-catorce-

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Despertar sería la acción más sencilla que Minho podría hacer a partir de ahora, a penas volvía a estar conciente sintió su garganta apretada y esa picazón que lo hizo toser de inmediato, sus ojos dolían y estaban hinchados por aquel ácido, a duras penas comenzaba a enfocar el lugar por lo mareado que estaba.

Todo daba vueltas una y otra vez, entre más tiempo pasaba despierto más lugares de su cuerpo dolían, hasta que logró ver el cuerpo de Han sentado en una silla de metal y sus pies dentro de un recipiente con agua. Aquel que apenas lo escuchó toser giró su cuello a su encuentro desde su lejanía.

Fue ahí cuando Minho logró ver la condición del rostro de Han, hinchazón y sangre por todos lados, le habían quitado la camiseta y tenía marcas de quemaduras en todo el torso, en especial a los costados donde se situaban las costillas. Su rostro estaba sudado y era notorio que había sufrido mientras él había quedado inconsciente.

—¡Han!—. Soltó rápidamente e intentó ir por él, y se vió amarrado a un pilar con una soga que le envolvía el abdomen unas tres veces.

—Shhh.

Escuchó de Han y luego le señaló a los guardias del lugar, aquellos hombres con armas que al escuchar el grito del chico, se miraron y uno de ellos se marchó del lugar, seguramente para llamar al jefe.

En ese momento Minho recordó todo lo que había vivido esa noche en la que fue secuestrado, todas esas atrocidades que había visto y sentido, volvían una tras otra a su mente, y el miedo de volver a vivirlo eran enormes, pero esta vez era aún peor. Ahora tenían a Han a unos metros de él, amarrado y con claros signos de tortura en su cuerpo, y lo único que pensaba era que debía buscar una manera de salir de ahí.

No iba a poder soportar ver como lo torturan frente a sus ojos y no poder hacer nada para parar su sufrimiento, y cuando todo ello rondaba su mente, la puerta de metal se abrió y con ella el jefe de los Akuno y un par de hombres se incorporaron en la habitación.

Vió al jefe agacharse frente a la silla de Han con un cigarrillo en mano y lo observó, todo estaba en silencio por un momento hasta que este último apagó el cigarro poniéndolo sobre el dorso de la mano de Han, aquella que estaba amarrada a los brazos de la silla.

El dolor en Han estuvo presente pero de su boca no salió más que un leve quejido que controló rápidamente, viendo con ojos intensos al jefe japonés frente a él. Minho sintió que se volvería loco y comenzó a forcejear con la cuerda que lo privaba, llamando la atención de los subordinados.

Aquellos que se acercaron y golpearon su abdomen en cada lado, dejándolo sin aire por unos segundos y logró escuchar el grito de Han.

—¡Ya déjenlo! El problema es conmigo.

—Tú fuiste el que lo trajo hasta aquí, se suponía que debías venir solo—. Respondió el jefe en su idioma materno y Minho no pudo entender nada, luego ambos hombres comenzaron una conversación en japonés y sólo pudo observar la expresión de Han al hablar.

—Déjalo libre, él no tiene nada que ver en esto, ni siquiera es parte del grupo aún—. Dijo preocupado y observaba esos ojos divertidos del japonés.

—Así que él es tu debilidad ahora, será divertido tenerlo aquí un rato más—. Amenazaba sin pelos en la lengua y Han comenzaba a sentir su sangre hervir.

El hombre de cabello largo que se lo  amarraba tras su nuca hizo un gesto con su mano, y nuevamente comenzaron a golpear a Minho frente al él, los sonidos eran fuertes y prontamente logró ver sangre salir de la boca de este y con ello la desesperación de Han aumentaba.

—¿No es divertido?—. Preguntó el hombre viendo cómo el rostro de Han se volvía rojo.

—¿Por qué demonios están haciendo esto? Malditos bastardos—. Habló sin una pizca de miedo y sus ojos prendían fuego vivo.

BE MY BOSS | hanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora