Trío de oro

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Hisirdoux Casperan estaba en el taller de su maestro, barriendo y ordenando de nueva cuenta

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Hisirdoux Casperan estaba en el taller de su maestro, barriendo y ordenando de nueva cuenta.
A veces sentía que la única razón por la que Merlin lo tenía ahí era para limpiarle el lugar, sin embargo esos pensamientos eran eliminados cuando aquel mago, con una sonrisa en el rostro, se sentaba a su lado para explicarle cosas que el veía maravillosas y hasta cierto punto imposibles.
Si era sincero, se sentía aliviado de tener un lugar al que pudiera llamar hogar y a un hombre a su lado que lo guiara. No tardó mucho en darse cuenta de que le sería incondicionalmente leal a Merlin, el cual a pesar de tener un carácter cuestionable, lo quería como a un hijo.

—¡Hisirdoux!—.

—¿Si maestro?—. El pelinegro pareció soltar la escoba con la esperanza de tener un mejor trabajo que ese.

—Necesito que busques un libro para que pueda darte las lecciones de la tarde—. Habló el mago el cual estaba demasiado ocupado en sus asuntos como para buscar lo que necesitaba por su cuenta. —Me he dado cuenta que no está aquí, así que necesitarás ir por el—.

El chico sonrió de oreja a oreja, Archie se acercó a él sabiendo de la inmensa alegría que su familiar sentía por aquel pedido.
Para cualquier persona eso era algo simple, para Hisirdoux significaba que su maestro le tenía la confianza suficiente para encomendarle algo y que pensaba en él.

—Por supuesto maestro, ¿qué es lo que necesita?—.

—Bueno, hay una persona en el castillo que es fanática de tomar los libros de mi biblioteca sin autorización y llevarlos para analizarlos—.

Hisirdoux se preguntó porque razón Merlin no había tomado cartas en el asunto, es decir, con un movimiento del bacúlo podría atrapar a aquel escurridizo ladrón.

—Y el problema no es que encuentres a la persona, si no que logres convencerla para que devuelva lo que nos pertenece—. Merlin siguió. —Es curioso puesto que Morgana jamás te perdonaría si te mando a tomar sus cosas—.

Entendió rápidamente a lo que se refería, la pequeña ladrona era Teagan y por esa razón Merlin no le hacía nada.

—Te aconsejo que no la hagas enojar—.

—Si, puede ser un monstruo—. Hisirdoux contestó sin pensarlo pero de inmediato se cubrió la boca con las manos. —¡Lo lamento maestro! ¡No era mi intención hablar así de su hija!—.

Merlin alzó una ceja y le dedicó una mirada seria, sin embargo su semblante pasó a uno más calmado y luego a una sonrisa burlona.

—Conozco a mi hija y no te juzgaré por lo que opines de ella, a veces puede ser un poco...—.

—Malcriada—.

—Tampoco te pases Hisirdoux, es de mi hija de la que estás hablando—. Amenazó seriamente, el pelinegro asintió rápidamente. —Bueno, veo que ya han tenido el placer de interactuar, dime, ¿te ha mencionado algo de mí?—.

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