smile for them // hanknow

four

10 llamadas perdidas.

Mamá
¿Ahora donde te metiste, Minho?

Sin duda alguna, aquellas notificaciones en la pantalla de su celular fueron la mejor vista que sus ojos pudieron captar al despertar.

Dormía plácidamente entre los brazos de Jisung, hasta que el continuo sonido que su celular emitía tomó su mano con fuerza y lo sacó del mundo de los sueños velozmente.

Tomando en cuenta que el día anterior ni siquiera se había tomado el tiempo de inventar alguna excusa que dar al día siguiente, explicándole a sus padres su repentina ausencia, comenzó a pensar en algo sencillo que pudiera salvar su pellejo.

Lentamente, y muy a su fuerza de voluntad, estiró su cuerpo lentamente para luego sentarse sobre el colchón y tomar el teléfono entre sus manos. Debía llamar a su madre lo más pronto posible, y lo sabía; pero antes de llevar su tedioso plan a cabo, sintió a su lado como el mayor se removía entre las cobijas, dejando salir un bajo quejido, expresando no-verbalmente el frío que ahora su cuerpo sentía, debido al abandono de una presencia refugiada en su pecho. Estaba por acercarse a dejarle un suave beso de buenos días, cuando nuevamente su celular empezó a vibrar de nuevo y el nombre de su madre aparecía en la pantalla. Con anterioridad había leído los mensajes que había recibido, por lo que fingir no haber despertado definitivamente no era una opción viable, así que sin más, simplemente decidió atender la llamada.

— Minho.— El cuerpo de Minho tembló ante el llamado de su nombre. No esperaba escuchar algún tono de preocupación por parte de su madre, pero el tono molesto lo había dejado fuera de lugar.

— Hola, mamá. Lo siento ta-

— Guárdatelo, Minho. Esta no es la primera vez que sucede.

— Lo sé, y me disculpo completamente, pero-

— Sinceramente no tengo deseos por escuchar tus inventadas excusas, Minho. Me gustaría que comenzaras a pensar un poco más en tus acciones antes de actuar. En nosotros, tus padres, que nos preocupamos tanto por ti mientras tú estás perdido en algún lugar. Eres un egoísta.

Han escuchaba todo, debido al altavoz, y a pesar de que acabase de despertar, sentía una corriente de adrenalina y molestia dar vueltas en sus venas. Tanto, que ni siquiera pudo ser capaz de guardar sus pensamientos para sí mismo.

— ¿Qué derecho cree que tiene para llamarlo egoísta? Si está huyendo es por una razón.— Respondió Jisung en su lugar, llamando la atención de Minho rápidamente.

— ¿Quién habló, Minho? — Ninguno de los dos chicos respondió, y compartieron una mirada al escuchar aquellas palabras.— Respóndeme, ¿quién habló? — Volvió a repetir la señora, con un tono de voz más grave que la primera vez.

— Es Jisung, mamá. Aquel chico del que tanto te encanta hablar mal e insultar; él habló.

— Oh, ya comprendo. Desapareces repentinamente de tu hogar para escaparte con un hombre; que orgullo me generas, hijo. Espero que sepas que no eres bienvenido en esta casa nuevamente hasta que cambies tu manera de actuar.

Minho abrió su boca en sorpresa, pero sin soltar ningún sonido, mientras sentía la mano de Han posarse sobre la suya.

— ¿Qué? ¿Por qué harías eso?

— ¿Por qué no lo haría? ¿De qué me serviría seguir dañando mi casa de esta manera? Es lo único de lo que has servido toda tu vida; nada, y con un hombre convirtiéndote en una versión incluso peor de ti, no te necesito en mi hogar.

Esas palabras habían sido mucho más que suficientes para que Minho tuviera que colocar su mano sobre su boca para ahogar cualquier sollozo que desease escapar de sus labios en algún inoportuno momento. Él lo sabía, era consciente de que si su madre escuchaba algún indicio de él llorando, todo empeoraría.

Jisung miraba con tristeza como su novio hacía todo lo posible para no destrozarse, por lo que simplemente estiró su brazo y tomó el celular. No hubo ningún tipo de complicación, la mano del castaño fue directamente a cubrir encima de la otra, su llanto silencioso empeorándose con la incómoda tensión creada.

— Espero que sepa que su hijo está sumamente mejor fuera de aquel lugar que usted se atreve a llamar hogar, y prefiere mil veces seguir siendo esta versión de él mismo, que alguna fingida que usted desea crearle. Me alegro de que no tenga que volver allí.