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Escuchar el latir de un nuevo ser viviente, puede llegar hacer el sonido más hermoso de todo el mundo.
Sonido que podría comprarse con un hermoso canto angelical.
Aunque para Mauro y Matias, escuchar como el corazón de su bebé latía por primera vez, era mucho mejor que el canto y la melodía hecha por los mismos ángeles.
O de cualquier otro sonido que sus oídos habían escuchado antes. Y al estar dentro de la industria musical, habían escuchado de todo.
Habían escuchado diferentes ritmos musicales, bases, voces e instrumentos.
Pero nada comparado a lo que escucharán en su primer ultrasonido.
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— ¿Lo escuchan, verdad? — una ginecóloga les pregunta a Spallatti y Monzón.
Mientras que este último, estaba recostado en una camilla con la remera levantada. Teniendo a su novio aún lado de él, el cual lo estaba tomando suavemente de las manos.
— Si. — Mauro respondió con tantas emociones buenas, que sentía que podía empezar a llorar de felicidad. — Mati. — llamó a Spallatti, quien no trataba de disimular su emoción. Ya que sus ojos estaban rojos y cristalizados. — Es nuestro bebé. — dijo sonriente, a lo que el otro asintió igual de feliz que su compañero.
Mientras no apartaba la vista de la pantalla, para así no perderse nada de su bebé.
— Su corazón late demasiado rápido. — Matías señaló con cierta curiosidad. Siendo algo que había llamado su atención, desde que empezaron el ultrasonido.
— Su corazón debe de latir a ese ritmo, así que no se preocupe. — la ginecóloga responde, mientras movía el transductor por todo el vientre de Monzón. — Ooh. — dijo sorprendida. — Qué curioso. — comentó, llamando la atención de los contrarios.
— ¿Qué es curioso? — Mauro pregunta ante lo dicho.
— Creo que veo a dos fetos en la misma placenta. — la contraria confesó, haciendo que Spallatti y Monzón se queden helados.
— ¿Perdón? — Matias preguntó sin entender. — ¿Cómo ve a dos fetos?
— Aquí cómo puede ver, se visualiza a uno, y aquí... Está el otro, casi escondido de nuestra vista. — aquella respondió, señalando en el monitor lo que había dicho. — Felicidades, por lo visto tendrán gemelos en su primer embarazo. — comentó.
Mientras buscaba a "más" bebés dentro de Monzón, quien seguía sin superar la sorpresa.
— Dios no... Siento que me da algo. — el ojiverde se expresa con cierta preocupación. Con la cabeza dando miles de vueltas y con todo el sistema nervioso colapsando.
Algo que se podía notar en su pecho, porque éste subía y bajaba con mucha rapidez.
— Amor tranquilo, tranquilo bebé. — Spallatti no tarda demasiado tiempo en consolar al otro. Al cual abraza con mucha fuerza y protección. — No pasa nada amor, dos bebés son igual de buenos que uno. — dijo, no comprendiendo del todo aquel repentino llanto y exaltación por parte de su novio.
Aunque pensándolo bien, él estaría igual.
Si en la primera revisión médica de su bebé, le dijeran que en vez de tener a uno solo en su interior, iba a dar a luz a dos en su primera ocasión experimentando la paternidad.
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Luego de haber calmado a Mauro, y que la cita médica terminará.
Spallatti llevó a su novio con cierto cuidado al auto. Para que así ambos pudieran irse a casa y descansar un poco.
Ya con la gran noticia de que sus bebés estaban bien, aunque el ojiverde aún parecía estar sorprendido por lo que pasó.
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— Amor. — Matias llama a Mauro, antes de poner el auto en marcha. — Amor. — lo volvió a llamar.
Viendo como el contrario llevaba sus dos manos hacia su vientre. Donde tocó con mucho pavor, desde su criterio personal.
— Mau. — dijo suave, acariciando las mejillas del otro, que solo suelta un fuerte sollozo. — Eu, ¿Qué pasa, bebé? — preguntó, abrazando de manera protectora a su novio, que solo podía llorar cada vez más fuerte.
Como si aún le costará digerir la noticia que les habían dado a los dos. Y cómo va a afectar su vida de ahora en adelante.
