar. No estaba el muelle de Autrain. Sólo yo y kilómetros de lo que parecía ser un inmenso mar sin fin.

En ese momento, sentí que algo tocó mi pie.

Welcome to Autrain | Colección de Historias Cortas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora