sixteen

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Con la vista al frente, Minho soltó un gran suspiro, sacudiendo sus manos con nervios. Jisung rió y colocó una mano en su espalda para poder calmarlo.

Levantó su mano en forma de puño, y golpeó la puerta frente suyo tres veces seguidas. Esperó durante algunos segundos a que alguien atendiera el llamado, hasta que finalmente, la manija se movió y abrió a su dueña, permitiendo ver a alguien desde el otro lado de la entrada al apartamento.

El hombre permaneció helado por un momento, viendo al chico con sus ojos muchos más expandidos de lo normal y sus labios entreabiertos. Intercambió miradas con ambos de los adolescentes frente a él, y, demostrando su sorpresa, terminó llevando su mano a su cara para cubrir su boca.

— Hola, papá.— Dijo Minho, sonriendo un poco nervioso.

Changbin sonrió grandemente ante su vista, y abrazó fuertemente al más bajo. Minho también apretó con fuerza el cuerpo de su padre dentro del abrazo, notando los espamos en el cuerpo del mayor al comenzar a llorar levemente.

— Estaba preocupado. Fui a buscarte, pero la casa estaba vacía.— Susurró.

Minho rió bajo su respiración.— Me mudé con Jisung para estar más seguro, pá'. Te extrañé.

Finalmente, el Lee mayor se alejó, pasando el dorso de su mano bajo sus ojos. Aún tenía una gran sonrisa en su rostro.

— Pasen, están más que bienvenidos.— Dijo, realizando una leve reverencia correspondida hacia Jisung mediante el chico pasaba.

Cerró la puerta detrás suyo, y le señaló a los chicos que podían sentarse en uno de los sofás dentro de la sala.

Al adentrarse, la vista de Minho comenzó a pasearse levemente por sus alrededores, examinando el área por la que su padre ahora vivía. Pero, muy a diferencia de su anterior casa, las pocas decoraciones eran sumamente coloridas.

Todo estaba sumamente desordenado; habían cajas abiertas en algunas esquinas, espacios vacío sin muebles que los llenaran, botes de pintura cerrados sobre el suelo junto a algunas brochas. A primera vista, era notable que el procedimiento de mudanza justamente estaba comenzando.

Entre todo el alboroto, habían algunos cuadros sobre las paredes: pequeños y coloridos, no abarcaban tanto espacio sobre los blancos muros, pero podían darle brillo al ambiente. También habían dos sofás color celeste, posicionados uno frente al otro en un espacio un poco más angosto, logrando que ambos gemelos estuvieran casi pegados.

Minho estaba acostumbrado al color blanco, así era su anterior vivienda. Paredes blancas, suelo blanco, estantes blancos, mesas blancas , lámparas blancas, puertas blancas, sofás blancos. Blanco, en general. Por esa razón, quedó sorprendido al entrar al nuevo hogar de su padre, pues era todo lo contrario a antes.

Aparentemente, se había permitido poder plasmar el color de su libertad sobre la superficie del nuevo lugar donde ahora pasaría sus días.

Changbin les brindó un vaso de agua a ambos, que aceptaron gustosos y tomaron asiento en uno de los muebles. El mayor volvió a la habitación y copió la acción anterior, sentándose justo frente a ellos.

— No sabía que te habías mudado.— Dijo Minho sonriendo.— Tuve que pedirle ayuda a un médico de tu hospital.

— Lo alquilé hace poco. Quería alejarme de aquella casa.

— Es muy lindo. Diferente a antes, pero es lindo.— Dijo, volviendo a echar un vistazo al lugar.— Parece más un hogar que nuestra anterior vivienda, a decir verdad.

Changbin sonrió hacia y él y Minho hizo lo mismo, sin embargo, lentamente comenzó a bajar su mirada hacia sus manos, borrando la expresión de su cara. El lugar permaneció en completo silencio, donde ninguno de ellos se atrevió a romperlo.

Una lágrima cayó hacia los puños de Minho, mientras él aún no levantaba la mirada. Alertó a Changbin, que abrió un poco más los ojos, y entristeció a Jisung a su lado.

— Lo siento, papá. Lo siento tanto.— Dijo bajo con su voz quebrada.— Todos estos años pensé que eras igual que mamá. Me equivoqué.

Changbin estiró su mano, tomando la de su hijo para poder llamar su atención, consiguiendo su cometido.

— Discúlpame a mí, Minho. Jamás fui un buen padre; jamás detuve a tu madre de hacer todo el daño que provocó.— Bajó la mirada, avergonzado.— ¿Qué importancia tiene mi mentalidad si mis acciones también lograron afectarte?

— Tiene más peso del que piensas. Todo este tiempo pensé que estuve completamente solo; que la sonrisa que siempre fingí realmente había logrado convencer a los demás de la existencia de alguien que no existía, una persona que encapsulaba a mi verdadero yo dentro de mi alma. Sin embargo, jamás fue así. Apesar de no saberlo, siempre te tuve a ti, y de alguna manera, eso logra disminuir en mi mente el daño que en un pasado fue causado.— Levantó su mano libre, limpiando las lágrimas que comenzaban a secarse sobre sus mejillas.— Justo por eso deseo que me disculpes. Podía hallar en ti alguien en quien confiar; tal vez no lo demostraste, y no te juzgo por ello ni tampoco lo haré jamás. Pero me dejé llevar por mi errónea intuición, confundí los pensamientos de mi madres como tuyos, sin saber lo que realmente pasaba tras tu mente sobre mí y mi situación.

La habitación permaneció en silencio durante algunos segundos, hasta que el mayor tomó un gran bocanado de aire y se colocó de pie. Caminó hasta estar más cerca de Minho, se arrodillo sobre el suelo, y volvió a abrazarlo con todas las fuerzas que su cuerpo podía dar. Minho también lo rodeó con sus brazos, terminando por hacer puños con sus manos en la ropa contraria en un intento de aferrarse mucho más a él.

Se sentía bien. La compañía se sentía bien.

No estaba solo en su familia, se podía permitir confiar, y eso aumentaba en su corazón la esperanza de una posible salida hacia la claridad. Podía sentir la paz recorrer su cuerpo, volviéndolo más ligero. Todo estaba bien.

No estaba solo, todo estaba bien.

Tenía compañía.

Todo estaría bien.

smile for them // hanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora