Cᴇʟᴇsᴛᴇ ʏ Aᴢᴜʟ : ˡⁱᵗᶜᵏᵒ : FINALIZADA ✅✅

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La vida de Celeste y Azul podría ser definida por muchas cosas.

Ambas niñas habían nacido en el núcleo de una hermosa y sana pareja, la cual llevaba años conociéndose. Así que ellas solo vinieron hacer ese complementó que les faltaba, aunque sus padres lo desconocía por completó en aquel momento.

Pero ninguno de los dos se arrepentía de iniciar un maravilloso viaje de aprendizaje, de dolor y de momentos memorables.

Los cuales estarían plasmados en sus memorias, hasta que su existencia en este plano existencial terminará.

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— Celeste, Azul, dejen en paz a Esku. — Mauro le pide a sus niñas, quienes gateaban detrás de la mascota de sus amigos.

Siendo seguidas por Fabián, quien a diferencia de aquellas, caminaba a pasos lentos pero muy seguros.

— ¿Cómo es que Esku tiene tanta paciencia? — Spallatti pregunta, mientras terminaba de comerse un alfajor.

— Esku es buenito y demasiado calmado. — Paulo responde.

Observando como su mascota, cansada de tanto escapar de los bebés, se recuesta sobre un sofá que era exclusivamente para él.

Dejando que los menores se le acercaran todo lo que desearan, llegando a permitir que Fabián lo abrace mientras ríe sonoramente por tocarle la cabeza.

Mientras que Celeste y Azul se quedaron viendo la escena, ya que no podían ponerse de pie para alcanzar a Esku.

— ¿Celeste y Azul no han dado indicios de querer caminar? — Paulo pregunta curioso, mientras iba por su hijo, para que Esku pudiera estar más tranquilo.

— Azul ha intentado ponerse de pie, pero siempre cae al suelo y deja de intentarlo. — Mauro respondió, notando como sus niñas se veían un poco confundidas, para después gatear hasta donde ellos estaban.

— Celeste, por otro lado, no lo intenta mucho que se diga. — Spallatti agrega, sonriendo un poco por como sus niñas avanzan con su camino en medio de balbuceos. — Azul, Celeste, vengan con papá. — pide, extendiendo sus brazos hacia sus niñas.

Quienes no tardan mucho tiempo en llegar y decir papá en varias ocasiones, derritiendo el corazón de todos los presentes.

— Las adoro mucho cuando habla. — el morocho confiesa, cargando a sus dos hijas.

Las cuales no tardarán mucho tiempo en jugar con su cara.

Riendo y sonriendo por las muecas divertidas que su papá hacía para entretenerlas.

— La primera vez que hablaban es la ocasión más mágica de todas. — Paulo comenta, mientras le hacía mimos a Fabián para que se olvidará de Esku por un rato.

— Si que lo es, aunque las niñas hablaron por la impresión que les di al cambiarme el color del cabello. — Monzón dice, tomando a una de sus hijas en brazos y recordando aquel suceso.

El cual pasó bastante rápido para su suerte.

— Papá. — la voz somnolienta de Isabella llama la atención inmediata de Paulo y Mauro.