¿Amigos?

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—Es la primera vez que te veo hacer una hechizo sin dudar—

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—Es la primera vez que te veo hacer una hechizo sin dudar—. Pronunció Hisirdoux, mirando como ella terminaba de vendar a Archie.

—Cuando estás a punto de morir no piensas mucho en las cosas—. Mencionó con una risilla.

Acarició suavemente a Archie y lo recostó en su propia cama notando que ya estaba profundamente dormido.
Las velas por toda la habitación de la chica señalaban que era algún momento de la madrugada y que acababan de llegar de su viaje en donde fueron atacados por un gigante trol.

—Él estará bien, lamento haberlos metido en esto—.

—Nosotros también quisimos salir Teagan, no es tu culpa—. Insistió el chico. —Quizás deberíamos irnos, no es correcto que estemos a solas contigo—.

—No sería la primera vez—. Teagan recordó todas las ocasiones en donde estaban solos, gritando o insultándose, pero ahora el ambiente era completamente diferente. —Además necesitas la misma atención que Archie—.

Y se acercó al elegante diván de terciopelo rojo para sentarse a su lado y tomarlo de la mano, examinando el leve corte que había en su palma.

—Dolerá un poco, pero lo haré rápido—. Señaló antes de poner una crema rara en la herida, algo muy útil que había aprendido en sus clases. —Tienes suerte de que no sea profunda, sino no sabría que hacer—.

Sonrieron. Nunca se habían fijado en lo reconfortante que era la sonrisa del otro, como parecía ser contagiosa y volver al ambiente menos tenso.
Douxie jamás había visto lo valiente y bonita que ella era, aún con los cabellos revueltos y el vestido arrugado.
Teagan jamás había notado lo dulce y lindo que él podía llegar a ser, incluso con los rasguños y lo cansado que estaba.

—Gracias Teag—. Pronunció mirando como ella empezaba a vendar su mano.

Su toque era suave, su piel clara era cálida y le provocaba escalofríos que no había sentido antes, jamás.
Ciertamente nunca habían tenido el impulso de acercarse más, de tocarse más, mucho menos de querer intercambiar más recuerdos, palabras, cualquier cosa tonta del otro que estaban seguros de que sonaría interesante.

—Si seguiremos haciendo esas cosas irresponsables tendremos que ser más cuidadosos—. Teagan remarcó soltando su mano y apretando la falda del vestido, como si tratara de contenerse. —No quisiera que salieran heridos... bueno, peor—.

Douxie no dijo nada más porque acaricio con el pulgar la rosada mejilla de la chica en dónde yacía un rasguño. Teag quedó inmóvil, sus ojos conectaron y todo parecio desaparecer.
Frente a frente, la distancia no impedía que se derritiera  sin quererlo ante el suave contacto y él parecía apreciar el momento como si fuera a quedarse en su memoria por siempre.

—Estás herida—.

—Estaré bien—. Contestó con un hilo de voz—Gracias por lo de hoy, estuviéramos muertos sin tu cerebro—.

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