45: Epílogo

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Tiempo después.

—Lee Heeseung, te juro que si llegas tarde te mataré— sintió como el sudor frio bajaba por su espalda cuando la llamada fue cortada sin previo aviso.

Pasó sus manos por su rostro tratando de disipar los repentinos nervios que lo invadían, se apresuró a bajar las escaleras de la casa de los Yang, encontrándose con la familia de su novio bien arreglados en la sala.

—¿Estás listo?— preguntó Ryujin al verlo pararse frente a un espejo a arreglar su cabello, asegurándose de que cada una de las hebras estuviese en el lugar correcto.

—Eso creo... solo siento que algo me falta, pero no logro adivinar que es— mordió su labio con nerviosismo mientras se analizaba de nuevo, repasando cada aspecto de su vestimenta, llevaba una camisa blanca que se ajustaba a su figura, siendo esta cubierta parcialmente por un saco de un tono azul oscuro, en sus piernas un pantalón del mismo color, llevaba en sus pies zapatos negros con una pequeña plataforma, sus accesorios eran simples, unos aretes pequeños y un cinturón que no resultaba llamativo.

Jeongin y Yeji lo observaban en silencio aguantando la risa que les daba verlo en ese estado, mientras Ryujin se acercó por un costado sosteniendo una delicada corbata color negro.

—¿Ya olvidaste todo lo que discutiste con Wonie para no llevar un moño?— preguntó con una ceja alzada, Heeseung expulso en ese momento todo el aire de sus pulmones agradeciendo tener a alguien como ella en su vida, no moriría, iba a vivir, gracias Dios.

La mayor rodeo su cuello con el trozo de tela, anudándolo y acomodándolo correctamente en el cuello de la camisa, tomándose unos momentos para apreciar el esfuerzo que había hecho por verse bien ese día.

—Mami, se parece al príncipe de la historia que me contaste el otro día, el que se enamora de una rosa— habló Yeji señalando a Heeseung quien solo sonrió acercándose para cargarla.

—Si soy un príncipe... tu podrías ser mi pequeña princesa— levantó a la pequeña en sus brazos dando suaves giros, la risa de Yeji resonó en la sala, su vestido se levantó levemente por los ligeros movimientos adquiriendo una forma acampanada.

—No quiero, tú ya eres el príncipe de mi hermanito, no quiero quitarle su príncipe a Wonie... además— su rostro se coloreó de un intenso rojo dándole un aspecto más tierno del que ya tenía al tiempo en que Jeongin cambiaba su expresión a una de pánico.

—No, mi bebé no, está muy pequeña aun, el único príncipe que debes ver es a papá— se apresuró a decir, provocando risas en los demás presentes.

—Jeongin, ya debemos irnos, Jungwon debe estarnos esperando— las alarmas en la cabeza de Heeseung se dispararon y volteó a ver con rapidez el reloj.

Iban tarde.

Iban tarde.

Iban tarde.

Ahora comenzaba a comprender por qué ese conejo de la película de Alicia se preocupaba tanto por la hora.

Sin esperar mucho más, los cuatro fueron al automóvil del señor Yang, quedando este en el asiento del conductor, Ryujin como copiloto y los dos menores en los asientos traseros.

Heeseung mordía sus uñas conforme los minutos pasaban, respirando con un poco más de tranquilidad cuando en su campo de visión fue apareciendo su antiguo instituto.

Había salido de este lugar hace un año exactamente y ese día vería como su pequeño finalmente terminaría su ciclo escolar allí.

El vehículo se detuvo frente a la gran entrada y se apresuraron a bajar de él, dirigiéndose con prisa hacia el gran gimnasio, donde se realizaría la ceremonia a la que debieron haber llegado hace más de quince minutos.

COLD (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora