El metro de Autrain siempre le había generado cierto pavor a la pequeña Sophie: las personas bulliciosas, el constante movimiento y por supuesto, la oscuridad de los túneles y el escalofriante sonido que hacían los vagones al cruzar por ellos. Tal vez esa era la razón por la que había sollozado esa mañana al escuchar a su madre decir que irían a Browntown Hills a visitar a sus abuelos... usando, claramente, el metro.
A su madre poco o nada le habían importado sus súplicas. Nada la haría cambiar de opinión sobre usar el metro: era barato, rápido y seguro, hasta donde podía serlo. Cuando comenzaron a bajar las escaleras adentrándose en la estación, Sophie sintió un escalofrío al ver un payaso entrar en uno de los vagones. Tampoco le gustaban los payasos.
A ojos de otros niños, ella era muy asustadiza, ridículamente miedosa. ¿Sapos? Miedo. ¿Oscuridad? Miedo. ¿Ver Monsters Inc. en la noche? Un grito asegurado. Eso le había ganado algunos bullies en la escuela, pero de manera irónica, ellos no la afectaban tanto como cualquier otra cosa.
Su corazón dio un vuelco cuando para su desgracia, subieron al mismo vagón que aquél payaso con una sonrisa boba que a sus ojos era terriblemente aterradora. Hacía un show en medio del vagón, mientras los chirriantes rieles hacían que Sophie casi comenzara a llorar. De pronto notó como aquél payaso comenzaba a acercarse, mirándola y sonriendo ligeramente con un largo globo en la mano que comenzaba a manipular a su antojo.
Sophie estaba a punto de reventar en llanto cuando alguien se interpuso entre ella y el payaso.
—Lo siento amigo, no a esta niña, le tiene miedo a los payasos —dijo un hombre que inmediatamente reconoció como Frederick, a quien había visto varias veces por el vecindario.
—Oh, lo siento, no era mi intención asustarte, pequeña —dijo mientras le entregaba el globo a Frederick—. Sólo estoy regalando globos con formas de lindos cachorros, pensé que le gustaría uno.
—Gracias, pero no —dijo la madre de Sophie, quitando su mirada del teléfono—. Ahora, por favor, márchese.
—Sí, sí, lo siento —murmuró un poco avergonzado el regordete payaso mientras se daba la vuelta y se dirigía a la otra parte del vagón.
Sophie recibió el globo con forma de perrito de manos de Frederick, quien después de sonreírle, se alejó de ella. Sonó el timbre que indicaba que habían llegado a una estación, pero Sophie poca atención le había prestado al estar concentrada en aquél regalo. Sintió terror al ver que su madre se distanciaba de ella cada vez más y por culpa de la gran multitud de personas que había dentro, Sophie no pudo salir a tiempo. Su respiración se aceleraba y su cabeza se sentía como un bombo. Quería desmayarse, llorar, pero no podía, quizá por la impresión, el shock de no estar junto a su madre y estar rodeada por desconocidos. Cuando la mujer se dio cuenta de que Sophie no la seguía, el metro ya comenzaba a avanzar y tenía pocas opciones. Gritó su nombre, pero fue rápidamente opacado por el ruido del metro al pasar sobre las vías.
Sophie no supo qué hacer y se quedó de pie, en silencio, con el globo entre sus brazos, cuando al llegar a la última estación, sintió una mano sobre su hombro.
—¿Te perdiste? —preguntó Frederick—. Puedo llevarte a casa si gustas, creo que tu mamá estará muy alegre de verte.
Antes de responder Sophie notó que el payaso seguía en el vagón y aunque probablemente saldría en unos minutos, eso la incomodó y la hizo decidir.
—Sí... por favor... —murmuró con aquella dulce voz apenas audible.
Sophie salió del vagón tomando de las manos a Frederick, quien sonreía amablemente, sintiéndose segura porque él dijo que la llevaría a casa con su madre... pero eso nunca pasó.
Aquél regordete y amigable payaso fue la última persona que vio a Sophie con vida.
Con este relato quise alejarme un poco de lo paranormal y concentrarme en algo que es mucho más probable que pase, quizás más seguido de lo que debería (estuve viendo mucho Investigation Discovery, qué puedo decir).
Como pueden notar, intenté hacerlo lo más corto posible (¡655 palabras, según Word!), pero sin perder ninguna pizca de suspenso/terror (si es que alguna vez la tuvo), bien dicen que "menos es más" y últimamente eso he estado intentando con mis relatos/escritos: contar grandes cosas en pocas palabras.
Intenté también jugar con un giro de tuerca o factor sorpresa (el payaso y Frederick), pero no sé qué tan bien me salió, es algo que debo seguir puliendo, a mi parecer.
En fin, espero que les haya gustado este cortito relato y que continúen en sintonía, porque se vienen más cosas interesantes y dimensionalmente apocalípticas.
¡Hasta luego!
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Welcome to Autrain | Colección de Historias Cortas | COMPLETA
HororCierra la puerta, apaga las luces, métete debajo de las sábanas, y sé bienvenido a Autrain, un frío y neblinoso pueblo al noroeste de Estados Unidos, muy cerca de Canadá. Ten cuidado si oyes a tu madre llamándote a medianoche mientras estés aquí, pr...