Prólogo.

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Llevaba días en aquel pulcro lugar, con sus luces blancas y su incesable olor particular. Tal vez si no hubiese sido por las dos personas que me visitaban, me hubiese tirado por aquella ventana, que veía todos los malditos días, con sus árboles verdes, su cielo azul y los pájaros cantando, sonando a una canción que ridiculizaba mi situación. 

A las diez de la mañana, cruzó la puerta el señor Styles, mi profesor de Historia, aunque en ese lugar no actuaba como tal, me hacía sentir especial, me traía comida chatarra a escondidas y a veces jugábamos por horas en la playstation tres que traía. 

La primer semana no fue así, recuerdo estar dopado por los calmantes que inyectaban en mi suero, pero más recuerdo las palabras de Harry. Contándome cuán aburridas eran las clases de historia sin mí o cuando compró la consola de juegos para cuando despertara o cuando confesó lo mucho que molestaba nuestra relación de profesor-alumno.

—¿Listo para que te patee el trasero hoy? —soltó una pequeña risa.

—Harry, yo soy el enfermo y cada vez que vienes, te pateo el trasero. —bromeé.

Nos quedamos viendo, el ojiverde mantenía su hermosa sonrisa. Conectó todo el aparato a la televisión como siempre, como si ya se hubiese hecho una costumbre.

—¿Cómo te sientes hoy, pequeño? —preguntó amablemente.

—Bastante bien, aunque estaba por tirarme por esa ventana, pero interrumpiste mis planes. —rodó los ojos.

Se quedó viendo la ventana unos instantes, como si pudiese sentir lo que yo cuando la veía.

—No bromees con eso. —frunció el ceño.

Esos eran los días que disfrutaba, cuando estaba con Harry, cuando reíamos juntos y nada nos importaba, ni siquiera que estuviese en un hospital o que nuestra relación no sea normal. Sólo éramos nosotros dos, disfrutando de la compañía del otro. 

Y así fue como pasé mi mes internado en ese lugar, también fue como me di cuenta de que tal vez sentía algo más por aquel hombre, pero estaba ansioso por salir de allí, por verlo en el instituto, por saber cómo seguiría nuestra relación, intentaba no imaginar tanto, no soñarlo, no proyectar nada acerca de él, porque sabía a ciencia cierta que terminaría decepcionado. 

Recuerdo cuando le contaba a Anne, de la manera en la que ella sonreía y se sentía feliz por mí, porque sabía que Harry me hacía bien, que era la primera vez que hablaba de alguien más, me escuchaba por horas hablar de lo mismo y luego me hablaba sobre Niall, sobre lo bueno que era con ella, sobre su casa en Londres y su colección de vinos. 

Pero todo aquello que imaginaba se derrumbó cuando volví al instituto.

❀❀❀

¡Espero les haya gustado!

Voten.


¿𝑸𝒖𝒊𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒈𝒂𝒏𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒅𝒊𝒆𝒛, 𝑳𝒐𝒖𝒊𝒔? •T.1• (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora