CAPÍTULO 37

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-tranquila...vamos a entrar juntos-dijo cerca de mi cien.-quítate la ropa.

-¿ah?-pregunté con el ceño fruncido.

-tu ropa debe estar seca para que te cubras luego.-dijo. "MALDICIÓN ODIO CUANDO TIENE RAZÓN"

-ok pero no voltees- dije a punto de llorar de vergüenza. Lo coloqué delante de mí dándome la espalda y me empecé a desvestir. Me quedé en interiores.-ok vamos- toqué sus brazos y empezamos a entrar al mar.

Estaba helada el agua. Adam se tensó una vez dentro. Pobrecito él estaba perfectamente bien y entró al mar helado para hacerme compañía. Adam seguía avanzando sin miedo a nada, mientras yo no dejaba de ver a todos lados con miedo a algún animal. Definitivamente soy miedosa.

El agua me llegaba a la cintura y a Adam un poco más bajo. El seguía avanzando.

-¡oye!-exclamé. Quería que parara de caminar. El agua ya me cubría el pecho.

-¿hasta dónde te llega el agua?-preguntó

-hasta el cuello- dije exagerando. Tenía frio pero era soportable.

-entonces hasta aquí llegamos- dijo volteándose. Yo tomé sus manos inconscientemente, no quería que me soltara. Tenía miedo.-¡sumérgete!- ordenó mirando mis ojos.

-no- dije mirando sus ojos

-¡sumérgete! No te soltaré- dijo agarrando fuerte mis muñecas. Lo miré por unos segundos y lo hice. Me sumergí totalmente, pero salí rápido porque tenía miedo.

-tranquila- me dijo muy sutil y se acercaba a mí lentamente mirando mis ojos. Sus manos agarraron mi cintura y poco a poco me acercaba a él-estoy aquí, no tienes nada de qué preocuparte.- dijo en un susurro.

Sus palabras me sonaban familiares. Claro, eran las palabras que me decía una y otra vez mi padre. Escuchar a Adam decir eso, me ablandó el corazón. Estaba enternecida. Las manos de Adam pasaron a mi espalda y pronto estaba acurrucada en su regazo.

-¡Shhh!-me dijo con sus labios cerca de mi hombro. Sentía que el cuerpo se me erizaba, y no era de frío. Me gustaba lo que hacía Adam. Mi mente luchaba por no estar de eso modo con él pero no podía. Me gustaba.-hagamos un trato- me dijo poniendo su boca en mi oreja.

-¿cuál trato?-dije lo más tranquila posible

-ya no nos hagamos daño. Nunca más. Tratemos de llevarnos bien de ahora en adelante en todo lo que nos quede de vida aquí. Hagámoslo divertido-me separé de el para entender a través de su mirada lo que me estaba diciendo. Sus manos estaban otra vez en mi cintura.- si!, pasémosla bien, riamos, juguemos, conversemos hagamos cosas para no aburrirnos, pero no muramos tristes y peleados. No es así como quiero morir.

-Adam...-traté de decir pero me interrumpió.

-lo sé...lo sé...no soy un ejemplo de buena amistad, ni el mejor en buenas relaciones...pero siempre hay una primera vez ¿no?- me resigné. Ya no pude seguir actuando como una mujer resentida. Verlo hablando de esa forma me hacía sentir extraña. Y odiaba eso, pero a la vez me gustaba.-¿no?- volvió a preguntar bajando su cara hasta donde estaba la mía.

-sí- dije y sonreí. Lo hice como nunca pensé hacerlo en esa Isla.

-ven aquí- dijo y me volvió a abrazar. Yo correspondí el abrazo. Mis pechos se pegaban a él pero no sentía vergüenza. Era rara la confianza que mi cuerpo tenía con Adam.

-¡AHHH!-grité. Di un salto y me trepé enrollando mis piernas en la cadera de Adam. Había sentido que algo había rozado mi pie. Lo abracé completamente

-¿qué?-dijo riéndose

-algo pasó por mi pie-dije casi llorando como una niñita malcriada.- vámonos ya.

-no aún es muy pronto. Y no pasó nada por tu pie. Seguro fue un pececito inofensivo.-dijo tratando de tranquilizarme.-ahora si me lo permites...me dejas respirar- dijo. Yo lo tenía casi ahorcándolo.

