CAPÍTULO III

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La resplandeciente luz del sol calentaba el rostro de la adormilada Annelise, quien se despertaba como cada mañana para ayudar a sus padres en la obtención de plantas medicinales y elaboración de ungüentos sanadores.

Con los ojos cerrados pensó que había tenido uno de los sueños más extraños de su vida: Liberna, en su séptimo día.

En su sueño, desaparecían los tesoros y las personas del interior del palacio se petrificaban.

"Vaya sueño más loco que he tenido..." pensó justo antes de abrirlos.

La cruda realidad le provocó que casi se cayera por el lateral del sillón compartido con Norina. Su dulce sueño se convirtió en una pesadilla en la que permanecía sin poder escapar.

Aunque fuera la tercera noche que pasaban ocultos en la casa de Thermont, el silencio y distancias reinó en el ambiente, provocando que cada madrugada siguiera deseando que no fuese real.

Los rayos de luz eran escasos, el sol no había terminado de salir. Thermont roncaba con la boca abierta reposando su cabeza sobre la mesa que manchaba con su saliva.

Alastair descansaba en la misma posición en la que se había dormido.

A sus pies, Norina continuaba durmiendo sospechando que, sus movimientos al casi caerse, podrían terminar de despertarla tal y como pasó la mañana anterior.

Cuidadosamente, se acercó a la puerta saltando las piernas de Rhys que dormía plácidamente. Los restos de la comida, que habían recolectado del patio y cajones y muebles de la casa, se encontraba en una esquina de la mesa acumulada. Quedando, solo que le gustara a Annelise, media manzana.

Antes de decidirse entre salir o esperar, encontró un papel en el suelo a medio pasar por la puerta que llamó su atención.

Se agachó recogiéndolo. Al darle la vuelta, cuando empezó a leer, casi se le cae de las manos teniendo que sujetarlo con ambas y volviendo a leerlo detenidamente.

"¿Has visto a estas personas?" Ponía en letras grandes en el encabezamiento.

Cinco dibujos de rostros amenazantes pero familiares enredaban su mente. Clavó su vista en el cuarto dibujo, una chica de cabellos castaños claros recogidos en una trenza con mirada tan penetrante como clara.

Le llamaba la atención, quizás demasiado hasta que se reconoció a sí misma.

⏤¿Chicos...?

Un roto hilo de voz salió de su garganta, pero al ver que nadie contestó se acercó a la estancia en la que dormían mientras aclaraba su voz hablando más alto de lo que estaba acostumbrada.

⏤¡EH! ⏤grito despertándoles⏤. Tenemos un problema.

Abrieron los ojos alterados intentando prestarle atención. Desconcertados, sin llegar a entender a qué se refería Annelise, la contemplaban.

Alastair no pudo evitar fijarse en el terror que inútilmente intentaba disimular, quizás para tranquilizarles o quizás para tranquilizarse a sí misma.

⏤¿Qué quieres, Annelise? ⏤protestó Norina con expresión cansada⏤. Es muy temprano.

Se acercó a Annelise mientras un bostezo se escapaba de sus labios.

⏤Es... esto ⏤tartamudeó a la vez que le entregó el papel levemente arrugado.

Norina lo ojeó por encima volviendo a leerlo con más rapidez, su boca se abría involuntariamente y su respiración se aceleraba.

⏤Nos buscan en Gricia y a saber si en todo Cigna ⏤aclaró Annelise para los que no habían leído el panfleto.

Alastair se acercó arrancando con furia el papel de las manos de Norina quien le devolvió una gélida mirada que el príncipe ignoró.

Augurio ✔️ (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora