LA REALIDAD DE UN SUEÑO ©

16. Las señales

Capítulo 16

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Arrebol: El arrebol es el color rojizo que se advierte en las nubes iluminadas por los rayos del Sol, especialmente al amanecer y a la caída de la tarde.

- ¿Ya puedo verlo? – les pregunte a las mujeres que después de mi desmayo me trajeron a un baño y estaban limpiándome - ¿él está bien?

No me entendían y yo seguía hablándoles. Tal vez lo hacía para no enloquecer por todo lo que estaba sucediendo. Lo único que me mantenía tranquila y que no haya salido corriendo para buscar a Alden, es que el dolor del pecho ya no estaba, quiero ser positiva y creer que lo están atendiendo, que está mejorando.

Ni siquiera sé si el dolor fue casualidad o de verdad era porque Alden se encontraba malherido.

Bajo la cabeza hacia las únicas prendas que cubren mi cuerpo. Mi ropa interior. Las mujeres me habían quitado la ropa y metido a una bañera mientras estaba inconsciente, cuando me desperté entré en pánico al sentir las manos en mi cuerpo y ver que no tenía ropa encima, es como si me hubiera transportado hacia el día que los montuosos me torturaron. A pesar de que no lograba entenderles ni ellas a mí, sus gestos y mirada no transmitían peligro o algo que me hiciera querer correr. Sabía que necesitaba de un baño, deshacerme de la sangre de Alden de mi cuerpo así que dejé que me pasaran toallas húmedas por todo mi cuerpo sacando la sangre y suciedad. Lo hacen tan delicadamente que logran que el sueño me invada, pero no puedo dormirme, tengo que ver a Alden y encontrar a alguien que me explique cómo carajos hice para aparecer aquí. Que me dijeran como es que de todos los lugares pude llegar a donde lo necesitaba.

Por el color de los ojos de la mujer que apareció primero para ayudarme es claro que son sanadoras. Al menos ella lo era.

También tengo que volver con Elian, Enko y Iver. Ellos siguen ahí afuera sin entender lo que sucedió. ¡mierda! Como voy hacer para comunicarme si nadie parece entenderme.

Jalo del delantal de la mujer de mi lado que pasa la toalla por mis brazos, se detiene para verme con atención.

- Necesito ver a mi amigo – muevo las manos señalando mis ojos y luego hacia la puerta del baño. Arruga las cejas – esto es fantástico.

- Son las más jóvenes de nuestra comunidad. Por esa razón no aprenden del todo tu idioma – la misma mujer que atendió a Alden, asoma la cabeza por la puerta.

¿Las más jóvenes? Si parecía que me llevaban diez años.

"El tiempo es distinto en nuestro planeta" Las palabras de Alden se repitieron en mi cabeza.

¿Cuántos años tendrán entonces? ¿cien? ¿ más de doscientos?

Sin que pudiera responderle las tres mujeres recibieron órdenes y salieron casi corriendo del baño.

- Soy Adara ¿Cómo es tu nombre? – acercó una de las sillas que estaban cerca, tomó la toalla que reposaba en el borde de la bañera y la levantó mostrándola - ¿te molesta si sigo yo?

Que tenían todas las mujeres de este planeta para ser tan hermosas. Su cabello era de un rubio muy brillante, debía de cuidarlo muy bien para que se viera así y lo tuviera tan largo. Estaba trenzado y la punta de la trenza le llegaba hasta abajo del trasero. Sin importar la ropa sucia y grande, que eran tan solo unos pantalones de tela delgada y una camisa manga larga del mismo material, se veía llena de vida y guapa. Ojos verdes intensos, con pestañas largas. Un rostro en forma de diamante con una boca delgada y una nariz bien perfilada. Se podría decir que era perfecta.

- ¿Hay algún problema si lo hago por mi cuenta?

- No, no hay ninguno – dejó la toalla en mi mano – entonces ¿Cómo es tu nombre?