five

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— ¿Minho? — Habló Han, girando su cuerpo completo en dirección al menor en el momento que finalizó la llamada. El castaño seguía sollozando, con las piernas dobladas y la cabeza apoyada sobre sus rodillas.

— Min, por favor, mírame. No le creas a nada de lo que dijo, eres la mejor persona que he conocido y te amo por eso.— La desesperación en su voz era notable, hablaba rápidamente y temía de que si tardaba mucho en calmarlo, Minho llegaría a creer en aquellas ridículas palabras. No le importaba el mucho odio que le tenía a la madre del mayor en ese momento, solo deseaba con toda su alma que Minho olvidara aquella conversación, como si nunca hubiese sucedido. Lo abrazó, colocando una mano en su espalda, y otra en su sedoso cabello. Mantenía sus delicadas caricias, añadiéndole pequeños besitos a su frente, dando todo de sí para demostrar todo su amor.— Estoy aquí y no me iré. Te lo prometo, mi vida.

Por alguna razón, aquellas reconfortantes palabras no estaban siendo escuchadas por el menor, pues su cerebro se había encargado de volver todo el ruido en su mente lo más real posible.

Otro beso.

Una voz en su mente exclamaba que todo lo que se le era dicho eran mentiras. Que le tenían lástima y solo por eso fingían amarlo.

Otra caricia.

¿Y qué si todo lo que su cerebro gritaba con desespero era la única verdad?

— Cállate, por favor.— Cada palabra del más bajo era acompañada por un suspiro que rompió en un desgarrador sollozo antes de completar su frase con la súplica.

Jisung se sorprendió, pero lo comprendió completamente.— Lo siento, lindo, si quieres te puedo dejar solo un momen-

— No es contigo, Hannie. Quédate.

Si la misma persona que se había encargado de darle la vida pensaba que él era un inútil bueno para nada, ¿de qué servía tratar de probar lo contrario?

— Respira, ángel.

¿Cómo sabía quién decía la verdad? ¿Cómo identificaba si era su madre quien mentía, o si lo era su novio?, ¿qué era verdad, y qué mentira?

—¡Detente! — Su voz cada vez se iba alzando más de tono; necesitaba hablar alto para poder escucharse a sí mismo a través de los pitidos y ruidos desconocidos que aparecían cada vez que su cuerpo se desconectaba y entraba en llanto.

Pero no funcionaba. Todo seguía igual.

¿Qué tanto mal había hecho para que su familia lo odiara? Siempre trataba y se esforzaba por hacerlos felices. Llevaba la misma sonrisa en su rostro y no la dejaba tambalear incluso cuando sentía las lágrimas acumularse en sus ojos, pero al parecer eso no era suficiente.

— Mi amor, ¿qué pasa?

—Hay tantas voces, Hannie.— Otro sollozo escapó sus labios, tratando de comunicar a través del llanto las súplicas por ayuda.

¿Era cierto? ¿Realmente él no servía para nada en la vida de nadie?

— Lo superaremos juntos, ¿está bien? De aquí no me moveré.

Detuvo sus pensamientos un segundo. Su madre nunca había estado para él; jamás se había ofrecido en limpiar sus lágrimas cuando de pequeño caía al suelo y raspaba su rodilla, o le daba un beso de buenas noches cuando se enfermaba. Nunca lo felicitó por sus logros ni tampoco vio el más mínimo rastro de una sonrisa aparecer en su rostro al ver a su hijo feliz. Jamás tuvo una figura materna a su lado que lo acompañara, ¿por qué debía creer en todo lo que ella decía, en ese entonces?

¿Por qué debía torturarse siempre con todo lo negativo que escuchaba, y al parecer todo lo bueno abandonaba su cerebro justo cuando más necesitaba un recuerdo agradable? ¿Por qué debía recordar todos los “te odio”, pero ningún “te amo”?

Con eso en mente, Minho trató de tomar varias respiraciones profundas, intentando con gran esfuerzo calmar su ataque, y a pesar de que eventualmente su garganta se trancara por el nudo en ella, finalmente sentía las manos de Han en su cuerpo. Por fin se sentía consciente de cada caricia y cada vez que sus labios se presionaban contra su frente. Trató de concentrarse en eso, y en Jisung, ignorando cada uno de los intentos de los molestos pitidos que trataban de volver.

— Estoy contigo, Min. Todo estará bien.

Minho sonrió, colocando toda su atención sobre la calma que la voz del mayor le brindaba, y en creer en sus palabras. Se dejó llevar por los bajos siseos que el contrario emitía, y permitió al pequeño rayo de luz que su novio enviaba, entrar a la oscuridad de su mente.

— Muchas gracias, Ji.— Fueron las últimas palabras que pronunció antes de caer en los brazos de morfeo con una pequeña sonrisa en su rostro, entre los brazos de Jisung.

smile for them // hanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora