¿Enemigos?

219 16 17
                                    

—Házlo—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Házlo—.

—Maestra Morgana...—.

—Házlo—.

Ahí estaba Teagan, con las cejas fruncidas y mordiéndose el labio ante lo concentrada que estaba.

—Tienes que canalizar tus emociones, usarlas para lograr tu objetivo—. La castaña indicó.

Las manos de la chica temblaban ante el miedo de que algo saliera mal, la luz roja se hacía cada vez más intensa al mismo tiempo que recordaba todas las veces que su padre la hacía llorar.
De pronto la luz se intensificó haciéndose más grande, ella dudó en seguir intentando pero un asentimiento de parte de su maestra hizo que tomara la decisión de seguir.
La luz disminuyó, dejando en claro que su esfuerzo valió la pena y logró controlarlo antes de que saliera de control.

—¡Impresionante! Te dije que con unas semanas de práctica podrías lograrlo. Si seguimos así avanzarás mucho—.

Todo comenzaba a primera hora con historia de la magia, medicina y el desayuno; al medio día ya tenían defensa y control sobre sus habilidades además de deportes porque Morgana era fiel creyente de que blandir unas espadas era más útil que aprender a bordar; después del almuerzo estudiaban runas e idiomas para terminar con cosas básicas como matemáticas y literatura.
Teagan amaba que Morgana no le enseñaba a ser una dama, Morgana le enseñaba a ser una hechicera.
Para muchos ellas eran dos locas encerradas en la biblioteca que hacían cosas impropias de una mujer de aquellas épocas, pero a ellas les importaba muy poco.

—¿Merlin te ha dicho algo de nuestras pequeñas reuniones?—. La hechicera le preguntó a su aprendiz, la cual sonrió ante la ironía.

—Solo me mira feo, lo de siempre—.

—A mí me ha dicho que te estoy llevando por un mal camino—. Teagan alzó las cejas ante el comentario. —No te preocupes pequeña, las chicas malas hacen las cosas bien—.

—Anotaré esa frase—. Teagan elevó un brazo en dirección al librero y como si fuera magnetismo un pesado libro llegó directamente a su mano.

Ella sonrió encantada, orgullosa de lo que había logrado y consiente de lo mucho que empezaba a mejorar.

—¿Hace cuánto no tienes una "recaída"?—. Morgana preguntó cruzándose de brazos.

Entendía a lo que se refería. Eran esas ocasiones en dónde levitaba por las noches, aventaba las cosas sin poder evitarlo y se hería a si misma inconscientemente.

—Desde que me convertí en tu aprendiz—. Respondió con una sonrisa, Morgana asintió satisfecha.

Desde que Morgana había dibujado estrellas alrededor de sus cicatrices.

—Confianza. La base fundamental de cualquier mago, si tú crees en tí nadie puede vencerte—. Morgana recalcó. —Tú padre nunca te enseñó a confiar en ti misma, por eso eres tan miedosa y por eso se te complica todo—.

La protegida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora