Una sonrisa se instaló en su rostro en cuanto llegó a su habitación esa noche. Encendió su diario debajo de uno de los espejos y luego se acostó abrazando la almohada.
Todo eso parecía como si fuera un sueño del cual no quería despertar en mucho tiempo. El rey era hermoso, era la persona que siempre estaba ahí para él a pesar de todas las mierdas que le contaba en su día a día.
Nunca se aburría o fingía escucharlo hablar solo para salir del paso. Cuando estaba en el palacio del norte, su padre eliminaba a las criadas que pasaban más del tiempo necesario en sus aposentos, su único amigo debía de ser él y solamente él.
Su vida antes de llegar a ese palacio era una basura. Ahora, la única diferencia, era ese beta Ancel, que deseaba deshacerse de él. Descubrió que el rey lo compró como su concubino y que nunca ha tenido un consorte... mucho menos se ha comprometido.
La puerta de su habitación fue tocada y seguido de eso entró Simón con algún refrigerio y una rosa en las manos.
— El rey pidió que te trajera esto —Simón le pasó el plato y luego la rosa—. Ya se está haciendo costumbre el que te dé rosas siempre.
— Me gustan mucho las que están en el jardín, eso es todo —se encogió de hombros—. No hay nada de extraño en que el rey se tome el tiempo de darme rosas... yo tampoco me voy a quejar de eso.
— Has lanzado un hechizo al rey que ahora no quiere dejarte libre —Simón bromeó—. Nunca creí ver al rey tan ilusionado antes con alguien le sonrió—. Me alegra mucho el que estés ahora en el palacio, dándole al rey toda la felicidad que antes había perdido.
— Tengo unas preguntas, las cuales espero que me puedas responder —quiso aprovechar—. ¿Puedes mantenerlas en secreto?
— Por supuesto —Simón se sentó en una de las sillas—. Puedes contar conmigo. No le diré nada a nadie, ni siquiera al rey.
— ¿Tengo tu palabra? —Simón asintió—. ¿Por qué el rey nunca ha tenido un consorte imperial?
— Preguntas que no tengo permitido responder y que me por supuesto me has puesto en una situación complicada se aclaró la garganta. No tiene concubinos imperiales porque está siguiendo los pasos de su padre al no casarse por convencía —Johann siguió prestando atención—. Siempre ha tenido amantes y todos han sido omegas hombres, nada que ver con mujeres... simplemente no son de su agrado.
— Entiendo —arrugó la nariz, saber cómo sentirse con esa confesión—. ¿Entonces el rey odia a las mujeres?
— No las odia —dejó salir una carcajada—. Simplemente no son de su gusto al momento de tener sexo, es todo lo que pasa.
— Entiendo —se sintió avergonzado por decir esas palabras—. ¿El rey alguna vez te ha dicho algo acerca de que le gusta alguien?
— ¿Con ese alguien te refieres a ti?
— No...
— Sé que te gusta el rey —ya no podía sentirse más avergonzado el pobre chico—. Tus ojos cuando estás junto a él no son de alguien que simplemente busca afecto de hermano.
—No pensé que se me notara eso —el omega se tapó las mejillas—. Es que me gusta estar con él... es un alfa grandioso y el hecho de que siempre me escuche me hace gustar cada vez más.
— Se te nota mucho cuando estás con el rey —Simón ladeó la cabeza—. Tus ojos brillan mucho más y tus feromonas no sabes cómo controlarlas del todo.
— Estoy aprendiendo —dijo sincero—. Antes, no tenía conocimiento alguno de cómo podía controlarme.
— Poco a poco vas a ir aprendiendo a como poder controlar tus hormonas a tal punto que podrás parecer un beta —eso llamó la atención del omega—. Los omegas tienen esa cualidad de poder ocultar su olor cuando tienen miedo, esto lo hacen muy pocas veces porque no todas pueden hacerlo, pero te aseguro que con algo de práctica podrás lograr que tu olor sea nulo ante los demás.
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La conquista del Rey (Gay)
WerewolfLos omegas hombres son criaturas que si las tocas estás muerto, que si los ves, estás muerto y que si respiras el mismo aire que ellos... estás muerto. Los omegas hombres se han extinguido desde hace cientos años o eso era lo que pensaba el rey del...