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Desperté al sentir leves toques en mi nariz y mejillas. Dormí tarde debido a todas las cosas que Shawn me dijo de Styles, en un momento se detuvo y dijo que era mejor que Edward me lo dijera.
Oh y también me dijo la estúpida leyenda que corre por toda la mafia "Edward Styles tiene a un protegido, el hombre más bello de todo londres" ¿Que mierda es eso? No sé si soy lindo o no, pero esa leyenda la sabe ¡¡todo el puto mundo mafioso!! Dijo que mi culo tiene precio. Algo que no ayuda para mí paranoia.
— Déjame nini—
Gruñe al sentir de nuevo los leves pero molestos toques en mi rostro.
— Despierta amorcito —
Tan rápido como reconocí la voz me senté sobre mi cama, comenzado a buscar las grandes manos de Styles.
— ¡¿estás aquí?!—
— Si amor, lamento haber llegado hasta hoy, y no poder cocinar contigo anoche—
Me vale una mierda la cocina, ahora Styles está aquí, conmigo, a ¿salvó?.
— ¿Estás bien?—
— Si, más ahora que ya te vi—
Sonreí por lo dicho antes de fruncir mi ceño, mi presentimiento nunca falla, extrañamente ese sentimiento incómodo desapareció, algo ocurrió, algo malo y se que Styles no me lo dirá.
— Algo ocurrió, dimelo—
No soy nadie para pedir explicaciones, pero necesito saber que salió mal.
— Wow... Tranquilo amor, te lo diré, pero antes, déjame acostar aqui—
Asentí avergonzado, el tono que utilice no fue el mejor. Me recosté de igual forma en mi cama, sintiendo la mirada de Styles en todo momento.
— Que adorable eres—
— Basta—
No se que ocurre conmigo pero tener a Styles cerca de mi me pone nervioso, tal vez sea por qué ya se de el.
— ya pues... ¿Puedes darme un besito?—
Estoy acostumbrado a Styles pidiendo besos, la verdad no es tan extraño.
— a cambio de algo, ya sabes—
— de acuerdo... Supongo que quieres saber que salió mal—
Asentí sin pensarlo.
— Digamos que el trato que tenía con los enemigos, salió mal, me mandaron a la mierda—
Eso era, claro que algo salió mal, pero se trataba solo de negocios, Dios que bueno que solo fue eso.
— uy.. y ¿que hiciste?—
— amorcito... Nadie manda a la mierda a Edward Styles —
Frunci el ceño recordando todas las veces que yo lo mandé a la mierda.
