Capítulo 48

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Nuevas reglas

Lauren

¡Genial! ¡Aquí estamos encarceladas de nuevo!—exclama Davanys con sarcasmo y aplaude.

—Mi madre va a matarme.—digo mientras camino de un lado para otro nerviosa.

Un poco tarde para lamentarte Lauren, lo hubieras pensado un poco antes de comenzar esta guerra—me reprocha Lilian.

Abrí mi boca para responderle, pero Eilen se me adelantó.

Coincido contigo, ella la comenzó, pero estamos aquí dentro gracias a ti Lilian y a tu pésima puntería. Aún no me creo que le hallas dado justo en la cara al director y causando daños valorados en más de cien mil dólaresLilian le enseñó el dedo del medio, mientras Davanys y yo contuvimos las ganas de reír—,¡Bueno y aquí estamos nuevamente! La Virgen, la amante, desilusión y mil amores, en la cárcel juntas otra vez.

Bueno se preguntarán cómo nuevamente terminamos las cuatro en prisión. Pues todo comenzó en la mañana del 13 de febrero. Las vísperas de San Valentín.

Como siempre me levantaba temprano en la mañana para ir hacia la escuela, aunque el día de hoy debía hacerlo un poco mas temprano de lo normal. Yo junto a algunos otros alumnos iríamos a visitar un museo de arte en una ciudad cercana.

Luego de colocarme el uniforme fui hacia mi tocador y tomé varios imperdibles. Había comenzado a bajar de peso desde hacía varias semanas atrás así que mi cintura se había reducido y mi uniforme me quedaba más ancho. Intenté colocar alrededor de cuatro alfileres en cada lado de mi cintura, para que así la camisa me quedara un poco ajustada, pero fue un fracaso. Ser costurera no era lo mío sin duda alguna. No tenía más opción, así no me quedó de otra que usarla así de ancha.

Bajé hacia la cocina y tomé algunas frutas y me dispuse a irme, pero la voz de mi abuela me detuvo.

—Lauren te he preparado un jugo de naranja. Anda bébetelo.

No tenía hambre, pero no podía rechazarlo. Mi abuela ya se había percatado de mi falta de apetito.

—Está bien—sonreí y me acerqué para tomar el vaso de jugo.

Me lo bebí lo más rápido que pude. Dejé el vaso sobre la mesa y me acerqué a la abuela para darle un beso en la frente.

—¿No quieres que te lleve?—me preguntó mientras me acompañaba a la puerta.

—No descuida, yo puedo conducir ¡Adiós! ¡Te quiero!

Me subí a mi pequeño coche y antes de comenzar a manejar me tomé una selfie y se la envié a mi mamá. Debajo de la foto escribí:

Lista para darlo todo.

Segundos después mamá me respondió. Al igual que yo envío una foto. Estaba sentada en su oficina con muchos papeles a su alrededor y luciendo un lindo traje gris. La expresión de su cara feliz. Debajo de la foto escribió:

También lista para darlo todo. Suerte en tu día mi niña. Espero muchas fotos.

Luego de enviarle un emoticón de corazón puse el coche en marcha. Mientras conducía me percaté que toda la ciudad ya estaba preparándose para el día de San Valentín. Los negocios estaban decorados con flores y globos en formas de corazones. También ofrecían excelentes ofertas para las parejas.

Siempre me había gustado el día de San Valentín. Aunque jamás lo había pasado junto a alguien. Jamás me habían llevado a cenar o regalado algo. Siempre ese día escogía una historia romántica. Me encerraba en mi cuarto y la leía imaginándome que era yo. Siempre escuchaba hablar a otras chicas sobre los regalos que le dieron sus novios o ha dónde las invitaron a salir, no podía evitar preguntarme que cuando sería mi turno. Pensé que este sería mi primer San Valentín. Hasta hace un mes y medio atrás tuve esa esperanza.

Bitches friends forever.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora