— Yibo... Pensé que te habían llevado los de control. Cuando escuché que habían pasado y vi que no regresaste, pensé lo peor.
La mujer le abrazaba y le miraba por todas partes. — Mírate, ya estás tan grande. Te dije que te mantuvieras cerca. Incluso fui a buscar tu cuerpecito, pero no lo pude tener. Gracias a Dios estás bien.
— ¿Ma...Má?
— Si, soy yo.
— Entonces...— El omega se alejó un poco del abrazo. — ¿Siempre supiste que esto me podía pasar?
— Si, no sabía exactamente cuando ni como. Estabas tan pequeño, que no te queríamos agobiar con el tema.
Zhan aclaró la garganta.
— Ah, disculpe. — Henry abrió su billetera y le entregó a Zhan un fajo de billetes. — Gracias por traer nuestro hijo de regreso.
— Creo que usted está confundido. Yo no lo traje por dinero.
— Es mi esclavo... — El omega dijo orgulloso.
Su madre soltó un bufido y entendió.
— Oh lo siento. En todo caso como verá. Yibo ya tiene un hogar y no es un simple gato... Así que...
— También es mi alfa...
— ¿Tu alfa? ¿Qué dices?... Desde que naciste tu destinado estuvo a tu lado.
— ¿Mi destinado?
— Si, ¿Por qué otra razón crees que le hubiera dejado llevarte tan lejos si no fuera así? Es de buena familia y tienen dinero para darte lo que quiera.
— Pero Zhan dijo que estoy marcado.
La mujer sintió que le arañaban las entrañas y se acercó a el mirando lo que su hijo le enseñaba. — Es una marca temporal.
— ¿Cuándo se la hizo?
— Hace un par de semanas. — El alfa contestó fríamente ante la mirada escrutinadora de la señora, quien estaba casi segura que ese alfa solo se había aprovechado de Yibo. No sabía quién era... Ni nada sobre Zhan... Era totalmente faltó de clase que hubiera marcado a Yibo, sin pedir permiso.
Yibo acarició su cuello y miró a Zhan, el alfa estaba un poco confundido y consternado por lo que estaba diciendo la mamá de Yibo.
— Yibo... ¿Podemos hablar un momento?
Zhan se apartó con el omega afuera. — ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres quedarte? Me quedaría pero creo que no soy bienvenido.
— Zhan Ge...
El pelinegro sonrió. — Así que sabes como me llamo.
Yibo se burló levemente. — No me quiero ir aún. Quiero pasar tiempo con mi mamá...
— ¿Y...? ¿Haikuan? Tu... El tiene dinero y yo... — Yibo le robó un pequeño besito.
— Tu eres mi esclavo. No necesito otro...
— Si cambias de opinión déjame saber... Toma.— Zhan había previsto la situación, así que le entregó al castaño un celular. — Me puedes llamar si quieres que venga por ti.
— ¿Yibo? Cenamos... Déjanos enseñarte tu cuarto y tus cosas. — Habló la madre desde el interior.
Zhan soltó la mano e inesperadamente quien sintió el mayor vacío en su pecho fue Yibo.
Zhan se iba a ir... ¿Lo iba a abandonar?
— Zhan! — El omega se colgó de él enredando sus piernas en su cintura. Lo cual hizo hervir más la sangre de la madre de Yibo.
— Wang Yibo!
El omega desobedeció. Y besó al alfa...
— No puedes conseguir otro omega... Ya tienes uno y soy yo. — Habló encima de sus labios.
Zhan se sonrió al separarse, besó toda su cara. — Te amo mi omeguita.
Zhan se soltó y le dio la espalda sin esperar que Yibo dijera nada al ver su cara de confusión. El castaño estuvo en shock con sus mejillas calientes, sus manos frías temblaban y su estómago se revolvió con una emoción indescriptible que jamás había sentido. — ¿Amor?