🍞Día 8: Estrías🍞

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Cinco meses tenía Yuri, un mes de tortura para Otabek desde que le diagnosticaron el síndrome de couvade. El vientre del menor ya era bastante más notable e incluso había subido de peso, pero nadie se atrevía a hablarle al respecto puesto que se desataría el infierno.

Viktor le compró una bicicleta estática para que se ejercitara tal como había dicho el médico Chris, quien había visto aquello en Internet. Solo unos minutos y luego podía regresar a comer y a vigilar a su pareja.

Aún con toda la rabia que le tenía,  Viktor tuvo que encargarse de Otabek, ya que Yuuri veía por el menor.

Fue divertido verlo tratando de ser atento con el kazajo.

Pero todo cambió un día, cuando el rubio se terminaba de bañar.

El grito que dio los alertó a todos, quienes inmediatamente corrieron hasta él.

-...¡¿Qué demonios es esto?! —Se acercó más al espejo, como si con eso se hiciera un zoom.

-...¿Ahora que pasó? —Yuuri se acercó, confundido y alarmado, Otabek se había desmayado en el pasillo por haber corrido sin tener nada de energía.

-...¡Tengo una maldita lombriz en la piel! —Dijo mientras tocaba con asco aquello blancuzco que se asomaba por su piel.

Yuuri parpadeó un par de veces y reajustó sus lentes, antes de acercarse a ver que era aquello que lo aquejaba. Bueno, no sabía como hablarle al respecto.

-...Déjennos solos...—Le dijo a los otros tres. Entre Chris y Viktor se llevaron a Otabek cargado—...Esas no son lombrices, Yurio...—Suspiró y se acercó a buscarle algo de ropa. No iban a platicar mientras él estuviera en ropa interior.

-...¿Entonces que son? —Preguntó mientras se dejaba vestir.

Últimamente gustaba mucho de ese tipo de atenciones, principalmente si provenían por el japonés. Él tenía esa calidez de madre que lo calmaba.

-...Son estrías...—Dijo y le terminó de vestir.

-...¿Qué? —Parpadeó un par de veces, sin entender lo que dijo.

Yuuri rió y negó varias veces.

-...Las estrías son rayas que aparecen en el abdomen, el pecho, la cadera, los glúteos u otras partes del cuerpo...—Le explicó—...No hacen daño y se van con el tiempo, pero no son bonitas en la piel...—Rió y buscó la secadora de pelo mientras él se sentaba en la cama—...Apenas te están saliendo, así que no deberías preocuparte...—Conectó el aparato y comenzó su labor en secarle el pelo.

Por fortuna este era lacio y no le provocaría problema alguno peinarlo luego.

-...Pero no entiendo ¿Porqué me salieron? —Preguntó mientras se mantenía con la mirada baja, viendo atentamente aquella "grieta" asomándose en su pulcra y joven piel.

-...Bueno, hay muchos factores...—Dijo, tratando de no quemarlo en el proceso—...Principalmente es porque estás embarazado, pero también aparecen por problemas hormonales y el descontrol del peso.

El rubio se tensó inmediatamente.

-...¿Quieres decir que estoy gordo? —Sus puños se apretaron. De tan solo pensarlo le daba asco y dolor de cabeza.

Después de todo, tenía un cuerpo de envidia para muchos y muchas.

-...Para nada...—Negó de inmediato. O sea, sí estaba un poquito rellenito, pero no se lo diría a no ser que quisiera ser fusilado—...Yo creo que es más por todo lo que pasas. El bebé hace que tus hormonas se desestabilicen y por ello deben estar empezando a aparecer.

-...¿Y no habrá manera de evitarlo? Quiero decir, voy a parecer telaraña...—Hizo una mueca—...Y no va con mi estilo verme como Spiderman.

Yuuri rió ante su comentario. Solo él podía pensar que llegaría hasta ese punto.

-...No Yurio, no se pueden evitar...—Negó—...Tarde o temprano iban a aparecer, lo quieras o no creer.

Yuri maldijo por lo bajo y permitió que le peinase. Cuando hubo terminado, el pelinegro le dejó, pues el menor al parecer iba a jugar online y si lo interrumpían se volvía mortalmente irritable.

Pasaba de ser el gatito mimado al tigre furioso al que muchos temían.

El japonés fué con su pareja y su dama de honor. Estos estaban en la sala, por lo que nada más llegar, suspiró pesado y se dejó caer sobre el sofá, obviamente cansado. Quitó sus lentes y cerró sus ojos bajo la inquisitiva mirada de los hombres.

-...¿Y?

-...¿Y qué? —Enarcó una ceja sin abrir sus ojos.

-...¿Qué le pasaba al niño? —Viktor estaba claramente ansioso. Todo lo que tuviese que ver con su hijo, su nieto o su esposo, lo ponía de los nervios y hacía que siempre estuviesen alerta.

-...Cosas del embarazo...—Fué lo único que dijo y frotó su entrecejo—...Está jugando ahora mismo, así que es mejor no molestarlo...—Entreabrió su mirada y la enfocó en ellos—...Y sobre todo, no mencionen nada, absolutamente nada sobre su peso. Se volverá totalmente loco si no lo nota él mismo ¿Entienden?

Los dos se vieron entre sí y asintieron a la vez. Yuuri no estaba muy seguro de haberles comentado al respecto, porque de seguro abrirían el hocico tarde o temprano.

La semana pasó y ya no solo tenía que estar pendiente de que el menor estuviese bien, sino que también tenía que vigilar a su esposo y a Chris para que no dijesen nada de más que lograra desestabilizar al rubio menor.

Fue difícil pero lo consiguió.

Por otro lado, Yuri fue más consciente de las estrías que se esparcían por su vientre y que le causaban una irritante comezón. Trataba de no sucumbir ante la tentación de rascarse, pero no podía y terminaba con la piel rojiza y por ello le habían comprado varias cremas que apenas y le funciobaban.

Un día, Viktor y Chris estaban con Otabek en el hospital, puesto que tenían que monitorearlo una vez por semana desde que empezó el síndrome. Yuuri estaba cocinando, cuando el timbre sonó, confundiéndolo.

No estaba esperando a nadie y estaba seguro que no había pedido nada a domicilio.

-...Voy yo...—Anunció Yuri, poniéndole los pelos de punta.

Rápidamente secó sus manos con un papel y se apresuró a detenerlo, pero llegó a él justo cuando abría la puerta. Tras esta se encontraba un sorprendido pelinegro.

-...Joder. Que gordo estás, gatito.

Mierda.

El Pan Del Tigre #AgostodeM-Preg2022 [Otayuri] 🍞Terminado🍞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora