one

1.1K 112 26
                                    

Nuevamente, allí se encontraba, por la quinta vez en la semana.

Con el paso del tiempo pudo notar que los baños de la universidad podían llegar a ser su único lugar seguro, puesto que sólo allí podía dejar que sus lágrimas hicieran contacto con su piel, sin temer que alguien pudiera estar esperando el momento perfecto para aprovecharse de su sensibilidad y burlarse de él.

Sus mejillas estaban completamente mojadas. Mantenía sus ojos cerrados, pasando las mangas de su suéter por su rostro para tratar de calmar las lágrimas que no planeaban detenerse. Detestaba sentirse de esta manera, pero simplemente no lograba que las hirientes palabras hicieran una pausa en su cabeza.

Y se sentía decepcionado de sí mismo, por no poder aguantar sus deseos de llorar y tener que salir de sus clases para sumirse en su miseria. Decepcionado por llevar todo el día soportando los pensamientos auto-destructivos, pero dejándose llevar por sus involuntarios sentimientos al final; pero más por permitirse creer todo lo que se le había sido dicho. Él sabía que no estaba mal, que no poseía ningún tipo de enfermedad y que todas las estupideces que decían sus familiares no eran más que simples mentiras. Aún así, ¿por qué le dolían tanto?

En ese momento, no podía hacer más que sentirse inútil y vulnerable. Allí, sentado en el asqueroso suelo de un cubículo del baño de su universidad, con la cabeza recostada de la puerta, clavando sus uñas en sus piernas, forzándose a no soltar ningún sonido y mantener su llanto silencioso, se preguntaba si algún día se detendría; si alguna mañana sería capaz de despertar y lograr tener el control de su propia cabeza, o si simplemente llegaría el momento donde podría ser plenamente feliz sin la necesidad de preocuparse por la posibilidad de su corazón rompiéndose en cualquier segundo, dejando en el aire sus más guardados pensamientos.

No sabía que era lo que precisamente sucedía a sus alrededores, porque un insoportable pitido había decido plantarse en su campo auditivo, y la desesperación por no poder hacer nada para llevarlo a fin lo hacía soltar incluso más lágrimas. Eventualmente tapaba sus oídos con sus manos, pero nada lograba que ese inexistente sonido para otras personas, pero suficientemente real para él, desapareciera. El chillido seguía allí, acompañándolo y asegurándose de que su llanto no acabara, de que cada gota salada saliendo de sus ojos valiera por cada palabra dolorosa que lo mataba internamente.

Sentía algo vibrar en su pantalón, y sabía que era su celular tratando de llamar su atención para que revisara alguna nueva notificación, y solo pudo notar ese suceso en el momento en el que las texturas exteriores comenzaron a ser más fuertes para sí mismo, cuando su cuerpo se había hecho más sensible a todo. Luego de algunos segundos, cuando se hartó de la vibración del aparato, dirigió su borrosa mirada a este, viendo la cantidad de mensajes y llamadas perdidas de alguien. Trató de enfocar al entrecerrar sus ojos, y leyó el nombre de la única persona que desearía que estuviera a su lado.

Sin embargo, no consideraba tener la suficiente fuerza física y emocional como para poder atender la llamada y tener que dar respuestas verbales. En unos minutos lo haría, solo necesitaba alejar sus pensamientos, y podría finalmente salir a fingir esa maldita sonrisa que ha tenido que obligarse a tener en su cara desde hace años atrás. ¿Qué podía hacer? Se suponía que ese hermoso gesto era lo único que hacía a su familia feliz, ¿no?

Antes de que recuperara su energía para sumergirse nuevamente a la encantadora mentira de su vida, escuchó unos leves toques en la puerta, junto a unos murmullos. Se arrimó a un lado inconscientemente y la puerta fue abierta durante algunos segundos, para luego cerrarse nuevamente con el pasar de una persona. Todo lo que se permitía sentir en ese momento eran los brazos de un hombre enredándose en su torso, atrayéndolo a sí. Poco a poco empezó a escuchar mejor la voz, que cada vez se hacía más clara, como si lo estuvieran despertando de un mal sueño.

''¿Amor?''
''Tranquilo, cariño, estoy aquí.''
''Bebé, por favor, respira.''
''¿Puedes mirarme, príncipe?''
''Estoy aquí, nadie te hará daño ahora.''
''¿Minho?''

Ya podía oírlo, quiso llorar más fuerte cuando distinguió la voz, y un sollozo escapó de sus labios.

Han Jisung. La persona que tan preocupada había estado llamándolo sin cesar, estaba ahí junto a él abrazándolo y consolándolo, justo en su momento más vulnerable.

Sin dudarlo un segundo más, se aferró a su delicada contextura mientras hundía su cabeza en su pecho y empapaba su uniforme con sus lágrimas. Deseaba que todo se detuviera en ese exacto momento, que no tuvieran la necesidad de retirarse de ese lugar, que simplemente pudiera quedarse dentro de los brazos de su novio hasta que se cansara.

Sintió una de las manos de su amor hacerle caricias en su cabello, mientras dejaba pequeños besos en su frente y le demostraba todo su cariño y apoyo con su presencia.

Él era lo único bueno en su vida. 

smile for them // hanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora