Harco.
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Harry Potter & Draco Malfoy.
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-¡Señor Malfoy! -la asistente de Harry en el Ministerio intenta detenerlo, pero Draco Malfoy no estaba dispuesto a que nadie lo detuviera. Aún con seis meses de embarazo y una barriga notoria, el rubio caminaba con una elegancia asombrosa, rodeado de un aura dominante y aterradora. Todo digno de un Malfoy. -¡Señor Malfoy! -la mujer sigue intentando evitar que el hombre continúe caminando en dirección a la oficina del señor Potter, quien había sido bastante claro al decir que nadie le molestara. Ella era nueva y quería hacer un buen trabajo, el problema era que nadie le había advertido del esposo de su jefe, mucho menos dado instrucciones de cómo lidiar con él. Por eso cuando toma su brazo para que se detenga y lo hace, se aterra por la mirada que le da. Es filosa y oscura, la pobre chica siente que está frente a una bestia a punto de atacarla, incluso el ambiente en el lugar se a enfriado.
-No vuelvas a tocarme. -Draco dice con tal frialdad y dureza que la chica tiembla cuando le suelta, sintiendo sus piernas ceder ante el miedo. Cayendo de rodillas, siente que debe buscar otro empleo.
Chasqueando la lengua, Malfoy arregla su ropa y continua su camino. Estaba furioso, no tendría misericordia con quien se interpusiera en su camino. Iba directo a asesinar al tan famoso Harry Potter, su estúpido esposo.
-¡Potter! -abre la puerta con fuerza, haciendo que se golpee contra la pared, asustando al mago sentado en la silla de su oficina.
Harry inmediatamente toma su varita y la apunta a la persona que interrumpió en su oficina, soltandola como si quemara cuando ve quien está en la puerta.
-¡Draco! -se alarma mientras intenta recuperar su varita del piso, pero cuando alza la vista otra vez al frente, el rubio está delante de él apuntando a su garganta con su propia varita.
-Quiero una explicación. -Draco dice alzando su mentón con la punta de la varita, sólo el escritorio los separa. -Habla.
-N-no sé que quieres que diga. -Harry traga con dificultad intentando pensar en todo lo que pudo hacer mal esa semana. Sólo había estado trabajando como loco.
Chasqueando nuevamente la lengua, Draco aparta la varita, lo que hace a Harry tomar un enorme respiro. Cruzando los brazos, el rubio le da una mirada al tonto con lentes.
-Quiero saber por qué ahora nunca estás en casa. -Malfoy dice con un ceño fruncido. -Me obligaste a mudarme contigo y ahora ni siquiera estás allí. ¿Qué se supone que haga solo?
Suspirando para apoyarse contra el respaldar de su silla, Harry se siente calmado al entender la situación. Draco sólo estaba teniendo otro momento caprichoso de atención.
-No estás encadenado a la casa, puedes salir y hacer lo que quieras. -frunciendo sus labios, Malfoy parece que quiere maldecir a alguien, específicamente al hombre frente a él.
-Eres un imbécil, Harry Potter. -el rubio dice con frustración. A veces se cuestionaba el haberse casado con alguien tan ignorante. -No entiendes nada sin que alguien te lo explique con manzanas. -ofende su inteligencia. Luego suspira. -Me siento solo en esa casa o en la mía. Mis padres no están, no tengo en quien apoyarme cuando estás aquí encerrado olvidando que tienes un esposo y un hijo por venir. No tengo amigos con los cuales hablar, es como si las cosas nunca hubieran cambiado desde la escuela. -Y se sentía patético por eso.