-...¡Oigan! —Exclamó haciendo que todos voltearan a verle, enfocando su mirada en el pantalón del menor en donde una mancha oscura y mucho líquido salía de la zona—...Creo que llegó el momento...—Tragó duro.
Y entonces...
Pánico.
El rubio jadeaba rápidamente, sus dos manos estaban en su vientre, acariciándolo para que ya no doliese tanto, pero su bebé era terco igual que él y no quería detenerse. La humedad entre sus piernas era molesta y solo le hacía sentir más nervioso puesto que no debía ser un genio para saber lo que significaba.
¿Porqué justo cuando estaba teniendo un día familiar al aire libre lejos del bullicio de la ciudad?
Viktor y Otabek se veían como dos manchas borrosas de lo rápido que se movían guardando todo lo que ya habían arreglado. Yuuri y Seung trataban de calmar al rubio que jadeaba y apretaba sus piernas, sin saber que hacer. El kazajo se acercó a él mientras su suegro terminaba de guardar todo, lo tomó en brazos y aunque le dio asco el líquido que había en su ropa, lo cargó hacia el vehículo. Los dos donceles mayores se encargaron de acomodarlo y acompañarlo en los puestos de atrás.
-...¡No seas bestia! —Le gritó Seung cuando arrancó el vehículo de forma brusca.
El camino estaba lleno de baches y al parecer el ruso no estaba evitando ninguno.
-...¡Hago lo mejor que puedo! —Exclamó alarmado, tratando de no caer en ninguno más, pero no le era posible evitarlos todos—...¡Maldición! —Estaba fastidiado.
-...No está...—Murmuró el japonés que urgaba entre las cosas—...¡No está el bolso con las cosas para el bebé! —Palideció al decirles aquello.
-...No me jodas...—Viktor se empezaba a marear.
Si no tenían cuidado, se desmayaría ahí mismo y eso sería peligroso.
-...¡¿Quieren dejar de gritar?! ¡Estoy dando a luz! —Gritó el rubio, alterado. Sus mejillas estaban rojas, transpiraba mucho más y no paraba de hiperventilar.
-...Tranquilo soldado...—Habló Otabek—...Todo estará bien...—Su voz calma lo tranquilizó a él y al bebé.
Claro, si él pudiese ver lo que Viktor tenía al lado, no estaría igual. El kazajo estaba pálido, sudaba y tamborileaba sus dedos sobre sus piernas por los nervios que estaba sintiendo.
Era tan raro verlo así y no con su porte serio de siempre.
Aunque ya lo había visto desastrozo cuando estuvo enfermo.
Aceleró puesto que el rubio había dado un grito que incluso a él le transmitió el dolor. Juró que desde ahora en adelante le tendría mucho más respeto a los donceles. Si para una mujer era difícil, no podía imaginar lo duro que era para un doncel.
Iba tan rápido que provocó que un patrulla lo persiguiera. No le importó, él solo quería llegar rápidamente al hospital más cercano, sin embargo, tuvo que frenar de golpe cuando un enorme camión de carga paró en aquel tráfico que empezaba a formarse, al parecer había un accidente vehicular al frente y estaban limpiando el área.
Golpeó el volante con fuerza y fué peor cuando el patrulla se estacionó a su lado.
-...Oficial no tengo tiempo, mi nieto está a nada de nacer...—Dijo alterado. El oficial bajó sus lentes oscuros un poco y miró a la parte de atrás en donde el chico apretaba con fuerza la mano del japonés.
-...Síganme...—Le dijo y subió a la patrulla, activando la sirena.
Tomaron el carril especial que era para los vehículos que transportaban productos flamables.
Dios bendiga al oficial tan bueno que los escoltó hasta el hospital e incluso fué a llamar a los médicos.
-...Tranquilo Yuri, respira suave. Inhala, exhala...—Le decía Seung, esperando que se acercaran con una silla de ruedas.
El rubio le miró con los ojos inundados en lágrimas. Le dolía mucho y aun así intentó imitarlo. Le costó, pero logró regular su respiración y los latidos de su corazón cuando llegaron con la silla de ruedas. Otabek fué quien lo puso en esta con cuidado. Yuri se estremeció entre sus brazos y cuando lo dejó, se sostuvo fuerte a su camisa para que no se apartara de él.
Otabek estaba afligido. Definitivamente quería tomar el dolor por el que estaba pasando y sufrirlo él, así no se sentiría tan mal.
Yuri fué inmediatamente llevado a una habitación en donde lo revisarían antes de llevarlo a la sala de partos. Lo colocaron sobre una camilla y le conectaron algunas máquinas para controlar su cuerpo. Los cuatro mayores no dejaron de acompañarlo en ningún momento, temiendo que algo malo sucediera. Se le desvistió y le colocaron una bata médica. Su ropa la guardó Yuuri en una bolsa de papel que antes había albergado algunas servilletas.
-...Permiso...—Anunció un alto enfermero pelinegro, adentrándose en la habitación. Bajo la atenta mirada del kazajo, se colocó un par se guantes y se acercó al rubio—...Por favor joven, permanezca con las rodillas así...—Dijo mientras lo abría de piernas—...Ahora voy a-
No pudo decir nada, ya que nada más levantar la delgada sábana que cubría al menor, recibió un golpe en el rostro que lo nockeó.
Cayó al piso como árbol recién cortado.
-...¡Otabek-Kun! —Exclamó Yuri, escandalizado.
Cuando la doctora llegó y vio al enfermero en el piso, suspiró y negó varias veces.
-...Bueno, lo revisaré yo...—Dijo y se colocó un par de guantes. Otabek no se vió tan perturbado como lo estubo con el enfermero y la doctora pudo revisar al rubio—...Aún le faltan dos centímetros de dilatación, pero ya podemos llevárnoslo...—Dijo a la tensa familia—...Sr. Altin ¿Va a acompañarnos en el procedimiento?
-...Bueno...
-...Oh sí. Lo hará...—Habló entre quejidos el rubio. Otabek tragó saliva pesadamente—...Después de todo, es tu maldita culpa, kazajo de mierda...—Gruñó. Sus manos apretaban fuertemente las sábanas y el suave colchón.
-...Bien, debe colocarse algunas cosas que haré que le traigan de inmediato...—Sonrió ella y le hizo un par de ceñas a una enfermera que se llevó al rubio con todo y camilla.
Otabek no solo esperaba que todo saliera bien, también esperaba soportar todo lo que se avecinaba.
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El Pan Del Tigre #AgostodeM-Preg2022 [Otayuri] 🍞Terminado🍞
FanfictionPequeños capítulos en donde Otabek y Yurio pasarán nueve meses interesantes. Este libro está participando en el #AgostodeM-Preg de IliataForever _Nxdja_