Leonor

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Muchas historias comienzan con "érase una vez" pero afortunadamente la mayoría de esas tienen un final feliz, lo cual es lo opuesto a lo que le sucedió a Leonor, la mujer que luchó hasta el último suspiro por alguien que amaba

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Muchas historias comienzan con "érase una vez" pero afortunadamente la mayoría de esas tienen un final feliz, lo cual es lo opuesto a lo que le sucedió a Leonor, la mujer que luchó hasta el último suspiro por alguien que amaba.
Algunos años atrás la historia hablaba de una bella chica de ojos oscuros como la noche, piel pálida como la nieve y cabello tan rojo como la sangre; hija del rey y la reina de la hermosa y prospera Irlanda en dónde en algún momento ella también asumiría el puesto de la corona, al menos hasta que decidió tirar todo por la borda al ser una maldita desagradecida (a palabras de sus progenitores).
Era encantadora, amable y siempre dispuesta a dar todo por sus seres queridos y los pobladores de su reino, no había alguien que pudiera despreciarla y fue precisamente eso lo que llamó la atención de aquel hombre 18 años mayor que ella el cual le enseñó lo que aquella princesa siempre anhelo más que a nada, libertad.

—¡Rápido! ¡Necesito algo con que detener el sangrado!—. Ordenó la partera, sus ayudantes se movieron rápidamente a su alrededor.

Consiente de que algún día tendría que contraer matrimonio con alguien que probablemente nunca querría pero que sería beneficioso para el reino, Leonor nunca se quejó de las constantes órdenes y requerimientos de sus estrictos padres, hasta que conoció a Merlin, el mago con más poder del que imaginaba pero que por el momento prefería tener un perfil bajo y vagar por los alrededores de Irlanda hasta conocer un lugar en el que finalmente pidiera tener un hogar.
Merlin nunca fue un hombre que disfrutara contar historias de romance y mucho menos hablar sobre su esposa, sin embargo la gente cuenta que lograron coincidir en algún momento y que quedaron encantados el uno por el otro lo que ocasionó reuniones ilícitas y cada vez más frecuentes.
Dicen que los polos opuestos se atraen pues Merlin y Leonor eran el vivo ejemplo de eso, como juntar la lluvia y el sol al mismo tiempo, la alegria y aflicción o el amarillo chillón con el negro oscuro; combinaciones que casualmente eran extrañas pero posibles.

—Señora Ambrosius, tenemos que hacer esto rápido o su hijo correrá peligro. ¿Cree poder pujar con todas sus fuerzas?—. La partera levantó la mirada hasta la pelirroja y al gran maestro hechicero a su lado.

—Lo que sea por mi bebé—. Leonor habló con la frente llena de sudor y la mano sosteniendo firmemente a Merlin el cual estaba más que asustado, sin embargo su voz no se quebró en ningún momento, justo como su decisión.

Los padres de Leonor nunca iban a permitir que su hija estuviera siendo cortejada por un "magucho que no tiene en dónde caer muerto", así que jamás se enteraron de todas las ocasiones en las que la mujer escapaba de sus aposentos y recurría al bosque para encontrarse con Merlin Ambrosius y escuchar cada una de sus anécdotas sin poder evitar caer perdidamente enamorada.
El mago nunca había sido tan feliz, quizás Leonor era la única que llenaba su corazón y estaba seguro de que querría que lo acompañe para siempre, después de todo hasta aquel hombre tan amargado había sido flechado por las sonrisas de la princesa.
Confesaron sus sentimientos sintiéndose afortunados por la manera en la que el otro les correspondía y sabiendo de todas las consecuencias que aquel amor prohibido tendría, así que tomaron el camino difícil que desataría más cuestiones de las que creían, huyeron.

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