-ups, perdón-dije y me separé de él, sin bajarme. Aún tenía miedo pisar el fondo. Adam me miró y sonrió de manera pícara.-¿qué?- pregunté con una sonrisa en mi cara.

-si te lo digo...debes prometerme que no te vas a molestar.-dijo mordiéndose el labio inferior.

-ok te lo prometo, dime-dije segura y encantada de verlo mordiéndose el labio inferior.

-desde aquí tengo una vista perfecta de tus pechos-dijo sin dejar de mirar a mis ojos.

-¡OH!-exclamé avergonzada. No me había dado cuenta que al treparme en Adam, mis pechos quedaban descubiertos. Me bajé de inmediato. Pero volví a treparme por miedo a pisar algo más. Lo abracé para que ya no viera mis pechos.

-jajaja-río complacido.

-no te rías- dije avergonzada.

-ok sí tienes razón, perdón-dijo y se sumergió un poco en el agua para que yo pudiera estar tranquila.

-gracias-dije y me separé de él.- ¡qué vergüenza!- dije apenada sin poder mirarlo a los ojos.

-tranquila, no tienes por qué tener vergüenza.- me miró fijamente y sentí algo en el vientre. Algo que había sentido con Steve pero con Adam era en escala mayor. Miraba sus hermosos ojos y sentía que me estaba empezando a gustar. Adam miró mis labios y yo lo imité. Volvió a mirar mis ojos y también lo imité. Una de mis manos que estaba en su nuca subió involuntariamente a su cabello corto y empecé a sobar su cráneo. "¿QUÉ ESTÁS HACIENDO _______?". Adam se acercó a mí tanto que sentía su aliento golpeando mis labios. Nuestras frentes se juntaron y sentía la mirada de Adam en mis labios tal y como yo estaba mirando los suyos. Cerré los ojos fuertemente y tomé la valentía suficiente para detener eso.

-ya me quiero ir dije-lo solté y me bajé de él. Adam me miró por unos segundos y se resignó.

-vamos.-dijo adelantándose para no verme.

Me acosté dándole la espalda a Adam, no quería verlo después de lo que hicimos. Después de unos minutos pensando en él me quedé dormida. Al día siguiente ya me sentía mejor. Me desperté primero que Adam y lo vi dormir plácidamente. Me enternecí verlo de esa manera. Sus labios, su cabello, sus mejillas, todo de él me gustaba. Pero no dejaba de ser sólo eso, un gusto porque en mi corazón sólo había espacio para una persona...Steve.

Me levanté despacio y en la piedra en forma  de cuaderno que había encontrado ayer, con la ayuda de otra piedra empecé a marcar los dos días que habían pasado ya en la Isla. Puse la fecha de inicio al principio y el resto de días iban a ser marcados sólo con rayas. No quería perderme en el tiempo. Me paré rápido para ir a orinar.

Me escabullí con cuidado dentro de la Isla y encontré un lugar adecuado para orinar. Cuando bajé mis pantalones vi algo en lo que no había pensado. EL PERÍODO. Me levanté de inmediato y no sabía qué hacer. Me subí los pantalones para planear algo.

-¿Dónde estabas?-me preguntó Adam cuando llegué al lugar donde habíamos dormido.

-ehh...estaba por ahí-dije colocando una mano en mi frente y la otra en mi cadera. No sabía qué hacer. Si me sentaba me iba a manchar si me quedaba parada igual. No tenía ropa extra para utilizarla como toallas íntimas.

-¿te pasa algo?- preguntó parándose.

-ah...no...no me pasa nada, estoy bien-dije disimulando mi preocupación.

-¿entonces por qué caminas de un lado a otro?

-mmm...porque tengo sed.-contesté mintiendo.

-ya vengo te voy a traer algo de agua.-dijo yendo para el otro lado de la isla donde habíamos llegado al principio.

"MALDITA SEA Y AHORA QUÉ HAGO" "OJALA NO ME DEN MIS COLICOS PORQUE ME MUERO". Yo sufría de cólicos muy fuertes. Desde los 15 años empecé a tomar una pastilla muy buena para contrarrestarlos pero no la llevaba en la cartera y tampoco llevaba las toallas intimas que había empacado. "QUÉ HAGO...QUÉ HAGO".

SECUESTRADOS (Adam Levine y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora