Así de fácil: a Teagan le gustaba Douxie.
Llevaba queriéndolo por siglos, adorando el color azul desde que volvió a encontrarlo en la librería y no podía evitar sentir que el destino llevó a que un tal Jim en el cual jamás se había fijado le pidiera ir por un libro.
A veces cuando Teagan sabía que él ya estaba profundamente dormido a altas horas de la noche, solía preguntarse si soñaba con ella de la misma manera; a veces cuando lo miraba a los ojos le gustaba pretender que era suyo, o al menos hasta que ella estuviera completamente segura de querer tener algo serio y dejar el miedo del abandono atrás.Pero hoy era una noche diferente, con sueños extraños que eran cada vez más recurrentes.
—¡Toby!—. Gritó sentándose sobre su cama, con sudor en la frente y la respiración exageradamente agitada, como si hace unos segundos atrás estuviera a punto de perder el aire para siempre.
Se apresuró a quitarse las sábanas rojas de encima y a alzarse la blusa que tenía de pijama solo para darse cuenta de que no era real lo que sintió. Pero vaya que se sintió real.
Miró a su mesita de noche tratando de buscar el teléfono para llamar al chico el cual la había sostenido en brazos en su sueño pero olvidó que normalmente lo dejaba en la sala para que no fuera ningún tipo de interrupción cuando iba a la cama y escribía nuevas obras.—Solo fue un sueño Teagan, solo fue...—.
Pero estaba tirada en el suelo, no podía respirar y el sabor de la sangre le manchaba los labios. Había una piedra gigantesca aplastándola del abdomen para abajo y estaba segura que por un leve movimiento terminaría desprendiéndose bruscamente a la mitad por todo el peso que le había destrozado los órganos. El dolor era desgarrador y estaba segura que jamás había sentido algo igual, tenía una mezcla extraña de tristeza y felicidad como si una eterna lucha hubiera llegado a su fin.
Escuchaba a personas azules y brillantes llorar, a un pequeño pelirrojo pidiéndole disculpas una y otra vez, una chica de mechón blanco en el piso, a un ojizazul tomándola de la mano y a Douxie aferrándose a sus últimos suspiros.—Un sueño...—. Entonces caminó como si el dolor aún estuviera ahí aunque estaba segura de que su cuerpo estaba intacto y sano.
Tomó su ropa de siempre y no se molestó en apurarse y ponerse más linda porque estaba razonando todo lo que últimamente había soñado y como todo parecía ser un rompecabezas sin solución.
Era extraño porque sentía y recordaba cosas como si en verdad hubieran pasado cuando hace unas semanas atrás había llegado a Arcadia y un tal Toby Domzalski había sido elegido como el nuevo cazatroles, cosa que sin duda la sorprendió pero no demasiado, era extraño, como si ya hubiera pasado por eso antes lo cual era estúpido porque el amuleto jamás había elegido a un humano antes.—¿Por qué se siente tan real?—.
Y podía ir con Douxie y hablarle sobre el inconveniente, pero cómo reaccionaría si en medio de la madrugada se cruzaba por su casa y le hablaba sobre las pequeñas escenas de película que aparecían por su mente cada vez que iba a dormir y que extrañamente todo se conectaba a nada más y nada menos que a Jim Lake Junior.
«No permitiré que alguien más salga herido»
Entonces sintiendo un dolor horrible en el abdomen las piezas empezaron a unirse lentamente en su cabeza aunque aún habían muchas dudas por aclarar.
Estaba molesta y preocupada así que recurrió a la opción más inteligente y digna de una hechicera sabia de más de 900 años.—¡Toby contesta creo que hay alguien en mi casa!—. Jim le habló al correo de voz de su mejor amigo, el cual probablemente estuviera descansando por tantos deberes con el amuleto. —Si muero esta noche quedará en tu conciencia—.
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La protegida
FanfictionTodos conocían su nombre, muchos la admiraban, otros le temían y existian aquellos que la amaban. Antes de la valentía y la gloria también había una chica con un pasado que la forjó. "No creo que no exista ni una sola chica que no llame tu atención...