7. Más que un villano

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Capítulo 7

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Sisu: Extraordinaria determinación, coraje y revolución ante la extrema adversidad.

Maldito sea el gigante irritante y traicionero que me tocó tener como garrapata. Estaba enojada, muy, pero, muy enojada con Alden. Desperté hace unos cuantos minutos por el golpe en la cabeza que el idiota me había dado. Él parecía muy tranquilo, sentado contra un árbol mientras limpiaba sus heridas con pedazos de tela y agua. Ya no estaba lleno de sangre al menos.

¿otra cosa interesante?

Elián estaba sentado a mi lado con un pedazo de tela cubriendo el golpe de su frente. Por todo ese alboroto la verdad no me acordé de él.

Mordí la galleta con enojo sin apartar la vista del gigante.

- Ya supéralo.

- ¡Dejaste a esos niños sin comida! – La mano de Elián busca robarme mis galletas y lo miro mal. La apartó asustado – mis galletas. Dile al gigante que te de unas.

- ¿Gigante? – preguntó el susodicho que seguía sin camisa – deja de verme de esa manera o volveré a dejarte inconsciente.

- Deberías dejarme aquí, sola y sin comida. se te da muy bien hacer eso.

Lanzó el pedazo de tela con el que se estaba limpiando a un lado y se puso de pie, le dio una patada al recipiente de donde estaba sacando agua y se giró en mi dirección con enojo en sus ojos. Lo incite a que hablara, sabía que estaba conteniéndose, pero no decía nada. levantó su dedo señalándome y abrió la boca, nada salió de ella. No logró decir nada y se fue.

- ¡¿me vas a abandonar?! ¡también se te da muy bien hacer eso!

Lleve otra galleta a la boca mordiéndola como si el gigante fuera eso y pudiera matarlo con mis dientes ¡lo odio!

- Y tú dónde estabas – le pase mis galletas. Sonrió sacando más de las que pensé – creí que los montuosos te habían dejado tirado.

- Me iban a comer – mordió su galleta con una sonrisa y yo escupí la que tenía en la boca - ¡oye! ¡no las desperdicies!

- ¿Te iban a comer?

Asintió atragantándose con todas las galletas.

- Me dejaron en una casita de palos, específicamente sobre una mesa en la que ya estaba casi desnudo. Un hombre como los que nos atacaron estaba dándome la espalda revisando mis cosas. ¿puedes creer que me robó la colección de flechas que hice? ¡me las robo! Eran tan lindas y pequeñas.

- Te iban a comer...

- Oh, sí. Le dije que dejara mis cosas, pero no me escuchó así que intente usar mis habilidades para que dejara de tocar mis flechas.

- Espera un segundo ¿Cuál es tu habilidad?

Me dio una mirada incrédula.

- ¿Hasta ahora me lo preguntas? – encogí mis hombros – puedo hacer las cosas pequeñitas.

- ¿Qué? ¿pequeñitas? ¿Cómo una hormiga?

- No tan pequeñas. Mira.

Pasó hacia delante lo que siempre cargaba en su espalda. Lo sacudió y cosas pequeñas cayeron sobre el pasto. Tome lo que parecía flechas, solo que en miniatura.

- ¿Por qué están pequeñas?

- Me da mucho espacio y puedo tener demasiadas sin que pese. Si se me acaban las regresó a su tamaño normal – señala mi mano en donde está la mini flecha.

LA REALIDAD DE UN SUEÑO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora