Las personas en el pueblo se abrieron paso para ver como el rey bajaba con ese omega del que todos hablaban, se hicieron a un lado dejándolos pasar y los rumores no se hicieron esperar. Era una abominación con la que su rey acababa de llegar al mercado.
— Sigan con sus labores, no hay nada que ver —pidió, de manera educada—. Les recomiendo que si tienen algo que decir se ahorren sus palabras. No repito que sigan con sus labores.
Todos los presentes pretendieron seguir con sus labores, pero ese omega con el que estaba el rey era demasiado pálido, parecía un vampiro, uno de esos que solo salían si los lobos molestaban, pero nada más que eso.
Johann se abrazó a sí mismo mientras caminaban hacia donde estaba un puesto de frutas. Fue una mala idea salir de su habitación, todas esas personas se le quedaban mirando raro y peor aún era el que todos lo miraran como el bicho raro que el rey tenía a su lado. Sin duda quería morirse y acabar con su miseria.
— Aquí tiene —Varick le pasó unas monedas de oro al vendedor—. Espero que esto les sirva de oro.
— Esto es mucho más de lo que hacemos en un mes —hizo una reverencia—. Muchas gracias, Rey.
Varick asintió, pasándole una manzana a Johann. Siguieron caminando por los puestos de comida, aun con todas las miradas sobre ellos no se detuvieron en donde estaban con esas pláticas que lo único que hacían era herir los sentimientos del omega.
El alfa no tuvo de otra más que colocarle su capa en la cabeza, para que no siguiera escuchando las basuras que su propia gente decía de la persona que estaba a su lado. Ellos se estaban llevando de los mitos, que decía que los omegas hombres, no son más que una abominación, una maldición que debía de ser eliminada antes que ellos acabaran con sus vidas.
— Ven aquí —el alfa acercó al omega más a su cuerpo—. No prestes atención —le colocó la capa sobre los hombros y la aseguró bien para que no se cayera.
— No tienes por qué hacer esto —el omega puso su mano sobre la de él, ganándose algunos jadeos de asombro—. Perdón.
— No tienes por qué disculparte —Varick acarició su rostro—. Son cosas que poco a poco se irán y verás que estaremos bien juntos.
— Ojalá sea de esa manera —hizo un puchero, de manera inconsciente—. No deseo que nadie piense que estoy dándole un hechizo al rey para que esté conmigo. No sería capaz de hacer tal cosa en contra del rey.
— Lo sé —le sonrió—. Eres demasiado bueno para este mundo y las personas lo verán en su momento —besó su frente—. Sigamos.
Entrelazó sus dedos con los del omega. Pasaron el resto del día visitando algunos lugares y lo único que pudo hacer el omega fue quedarse en silencio mientras todos hablaban de cosas que no entendía. El oro que Varick tenía se terminó en cuanto llegaron a la última casa y el camino de regreso al palacio los esperaba.
Los pies del omega dolían, por lo que terminó por quitarse el calzado y recostar su cabeza en el asiento, para dormir. Esperaba que al menos alguien hubiese animado a hacerle algo de comida, porque moría de hambre.
No tenía idea de que todas esas personas querían tanto a Varick como su rey, ellos no cuestionan sus leyes, sus normas y muchos menos sus órdenes, esas personas merecían mucho más de lo que tenían.
Las casas eran de concreto no había una sola en malas condiciones, los cobradores de impuestos eran justos y si en algún momento los deudores se pasaban con alguna monedas estas eran devueltas de inmediato.
— Debes de tener hambre —lo cargó, en cuanto llegaron—. No es la primera vez que lo hago, así que debes de relajarte. Tu rey te tiene en este momento.
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La conquista del Rey (Gay)
WerewolfLos omegas hombres son criaturas que si las tocas estás muerto, que si los ves, estás muerto y que si respiras el mismo aire que ellos... estás muerto. Los omegas hombres se han extinguido desde hace cientos años o eso era lo que pensaba el rey del...