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"Anne"





Narra Anne:


Estaba tan cerca, estuve a punto de decirle a Louis que Edward me tenía amenazada, que mi vida corría peligro. Pero él lo descubrió, me hizo jurar que jamás diría nada, pero, además, tuve que hacerle un favor a cambio de dejarme vivir. Tenía que llevar un paquete a una dirección, parecía una tarea sencilla, aunque no sabía a qué me enfrentaba, o si era una trampa de Vitale para que me fusilaran ni bien pasara la puerta de ese lugar. Todo era posible.

Ya era tarde para arrepentirme, estaba frente a aquel portón gigante color blanco, llevaba en mi mochila el pequeño paquete con envoltura de papel madera. Luego de un exhaustivo interrogatorio; exactamente a las cinco de la tarde, hecho el hombre que se encontraba en la puerta, el cual era exageradamente fornido y llevaba un arma gigante colgando de su hombro, al fin dejaron que cruzara el umbral. Me llevaron hasta una pequeña sala y me dejaron en ropa interior mientras revisaban todo, me sentí ultrajada, jamás me había sentido de esa manera hasta ese preciso momento. Me dejaron vestirme cuando encontraron el paquete. Solté un suspiro casi parecido a un gruñido, comencé a cambiarme para que luego me guiaran a una oficina. 

Seguí alerta cuando crucé esa puerta, no sabía realmente qué era lo que me esperaba. Ni siquiera cuando vi a ese chico sentado en el escritorio me relaje, su sonrisa me ponía más nerviosa y sus ojos parecían estar leyendo cada uno de mis pensamientos. 

—Buenas tardes, señorita. —habló un hombre moreno, me sonrió con malicia.

Mi vista se dirigió a los tatuajes que se podían divisar detrás del cuello de su camisa y debajo de los puños de su saco. Estaba algo flaco y parecía haber estado consumiendo alguna otra cosa además de su trago de whisky. 

—Ho...hola. —tartamudeé, mi voz se había quebrado, mis nervios se habían apoderado de mí.

El chico se paró de su enorme sillón, caminó con suma tranquilidad y con gran elegancia bordeando su escritorio y dirigiéndose hacia mi tembloroso cuerpo. Rogaba por no desmayarme en ese preciso instante, y por salir con vida de ese lugar.

—Esto es lo que llevaba en su bolso, señor Malik. —la voz del hombre corpulento que me recibió en la entrada logró que diese un pequeño salgo, su brazo se extendió a un lado de mí y arrojó el paquete hacia las manos del nombrado, el moreno sólo lo tomó y volvió a su escritorio.

—Retírate. —lanzó una orden que rápidamente fue captada por el grandulón —Siéntate, nena. —ordenó, ahora dirigiéndose a mí.

Dudé por un momento en si dar un paso o no, él me miraba fijo, penetrante, parecía estar devorándome con la mirada. Finalmente, y a paso tembloroso, pude acercarme a la silla más próxima y tomar asiento. Observé el entorno con algo de timidez. Jamás creí que llegaría a estar sentada frente a un mafioso, y mucho menos realizar un trabajo para uno; sobre todo, el más sanguinario de todo Londres.

—¿Cómo está Edward? —su pregunta me tomó por sorpresa. Necesité unos segundos para recomponerme y poder hablar, me removí incómoda en mi asiento, él se encontraba tranquilo, abriendo el paquete entregado y probando la mercancía que había dentro. Parecía que de un momento a otro había dejado de existir para ese hombre.

—Pues, ¿Cómo responder a es... 

Me interrumpió.

—¿Igual de hijo de puta que siempre? —bromeó y soltó una carcajada —Por tu miedo a hablar sobre él —alzó la mirada hacia mí —, me imagino que si. —clavó sus ojos en los míos, intimidándome un poco.

¿𝑸𝒖𝒊𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒈𝒂𝒏𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒅𝒊𝒆𝒛, 𝑳𝒐𝒖𝒊𝒔? •T.1• (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora