🍞Día 12: Fugas de leche🍞

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Yuri quería pensar que todo era por el bien del bebé. Que los dolores de espalda eran para bien y no para joderle la existencia. Abrió sus ojos, encontrándose con una bonita vista. Otabek se había abrazado a su vientre gigante, sin importarle que sus piernas colgaran por fuera de la cama.

Sin embargo, aunque le encantaba la vista, tenía muchas ganas de hacer pis y por ello tuvo que alejar las manos del kazajo para levantarse. Le costó hacerlo, pero lo logró. Tomó un largo respiro y puso una mano sobre su vientre, sonriendo al sentir el movimiento, la otra la puso en su espalda baja, tratando de apaciguar el dolor de la zona, aunque obviamente no servía de mucho. Se puso las cómodas pantuflas de tigre que su padre le había obsequiado y lentamente avanzó hasta el baño. Logró hacer pis, sonriendo satisfecho.

Regresó a la cama y se encontró con los oscuros ojos de su pareja, fijos en aquel lugar. Seguía acostado. Le sonrió y se sentó al borde de la cama.

-...Buenos días, Beka...—Acarició su cabello. El kazajo cerró sus ojos y suspiró, disfrutando la caricia.

-...Debiste haberme dicho que te ibas a duchar, soldado...—Dijo, confundiéndolo.

-...No me he duchado, Beka...—Enarcó una ceja.

-...¿Entonces porqué...? —Abrió sus ojos y llevó una mano hasta su pecho, curioso por la humedad en la zona—...Espera, debe ser sudor...—Dijo y se sentó en la cama, tomó su camisa y le hizo levantar su camisón.

Vaya sorpresa se llevó.

Si bien no solo el vientre del rubio creció, no esperó que de los abultados pechos del chico brotaran esas leves gotas de líquido blancuzco, que obviamente sabía que era.

-...No me jodas...—Yurio se sonrojó y trató de bajar su camisón nuevamente, pero el kazajo se lo impidió—...Beka, deja...—Gruñó y se sonrojó furiosamente cuando el pelinegro tomó su pezón y tiró de él.

Un leve chorrito de aquello salió de ahí, haciéndolo avergonzar más.

-...Como que me está dando sed de repente, soldado...—Los ojos del kazajo estaban más oscurecidos y no presagiaban nada bueno.

-...No, Beka. No te atrevas...—Tragó duro. El mayor se le colocó encima, viéndole como un depredador a un jugoso trozo de carne—...Beka...—Gruñó.

Lastimosamente para el kazajo ya no se veía como el tigre furioso que era cuando lo conoció, ahora era un gatito al que adoraba muchísimo.

Pero, ya tenía cinco meses de abstinencia y aunque en un principio no lo había tomado en cuenta desde sus malestares, ahora que ya no estaba tan enfermo, sentía la urgencia de poseer a su regordeta pareja.

Sus labios fueron directo al pezón que sus dedos habían halado anteriormente. Un leve sabor dulce invadió su boca y le agradó, por lo que no dudó en succionar con algo de fuerza, sacando más de aquel néctar.

Para Yuri, ver como el kazajo bebía de su leche materna era muy excitante. Él también sentía la ausencia de la unión de sus cuerpos y por ello es que le permitió seguir bebiendo de él y a su vez estimular su parte baja.

Con su mano libre estimuló el pezón libre, haciendo que más leche mojara su piel y parte de su holgado pantalón.

-...Yura...—Jadeó con sus labios húmedos, se irguió lo suficiente como para que notara el bulto en su pantalón. Su corazón latió más rápido y entreabrió sus labios, dispuesto a dejarse llevar.

Pero se les había pasado por alto que aún estaban en casa de los padres del rubio.

-...¡Yurio! —Exclamó Viktor con una gran sonrisa, adentrándose en la habitación sin tocar. Ambos jóvenes se tensaron, permaneciendo en la misma posición. La sonrisa del peli-plata lentamente se fue borrando hasta tornarse en una fea mueca de desagrado.

Cerró la puerta tras de sí y lo que siguió fueron ruidos estrepitosos en toda la habitación.

Papá estaba furioso con papá jr.

A mediodía, la pareja estaba nuevamente acaramelada. Otabek besaba las estilizadas piernas del ruso, quien suspiraba por sus caricias.

-...Yura...—Murmuró y volvió a encimársele, sonriendo al ver como su camisa se mojaba con la leche que emanaba de su pecho.

Era interesante como provocaba que el rubio tuviese tales fugas de leche. Solo bastaba con un par de toques y ya estaba chorreando por él.

Su masculinidad se elevó por los aires.

-...Beka...—Gimió suave cuando varios besos fueron dejados en su cuello.

Sin embargo, cuando una sombra los cubrió, palideció. Otabek seguía en lo suyo sin darse cuenta que el peli-plata los miraba sonriendo de forma amenzadora.

Nuevamente solo se oyeron ruidos de golpes y gruñidos agresivos.

Yuuri estaba sorprendido de lo que estaba oyendo por parte del kazajo. No esperó que hubiese pasado todo eso y que no se diera cuenta de ello.

-...Entonces quieres que entretenga a Vitya para que ustedes-

-...Sí...—Asintió firme—...Yura y yo hemos estado tan...no sé. Y pues, ambos lo deseamos. Que su esposo se entrometa en nuestra vida privada me molesta y he estado soportando mucho para no contraatacar...—Suspiró pesado—...Entonces ¿Va a ayudarme, sí o no?

Yuuri suspiró y sonrió mientras se quitaba los lentes, dejándolos en la mesa de enfrente. Otabek abrió sus ojos, sorprendido.

Supo que el japonés había aceptado cuando liberó su Eros. Solo escuchó un grito muy agudo y supo que estaba hecho. Y mientras sus suegros gozaban en su habitación, él ordeñaba fervientemente a su pareja en la sala.

Bebió cada gota de leche, temiendo no dejar nada para su hijo, aunque de seguro este le perdonaría puesto que su mamá se veía muy feliz. Esperaba que cuando naciera, pudiera compartirle un poco también. Por fin, después de tantos meses, ambos pudieron volver a disfrutar de sus cuerpos, aunque con algo de moderación, teniendo en cuenta que ahora había alguien en medio de ambos.

Y mientras la casa se llenaba de gritos, gemidos, sonidos acuosos y demás cosas, Pichit permanecía mirando al techo en la habitación de invitados.

¿En serio habían olvidado que estaba ahí?

-...Malditos suertudos...—Pucheó por lo bajo—...¡No antojen! ¡Mejor inviten!

El Pan Del Tigre #AgostodeM-Preg2022 [Otayuri] 🍞Terminado🍞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora