𝟐𝟒

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—Good people

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—Good people.


Zoro es sin duda una persona escéptica, le es imposible creer en situaciones que se podrían considerar surrealistas e igual si se trata de ciertos actos, como bien vendría a ser la hipnosis, cuando Ace le explico un poco sobre esta, su rostro lo dijo todo, no creía en lo absoluto lo dicho por el mayor, ¿cómo el caer dormido te hará recordar cosas del pasado? No importa cuánto lo intente, no logra entenderlo, pero aun así, aquí esta.


Delante del local del dichoso hipnotizador, Basil Hawkins, quien ahora viéndole la cara no le inspira gran confianza e incluso le da una mirada a Sabo, que solo atina a encogerse de hombros.


—Sean bienvenidos, entren sin miedo caballeros —saluda el muchacho de cabellera dorada, con una expresión serena.


El más joven ingresa con desconfianza y da miradas al interior del local, hay un estante con distintos libros que ha de suponer tratan sobre la hipnotización o con referencia a ello, en el centro del lugar hay dos sillones, ha de suponer es ahí donde se llevan las hipnosis, posando su mirada en las paredes frunce el ceño ante lo que yace pintado en estas, cruces junto a lo que parecen cartas.


—Debo preguntar, ¿a qué han venido exactamente?


Zoro parpadea y se gira a observar al otro muchacho, supone mayor que Sabo.


—Hemos venido por una hipnosis de regresión —responde el rubio, permaneciendo cerca de la puerta—, mi amigo, no yo.


Hawkins lleva una mano a su barbilla y asiente con lentitud, con su mirada impasible en el más joven.


—¿Esta mierda realmente funciona?


Sabo se tensa ante la poca falta de tacto del peli verde, quien es muy indiferente y se cruza de brazos, sin retractarse de sus palabras usadas.


—Funcionara siempre y cuando creas en ello, permíteme hacer una pequeña demostración.


Con suma elegancia, el de ojos ónix posa su mano izquierda tras su espalda y con su otro brazo señala los sillones, indicándole al más joven acercarse allí, moviéndose con cierta duda, Zoro termina de pie delante de uno de los sillones y Hawkins no tarda en acercarse arremangándose las mangas de su suéter de lana tono mora.


—Necesito que creas en que la hipnosis funcionara, dejaras que mi voz te guie en todo momento —comienza el mayor parándose a un lado del peli verde, alzando su mano izquierda delante del rostro ajeno—, mira atentamente mi mano, cuando cuente hasta tres y chasque mis dedos, caerás dormido, ¿de acuerdo?

𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐡𝐨𝐬𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora