1. Invisible

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Capítulo 1

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Melifluo: Sonido excesivamente dulce, suave o delicado

No entendía nada, la mayoría de veces no comprendía nada de lo que sucedía a mi alrededor. Es como si mi cuerpo estuviera en un lugar y mi cabeza viajará por mil universos diferentes. Quería sentirme tranquila, con los pies en la tierra.

Sentía que mi vida era un bucle sin fin. Uno en el que la rutina comenzaba a cansar, no solo a cansar sino desesperarme. ¿Era normal que estuviera cansada de mi vida? Tenía un hogar, pequeño, pero era suficiente. Mi tío y yo. Siempre hemos sido nuestra propia familia. Nunca llegué a cuestionarme nada sobre eso, sin embargo, las cosas no han sido las mismas, así que ¿dónde está mi familia?

Todo en mi vida ha sido una lista de preguntas sin resolver, un mundo extraño en el que no puedo encontrar explicación, a veces ni sé quién soy yo.

He pensado que puedo estar enloqueciendo porque qué otra explicación se le puede dar a todo lo que me sucede. Cómo se pueden explicar los sueños extraños. Las largas horas de sueño. El cansancio que nunca se va de mi cuerpo y como me siento incómoda en un cuerpo que he llegado a pensar que no me pertenece.

No soy normal. Sé que no soy normal. Sé que debo tener algo en mí que me hace diferente. La probabilidad de estar enferma me da pánico, como pensar en que puedo morir. Prefiero creer que estoy enloqueciendo antes de creer que estoy enferma y puedo morir, no estoy lista para morir. No he hecho nada con mi vida.

Este cambio drástico comenzó hace un año, pero con el pasar de los días se ha vuelto peor. Me duermo en todas partes y he comenzado los últimos meses a alucinar, veo personas. Específicamente, a un hombre.

Esta vez no era la excepción.

No estaba del todo segura del tiempo que llevaba dormida, pero sí sé que nada más poner mi trasero en el puesto para la última hora de clase cerré mis ojos y me desconecté del mundo adentrándome a el otro mundo que se ha estado convirtiendo como en un segundo hogar.

Mis sueños.

Merodeaba por la misma plaza de siempre. Habían puestos de comida en la que vendían de todo, muchas veces me había acercado con curiosidad, pero siempre empezaban a hablarme en un idioma muy raro que no lograba comprender.

Iba y venía por las mismas calles en las que solo había casas muy humildes con techos de barro y con colores opacos. Las personas nunca me hablaban, solo me daban miradas de reojo analizándome de arriba abajo, después de acostumbrarme ya no le tomaba importancia. Al lado de todos ellos yo era muy diferente. Cuando yo medía 1,60 metros los demás llegaban casi a los 2 metros. Esa era la diferencia física que se notaba a simple vista. Haciendo a un lado eso no éramos tan diferentes, éramos físicamente parecidos.

Un fuerte sonido retumbó en mi sueño aturdiendome. Después de haberlo escuchado tantas veces lo reconocí, la campana. Era hora de levantarme, pero no podía. Nunca podía despertarme por mi cuenta.

Sentada en una de las gradas de la plaza espere a que fuera Vero, mi mejor amiga, quien siempre se sentaba a mi lado, la que me levantara. Después de muchos sustos Vero había empezado a entender que debía levantarme porque si no lo hacía podía quedarme atrapada en mi sueño.

- Despierta – escuchaba su voz como un susurro- Kaira. Debemos irnos. Ya sonó la campana.

Todo a mi alrededor se desvaneció lentamente y abrí los ojos de golpe, moví la cabeza hacia los lados ubicándome. Siempre odiaba este momento al despertar, el cansancio volvía y un ligero dolor en mis hombros me hacía querer llorar.

LA REALIDAD DE UN SUEÑO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora