22. La conquista del rey.

125 9 0
                                    


Varick lloró en silencio durante unos segundos, hasta que su llanto lo sintió su heredero y todo se fue a la mierda. Perdió a su omega, a la persona que no pudo proteger por ser débil con sus discípulos, al hombre que a amado en toda su jodida vida. Quería regresarlo, que él se quedara en su vida, pero era imposible. Johann había muerto del mismo modo que su madre, trayendo a su hijo a la vida.

— Por favor, no me dejes —sollozó el rey—. Te necesito conmigo, no te vayas, Johann, por lo que más quieras no me dejes —Varick sintió que nada estaba bien—. Nuestro hijo te necesita, yo te necesito conmigo...

— Varick —su amigo Derek entró a la habitación sin tocar—. Dios, es cierto.

— Él me dejó —sollozó el rey sintiéndose el hombre más miserable de todos—. ¿Por qué él no pudo encontrar la felicidad que tanto deseaba? ¿Por qué los dioses me la quitaron?

— ¿Hace cuanto murió? —preguntó Derek acercándose a él de inmediato—. Necesito saber si ha pasado una hora.

— Fue hace unos minutos —respondió con sinceridad—. ¿Por qué lo preguntas?

— Mi esposo me dio algo para por si pasaba algo malo con tu omega —dijo Derek poniéndose de rodillas—. Él tiene tu marca, pon esto en tu boca y dáselo. Hazlo rápido —le quitó al bebé—. Puede ser que tu esposo haya sido asesinado durante su parto, por lo que tú puedes salvarla.

— ¿Asesinado?

— Sí, luego te explico todo.

Lo que había en el envase olía como los mil demonios, pero no podía esperar más. Lo tomó, sin pensarlo mucho y casi lo vomita, si no hubiese sido porque era la única manera en la que podía ayudar a su esposo. Abrió los labios fríos de Johann e introdujo todo el líquido lo mejor que pudo y dejó sus labios presionados hasta que ya no quedó nada en la boca de su esposo. Esperó unos segundos, y nada pasó.

— ¿Por qué no despierta?

— Espera un poco, mi esposo dijo que podía tardar —Derek meció al bebé—. Es imposible que tu esposo no haya podido sobrevivir el parto. Escuché en los pasillos que los padres de ese chico Ancel tuvieron mucho que ver, sin embargo, al su hijo no estar aquí, ellos decidieron acabar con la vida de tu esposo o eso fue lo que escuché en el pasillo.

— Esto no puede ser cierto, siento una especie de dejà vù. La encontré casi muerta una vez y no pude saber quien era porque él no me quiso decir lo que pasaba —miró a si pequeño—. ¿Y si mi hijo es un omega igual que su madre? ¿Y si no puedo protegerlo como lo hice con Johann?

Ambos miraron hacia donde estaban al omega, el cual gimió por lo bajo antes de abrir los ojos. Varick fue de inmediato a abrazarlo, tocando su rostro por si su vista le estaba fallando, su esposo estaba con vida, su único rey lo miraba.

— ¿Johann? ¿Mi rey? —agarró sus mejillas—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

— ¿Qué pasó, Varick? ¿Por qué me duele la garganta? ¿En dónde está nuestro hijo? —Johann se removió en su lugar después de sentir que su vientre estaba muy plano—. ¿Por qué me miras de ese modo, mi señor?

— Johann —el omega miró a Derek—. ¿Te duele el vientre? —el omega negó con la cabeza—. ¿Puedes sentarte? —el chico lo hizo con ayuda de su esposo—. Necesitamos que te calmes, porque tu esposo debe decirte todo lo que pasó y lo más seguro es que te sientas aturdido —le pasó con cuidado al pequeño—. Fuiste envenenado por personas malas, personas que no querían que estuvieras con vida y ni hablar de que tú eres la más bendecida de todas.

— Envenenada dices —murmuró Johann mirando a su pequeño—. ¿Y sigo vivo?

—Por lo que he podido notar sí —bromeó Derek—. Mi esposo me dijo lo que podía pasar, tuvo una visión y me mandó en mi caballo —señaló su propio cuerpo—. No he descansado y mi pobre caballo sufrió las consecuencias. Ahora es momento de que te mantengas tranquilo, mi omega vendrá en dos días para estar contigo.

La conquista del Rey (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora